Mostrando entradas con la etiqueta padres. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta padres. Mostrar todas las entradas

miércoles, 26 de diciembre de 2018

PEDRO NADIE

Imagen relacionada
Hola, mi nombre es Pedro y me acuñaron el alias de “Nadie” por dos motivos. Primero, porque a los siete años de edad me arrojaron a la calle al morir mi madre y el proxeneta que fungía como mi padre necesitaba el cuarto en que vivíamos para seguir con sus negocios. Y segundo, porque justamente ese año la canción “Pedro Nadie” de un tal Piero estaba de moda. Sí, a esa tierna edad era un hijo de nadie… Pedro Nadie.
Imagen relacionada

“Crecí en la calle” es un decir, una expresión que no significa nada para quienes no saben lo que realmente es ser un niño absolutamente desamparado, que por años deambuló y durmió en la intemperie hasta que… ¿alguien apareció y lo recogió? No, no en mi caso, sino hasta que me hice adulto. 
Mis únicos “amigos” fueron otros niños de mi misma condición, con quienes formábamos nuestra pandilla para poder sobrevivir, es decir robar a diario el pan de cada día. Como podrán imaginarse, no podíamos hacerlo contra gente más fuerte que nosotros, así que me eduqué y me desarrollé dentro del código de conducta callejera, y lo primero que asimilé fue que sólo debíamos atacar a los más débiles. Atacar y robarles a las viejitas y viejitos, mujeres embarazadas o con niños en los brazos, ciegos o lisiados mendigos, u ocasionalmente otros niños ricos; Así, supe que "la gente" eran mis victimas y enemigos. Fue la manera como aprendí a cuidar de mí.
No está demás decirles que esto no fue una divertida aventura, ni lo crean, sino una terrible tragedia que me marcó para siempre, porque apenas llegué al grupo, en la noche, los mayores me violaron, y lo repitieron cuantas veces quisieron hasta que aprendí el uso de la navaja, corté a unos y me hice respetar.
Imagen relacionada
La piel se me curtió no sólo del frío y el calor de la intemperie de mi vida callejera, sino además de las palizas que soporté en mis peleas con mis propios amigos, otras en contra de bandas enemigas, o cuando caía atrapado por mis victimas o la policía. Desde esa temprana edad aprendí que si alguien se acercaba a mí y levantaba la mano era para atacarme o manosearme; como aquel cura del catequismo que quiso hacerlo a cambio de un plato de comida caliente, una cama y un techo para no dormir en la intemperie, sin imaginarse que mi instinto ya estaba formado y a la primera manoseada que hizo, le “tajé” la cara con mi inseparable y fiel amiga, mi navaja.
Más tarde, cuando mis necesidades crecieron, es decir empecé a drogarme, comenzamos a robar a gente mayor y mas fuerte que nosotros, porque necesitábamos más dinero. Fue cuando comencé a destacarme en el grupo por mi crueldad. Yo atacaba sin miramientos a quien sea, sin importarme las desventajas por su tamaño o corpulencia. Con la única ventaja que me daba el acuchillarlos primero, y luego, cuando gritaban al ver su propia sangre, mi banda los asaltaba. 
Así fue como me convertí en el líder de la pandilla de niños de la calle, claro que primero tuve que “bajarme” al jefe en una pelea totalmente limpia, rodeado por todo el grupo y a la luz de la luna. Imagen relacionada
Pelea que no duró mucho, porque después que recibí varios cortes de navaja en mis brazos, el hijo de puta con quien peleaba cayó en la trampa que le tendí al simular que era el más débil y estar  herido, y este se la creyó y confió en el código callejero, cuando me dejé caer al suelo. El creyó que era el momento para rematarme y terminar conmigo de una vez, y muy cerca a mi, al levantar su brazo para asestarme la puñalada final, yo le acerté un certero tajo en los cojones… ¿Murió? No sé, ni nos importaba, porque con el grupo nos fuimos a la playa a celebrar con una bolsa llena de pegamento que inhalábamos para sentirnos felices y vencer el frío, y ni más supimos de él. Ah, no está demás tampoco puntualizar que fue él quien había liderado al grupo que me violaron cuando llegué a la pandilla.
Así, a los 12 años de edad yo ya tenía mi propia banda, la que nadie me la regaló, sino que gané después de cinco años, por mi propia destreza con la cuchilla y mi crueldad.
Fue a esa edad en que, de pronto, algo empezó a cambiar en mí, algo que yo no podía explicar, y lamentablemente no tenía a nadie a quién preguntar. Mi voz cambiaba, mi pubis se cubrió de vellos y empecé a soñar. Fue justo cuando llegó una niña y su pequeño hermano al grupo, a los que en la noche quisieron violar. El ultraje era algo natural para todos nosotros, era nuestro código de bienvenida, sea niño o niña, no había diferencia, todos habíamos pasado por eso como un bautizo… Pero no para mí.
“Nadie la toca carajo!!!… -rugí, y saqué a relucir mi navaja, que brilló a ojos de todos-… y al primero que se le acerque lo descojono!!!”
“Ta' bien Pedro Nadie… Ta bien cumpa… si la quieres pa ti solito, ta bien!” dijo el que fungía de segundo en la banda a pesar de ser mayor que yo. 
Imagen relacionada
“No carajo… Desde ésta noche no mas bautizos en mi banda!”
Esa noche me fui a dormir apartado del grupo y oculto entre las sombras lloré. Y en la frialdad de mi lecho de cartones y trapos me acordé de mi madre y de la última profesora que tuve en la escuela. Recordé que vivíamos en una pocilga de mierda de un cuarto de hotel miserable, pero así y todo era mi casa, mi hogar, en donde mi madre me cuidaba, quería, y al regresar del colegio me daba de comer, y luego de hacer las tareas, al acostarme, me decía al abrigarme: “Pedrito, hijito mío, sueña con los angelitos”… Entonces lloré, lloré como nunca lo había hecho todos estos años, y entre lagrimas recordé a mis amigos de la escuela y a mis juegos con ellos… Y los extrañé a todos.
Afortunadamente había aprendido a leer en la escuela, y desde que viví en la calle y dormía en los basurales leía cuanto papel periódico o cuentos para niños caían en mis manos. Por eso, al día siguiente de prohibir las violaciones empecé a enseñar a leer y escribir a mis amigos. Claro está que después de los asaltos. ¿Que creían o esperaban de un niño delincuente como yo? ¿Acaso espero comida y techo gratis? No, aprendí que todo cuesta en la vida y que tengo que ganármelo de la única manera que la sociedad me instruyó. Y al que se acerque con la mano levantada, para golpearme o acariciarme, recibirá un tajo en la cara… o más.
“Si vas a hablarme, le advertía a cualquiera que se me aproximaba, hazlo de lejos, cabrón!!!… si no, te parto la madre!!!”
Hasta que un día llegó alguien, de una ONG, que se acercaron sin exigirnos nada... y nos rescataron.
Resultado de imagen para niños jugando en el parque ong






sábado, 22 de septiembre de 2018

MAMÁ, EN EL COLEGIO ME ESTAN DICIENDO BITCH!!!



MAMÁ, EN EL COLEGIO ME ESTAN DICIENDO BITCH!!!
De Michaelangelo Barnez
“Mamá, en el colegio me están diciendo bitch, por culpa de mi hermano!” Gritó Julieth, la adolecente de 14 años, al entrar a la cocina de su casa, apenas llegó del colegio.
“Mammm!!!” Gritó su hermano Brady, de 15 años, detrás de ella.
Ambos adolescentes estudiaban, no en uno de los más, sino, del más caro de los colegios de Lima.

Su padre, próspero ingeniero, era el más rico empresario de la minería en el Perú y poderoso en influencias políticas, debido a que contribuía con las campañas en las elecciones generales para Presidentes y Congresistas con cuantiosas aunque subrepticias donaciones de millones de dólares.

Su madre, abogada, era dueña de una muy poderosa Firma Consultora Integral desde donde ejercía los lobbies para lograr los contratos con el Estado para sus clientes. Con un excelente equipo de abogados jóvenes inescrupulosos, además de otros viejos zorros, ella se dedicaba a las relaciones públicas entre las empresas nacionales y extranjeras licitantes y el Estado, en cocteles y ágapes; sino la pasaba en casa, la peluquería o con sus amigas.
Ambos solían ser muy exigentes con sus contadores, porque eran verdaderos cumplidores con sus obligaciones tributarias a la SUNAT. Sin embargo, la verdadera riqueza de la sociedad familiar estaba en los Bancos de los paraísos fiscales, con empresas y transacciones de cuentas offshore.

“Mammm!!!” Volvió a gritar Brady detrás de su hermana para bloquear lo que ella decía. Pero ya era muy tarde, su madre ya había oído la palabra “bitch”, y con el cucharón de palo en la mano amenazó a su hijo “Cállate, y déjame oír a tu hermana…!” y le entregó el cucharón de palo a quien de verdad cocinaba en su casa.

“Mamá, Brady me gritó bitch en el recreo!!!...-le contó la adolescente de rostro virginal-… y ahora todos me gritan bitch en el colegio!”
A la mamá le crecieron los ojos y sus fosas nasales se dilataron, montando en ira “Oye, cuantas veces te he dicho que no hables grosería y menos con tu hermana!”.
“Pero mamá, tú no sabes lo que hecho ésta bi…- Pero Brady, al ver que su madre alzó la mano amenazadoramente, se abstuvo de terminar la palabra, y continuó-… mamá, la Julieth se pasa todo el recreo enviando textos y hashtags a gente que ni conoce!”
“Mamá, todo el mundo lo hace en el salón!” Replicó Julieth.
“Mamá, tú sabes que la Julieth tiene su enamorado y él es mi mejor amigo, pero ella está coqueteando con un negro!”
“Mamá…!” exclamó Julieth con intenciones de llorar para evitar que su mamá se entere.
Pero Brady estaba decidido a contar todo. “Mamá, la Julieth chatea con el negro Farfán…!”
Pero Julieth le interrumpió, “Mamá, eso no tiene nada de malo, él es un gran jugador!”
“Pero la Julieth le manda besos, mamá, al negro, sin pensar en las babas de ese bembón!!!” gritó Braddy muy molesto.
“Maaa, todas mis amigas del salón lo hacemos, es solo un juego!”
“Pero tú tienes tu enamorado, cojuda!” replicó Brady
“Ya ves, mamá, como me trata Brady!”
“Claro, bitch!!!” esta vez Brady no pudo aguantarse.
“Hijo!!!” Terció la madre, indignada del vocabulario de Brady.
“Sí, mamá. Cuando el negro le dijo que quería besar sus labios, la Julieth le respondió…!” pero Brady no pudo continuar porque recibió una tremenda cachetada en la boca, lanzada por Julieth.
Esta vez la mamá tomó en serio la pelea de sus hijos y agarrándolos con fuerza de sus brazos los llevó a ambos casi a rastras al living de la casa, avergonzada de que la cocinera escuche y se entere de más detalles del escándalo.
Una vez allí los conminó a sentarse y no moverse, porque estaba decidida a saber lo que pasaba.
Entonces Julieth se puso a llorar, pero su mamá no se dejó manipular por el llanto de la chiquilla y la ignoró.
“A ver, Brady, que más pasó?” preguntó su mamá muy seria.
“Pucha, ma, no vas a creer y te vas a molestar conmigo, ma!” Brady también estaba asustado por la severa actitud de su madre.
“Carajo, me vas a contar todo, de una vez, sino vas a tener un problema bien grande con tu padre!”
“Ok. ma, la Julieth dijo…!”
Pero Julieth volvió a interrumpir con sus lamentos “Ay, qué desgraciada soy, me quiero morir, me quiero morir…!!!”
Pero la mamá no le hizo caso y le plantó la mirada a Brady.
“Entonces, qué dijo…!” y Brady vio que la cara de su mamá creció hasta bloquearle toda su visión.
“Ma, la Julieth le respondió al negro: ‘A mí no me vengas con que quieres besarme… A mí, vienes y me lo das… Y si lo haces, te la chupo!’ ” y tan pronto lo dijo, Brady se cubrió con los brazos instintivamente temiendo que su mamá lo golpeara.
“QUEEE!!!” dijo la madre, totalmente indignada y a la vez consternada por lo que acababa de oír, entonces miró a su hija, a su virginal hijita, imaginando morbosamente la peor escena que le podía pasar como madre; justo cuando Julieth reaccionando dijo: “Ma, pero no es lo que tú crees, lo que dije es solo un meme!!!”
Pero Brady echó más gasolina al fuego “Te das cuenta, ma, al negro, al negro!!!”
“Ma, yo me refería a su jeta, ma, a la jeta del negro, y solo era un juego, que jamás sucedería, ma!” suplicó en llantos Julieth, delatándose que sabía el pensamiento de mamá.
La mamá abatida por el stress cayó sentada en el sofá, cerró los ojos por unos minutos, en que reinó un absoluto silencio; estaba indignada del juego que hacía su hija, y ella sin saberlo, pero luego se auto consoló pensando, “Felizmente solo ha sido un juego virtual!”.
“Vayan a cambiarse el uniforme y báñense, luego bajen a cenar… y no quiero que se hable más del asunto, ¿entendido?!” reaccionó la mamá y los hijos asumieron que ya todos regresaba a la normalidad, como si nada hubiera pasado “Esa es mamá!!!” pensaron ambos al unísono, haciendo muecas con guiño de ojo, lengua y dedo pulgar arriba y todo.
Y los adolescentes asintieron con la cabeza y se fueron a sus habitaciones, pero en el camino Julieth volvió a enseñarle la lengua a su hermano en señal de burla. A lo que Brady respondió enseñándole el dedo medio y un mudo “Bitch”.
En la noche, mamá le contaría al padre lo sucedido, porque siendo sus hijos ya adolescentes podían cometer un terrible desliz y era mejor prevenir que lamentar; sí, ellos eran muy serios con respecto al cruce de razas, no lo toleraban en absoluto, aunque nunca decían nada en público.
Pero antes hubo algo que a la mamá le molestó mucho, algo que sucedió después de la cena, cuando al pasar por la habitación de la abuela, “sin querer queriendo”, escuchó la conversación que Julieth sostenía con su abuela.
“Sí, preciosa, escuché todo desde aquí arriba…-Dijo la sesentona, pero hermosa y bien conservada abuela-… no te hagas problema, ya eres toda una mujer, libre y bella y vas a tener muchos hombres en tu vida, así que, que digas o hagas lo que quieras con quien quieras es parte de ti y solo te concierne a ti y nadie más!”

“Pero ahora ya perdí a mi enamorado, abuela!”

La abuela volteó los ojos y dijo “Cuántas veces tengo que decirte que no me llames abuela. Bueno, pero en fin, que pierdas un enamorado no es cosa del otro mundo. Te repito, vas a tener todos los hombres que quieras en tu vida!”
 Pero Julieth replicó “¿Y el amor, y la lealtad, y la pareja de enamorados de por vida?”
“Vamos, Julieth, no seas niña. Deja eso para las poesías!..-Y la abuela soltó una carcajada-… “Ja, ja, ja!!!...- luego, entornando sus diablillos ojos, añadió-… yo he tenido tres esposos y muchos maridos en mi vida y a ninguno le he permitido que me controlé. Siempre hice que yo creía que estaba bien y punto, el resto no cuenta!”
“Pero mamá dice que…!”
“Julieth, yo conozco a tu madre, no olvides que ella es mi hija y te contaré que…” pero la abuela prefirió callar por unos segundos y darle otro giro a lo que iba a decir, y añadió-… Mira, a mi edad, de casi 55 años…-Mintió como toda mujer vanidosa-… estoy más joven y bella que nunca y no sabes cuantos pretendientes tengo en Facebook; fíjate, mi niña, hace unos meses inicié una relación con alguien de quien me sentía enamorada por años, pero él era casado, y ahora, justo anoche lo mandé a rodar por algo muy parecido a lo tuyo, mi hija, lo boté como si escupiera un chicle, me entiendes? Mira, si ya te dio el sabor que tenía, para qué estar mascando lo mismo y sin sabor!”  
Y la mamá, afuera, escuchando la conversación estuvo a punto de entrar, pero como la abuela cayó y dio otro giro a la conversación, prefirió irse a su dormitorio, de todos modos indignada por los atrevidos consejos que le daba a su hija.
En la noche, ya en la cama y con las luces apagadas, ambos, mamá y papá hablaron.
“Me preocupa tus hijos, Manuel Alberto…-Dijo Paola María iniciando la conversación, y añadió-… ya son adolescentes y un incidente que ocurrió hoy en el colegio de los niños me pone en sobresalto!”
“Qué pasó!” se oyó la gruesa voz de Manuel Alberto.
“No quiero darte detalles superfluos, Manuel Alberto, pero si ambos ya son adolescentes significa que el amor llegará a ellos… y el sexo también!”
“Y cuál es el problema, son jóvenes y eso llega tarde o temprano, no?!”
Y hubo unos segundos de silencio.
“O acaso me quiere decir que Brady es maricón o Julieth machona?!”
“No, no, no es eso, al contrario. A Brady lo veo muy atento con la hija de la cocinera!”
“Con la hija de esa serrana grasienta!...-Exclamó Manuel Alberto indignado, incorporándose de la cama, y se quedó callado por uno segundos, luego añadió-… la cholita no está mal… y con alguien tiene que debutar mi hijo, no?!”
“Y si la embaraza?!”
“Yo voy hacer mi tarea de padre y le diré que siempre use su condón… con la cholita y con todas aquellas a quien se las tire!” Dijo Manuel Alberto con cierta arrogancia, volviéndose a recostar en la cama. “Pero tú…- añadió-… te encargas que la chola escuálida tome la píldora todos los días, diciéndole que son vitaminas… así quedamos?!”
“Sí…- respondió Paola María, y añadió-… y con Julieth qué hacemos?”
“Puta madre, ese si es un problema!” Pensó Manuel Alberto. Luego dijo como escupiendo, mientras la miraba con el ceño fruncido, “Ese es tú problema, mujer. ¿Qué hizo tu madre para que no te metieras con ningún cholo de mierda? ¿Algo te habrá enseñado, no?!"
“Ok. Hablaré más seguido con ella acerca del asunto!” Sí, para Paola María era solo un asunto a tratar.
“Ahora vamos a dormir, mañana tengo que viajar a la sierra para convencer a esos piojosos que la mina les traerá muchos beneficios. Hasta mañana mi amor!” y Manuel Alberto se dio la vuelta en la cama, dándole la espalda a su esposa.
“Duerme tranquilo, mi amor, que yo me encargo de los niños, buenas noches y dulce sueños!”
Solo pasaron unos minutos para que se empezara a oír los ronquidos del empresario minero.
Y unos minutos más, una tenue luz iluminó la mesa de noche del lado de Paola María y se oyó muy bajito el sonido de la vibración que hacía su celular. Ella tomó su cel, miró la pantalla y reconoció la llamada, entonces se levantó sigilosamente de la cama, miró a su marido que roncaba y al verlo muy quieto, asumió que dormía profundamente, entonces se dirigió al baño.
“¡Pedro, cuántas veces te he dicho que no llames cuando mi marido puede estar en casa?” dijo ásperamente.
“Te estuve esperando, pues, toda la tarde y no llegaste, pues!” respondieron al otro lado de la línea.
“Es que tuve un problema y no pude ir, perdóname mi amor!” respondió Paola María melosamente.
“Si quieres, lo dejamos allí, pues. Para mí no es problema, pues!”
“No, no, no, fue mi culpa, no te molestes, mi amor. Mañana nos veremos!”
“Mañana no hay chamba en la construcción, pues, y voy tener todo el día libre, pues!”
“Y mi esposo se va de viaje, entonces tendremos todo el día para nosotros, mi amor!”
“Y te haré pagar por hacerme perder mi tiempo, pues, mi perra gringa!”
“Sí, mañana hazme todo lo que tú quieras, mi amor, me gustas cuando estás molesto!”
Y se oyó el clic de la llamada terminada al otro lado de la línea.
Paola María, regresó a su cama, su esposo dormía, entonces se echó a su lado y lo abrazó por la espalda, imaginando a Pedro, el robusto obrero de construcción que mañana le removería todos los huesos hasta hacerle llegar al orgasmo.  
Temprano en el aeropuerto de Lima, Manuel Alberto recibe una llamada en su celular, al momento que caminaba rumbo a la Sala de Espera para el abordaje. “Aló, Pedro!” dijo amigablemente atendiendo la llamada.
“Aló, engeniero, ayer no se pudo sacar las fotos, pues, no fue la gringa, pues!”
“¿Entonces?”
“Hoy sí, pues, hoy sí engeniero, ya arreglé todo y cuando vengas de tu viaje te las entrego, pues!”
“No a mí, entrégaselas al abogado, él te pagará, Ok?” y el próspero ingeniero se fue a abordar su avión. 

martes, 11 de septiembre de 2018

El ABUELO


El ABUELO

De Michaelangelo Barnez
En una ciudad de los suburbios del condado de Los Ángeles, vivía la familia Donovan, compuesta por papá John, mamá Johanna, los mellizos Paul y Paola y el abuelo Peter, padre de John.
La casa le pertenecía al abuelo Peter y a su difunta esposa, desde hacía más de 30 años; y contaba con dos recámaras, una con baño propio, living comedor, cocina y un patio bastante grande en donde John aprendió todos los juegos de pelota guiado por su padre; y les fue suficiente de grande hasta que John se casó.
Johanna, antes de mudarse a vivir con su marido, en casa de su suegro, mandó remodelar la casa, añadiendo un segundo piso con todo lo necesario como para ser totalmente independiente del primero, pero quiso hacer algo más y en este primer piso anuló la habitación que era de John, uniendola con el viejo living, así lo convirtió en una sala mucho más espaciosa, que comunicaba la entrada principal de la casa con el patio trasero. En el patio mandó hacer una piscina con un área de entretenimiento y BBQ para amigos e invitados. Una vez terminada la remodelación, resultaba difícil reconocerla de la original. Por eso, ahora Johanna se sentía la dueña y señora de la casa.   
A Peter no le importó la arrogancia de su nuera, le bastaba con saber que su hijo era feliz y que los niños que vinieran llevarían su apellido. Con que no le toquen su vieja habitación matrimonial, con baño propio, TV de 65’’ y su frigobar repleto de botanas, sodas y cerveza, en su original primer piso, estaba feliz.
No pasó mucho tiempo que la apacible casa de los Donovan sea visitada por la cigüeña con carga extra, la de dos bebés mellizos y pelirrojos; y que en solo dos años se convertiría en una alborotada por el huracán que armarían los niños.
Los padres tenían que ir a trabajar, así que el abuelo Peter se quedó a cargo de supervisar a la niñera y los bebés. Fue la oportunidad de Peter de malcriarlos, alternativamente con la rigurosidad de la madre, a tan temprana edad. Su hijo John ya era un caso perdido, porque había sucumbido no solo a la hermosura de su mujer, sino a los dictámenes de ella.
El abuelo Peter era el rompe reglas de la casa. “los mellizos no deben estar más de 30 minutos en le piscina” ordenaba la madre a la niñera. Pero Peter los convirtió en un par de nutrias bebés, ya que les enseñó a bucear y nadar, sí, en ese orden, cuando tenían solo cinco meses de nacidos. Así, para el fastidio de su madre, los pelirrojos Paul y Paola broncearon su piel y sus rostros se llenaron de pecas.
“Papá, Paul y Paola no deben estar mucho tiempo en la piscina” le  reclamaba John, presionado por su esposa.
“Oh, se me olvidó!” le contestaba Peter y hacía un gesto con las manos.
Y el “Oh, se me olvido” fue la frase favorita del abuelo Peter cuando los padres de los mellizos le reclamaban algo como, cuando elegía no llevarlos al colegio para llevarlos al parque; o al mall a caminar por horas por todas las tiendas de juguetes; o comer helados de yogur antes de la hora de cenar; o no llevarlos a la peluquería las repetidas veces que se comprometió en hacerlo; o cuando Johanna descubría que los mellizos, los sábados y domingos muy temprano, no estaban es sus camas, sino en el primer piso, en el dormitorio del abuelo, desayunando en la cama junto con él, mirando la tele.
“No puede ser, no puede ser que tu padre no nos haga caso, en absoluto… -reclamaba Johanna a John-… cuando le damos ordenes claras y precisas… no, no puede ser!”
“Pero los niños están bien y adoran a su abuelo...-decía John a favor de Peter, y añadía-… eso es muy positivo para el fortalecimiento espiritual de nuestros hijos”
“¿Cómo puedes decir eso?...-reaccionó iracunda Johanna, y continuó-... En la escuela son un problema y no hay semana que no nos envíen notas de queja de lo que ellos hacen. Que al gato de la directora le ataron una campana en la cola; que le pegaron a un niño mayor que ellos; que dejaron libre a los hamsters del salón; que todos los días desaparecen las tortugas y las encuentran en el jardín de la escuela; que en el último paseo de la escuela al museo, los mellizos, tus hijos, se metieron a la pileta llena de agua y todos los niños los imitaron. ¿Sabes cómo se quejaron los padres? y yo soy la que tuvo tragarse la vergüenza!” Chilló Johanna, sin parar, ni pausa para tomar aire.
“Pero eso no lo hace mi padre!” Se le ocurrió reclamar a John.
“Cómo...-dijo con la cara roja de la ira-... acaso no lo ves?... -Preguntó retóricamente Johanna y añadió-… Esa es la influencia de tu padre en los niños, y te lo advertí desde cuando eran bebés ¿Acaso no recuerdas cómo los defendía cuando yo los reprendía por comer los espaguetis jugando con las manos?”
Y John no pudo contener la risa al recordar la manera de cómo comían los mellizos al lado de su abuelo untados de salsa tomate toda la cara, y añadió: “Pero eran muy pequeños para usar los cubiertos, y mi papá, ya sabes, es un payaso que hacía todo eso con tal que los mellizos comieran!”
“No, no, no. No se trata de eso. El punto es que tu padre es un viejo loco o… -Y Johanna hizo una pausa para énfasis a sus palabras, entonces añadió-… O sufre de alzhéimer, porque no hace caso y siempre responde “Oh, se me olvido!”, te das cuenta de la gravedad, John?”
No. John no veía ningún problema, porque así fue criado por su padre y creció feliz, y realmente no concebía cual era el problema que tenía su esposa con el abuelo de los mellizos.
“No haces caso de lo que te digo, John, pero yo estoy viendo más allá de todo esto y creo que tu papá dejó de ser un mal ejemplo, para ser un peligro para todos en esta casa, especialmente para los mellizos".
John se limitó al gesto de asentir como muestra de estar de acuerdo con ella, pero nada más.
En realidad creía que era más un problema de nuera-suegro que otra cosa, en donde Johanna era la quejosa bitchy, que ladraba día y noche, de la cama a la cocina, del coche a la cochera, del living de la casa a la oficina del trabajo… Por eso la bloqueaba mentalmente y solo oía un molesto zumbido cuando ella hablaba.
Fue un día, justo cuando Hollywood estrenó una película cuyo tema era acerca de un abuelo que sufriendo de demencia senil, vivía con la familia, en vez de estar en una clínica especial, que Johanna vió el anuncio en la tele. Johanna tuvo el inmediato deseo de ir verla, junto con su marido por supuesto, para ver si entendía, ahora con imágenes, de una vez por todas. Como era de esperar, la película fue un bodrio que caricaturizaba la vejez, pero que a Johanna le encantó, porque el personaje, el “viejo loco”, quemó la casa; entonces fue justo lo que ella necesitaba para convencer a John, para que interne a su padre en una clínica especial.
De regreso a casa, cuando iban por el freeway, Johanna trajo el tema que le obsesionaba. “Allí lo van a tratar y cuidar muy bien. Estará mejor que en casa. Tienen la atención de enfermeras las 24 horas, además de gente que estará a su completo servicio y recreación, lo bañan, lo alimentan, lo pasean, lo cuidan, qué más se puede pedir. Anímate John, habla con tu padre de una vez por todas y convéncelo, hazle ver que estará mejor que en casa, más seguro para cualquier emergencia médica ahora que pasa los 70s…” y Johanna siguió hablando todo el trayecto, desde el parqueadero del cine a la casa, sin descanso ni intenciones de callarse, ininterrumpidamente, hasta convencer a su marido.
Pero hacía ratos que John la había bloqueado, porque ya sabía que solo estaba repitiendo lo mismo de lo mismo. Sin embargo, aun así, debido a tanta presión, meditaba en la remota posibilidad real de llevar a su padre a una "Casa Hacienda" de reposo u hospicio, para personas de la tercera edad. “Mi padre jamás aceptará esa alternativa” pensaba John, a la vez que movía la cabeza de manera negativa, sabiendo cómo era su padre. John recordaba que había visto morir a su abuelo en casa, atendido por su padre y en sus brazos. Había visto como lo atendió día y noche en sus dos últimos años, y fue testigo de muchas actitudes que lo marcaron en su vida a pesar que era tan solo un adolescente; recordaba de cómo Peter había renunciado a su trabajo para atender al abuelo en casa, en vez de enviarlo al lujoso hospicio que le ofrecía su seguro social. John, escuchó cuando su papá le dijo a su abuelo, casi como un juramento, “Usaremos el dinero del seguro y yo te cuidaré, papá… como me cuidaste a mi cuando nací y mamá murió…”
A John se le escaparon algunas lágrimas al recordar lo que hizo su padre hacía 15 años, y las limpió sin que Johanna se diera cuenta, mientras ella seguía hablando.
De pronto John, poniendo atención a la realidad, vio a lo lejos, desde lo alto del segundo nivel de la vía expresa o freeway por donde iban, un resplandor y su reflejo en las nubes del cielo oscuro. Su reacción inmediata fue prender la radio del auto.
Johanna se había callado por unos segundos, al notar el resplandor, entonces gritó: “Incendio, incendio…!”
Y la radio daba la noticia de que varias casas del vecindario se estaban incendiando, pero que los bomberos ya estaban en el lugar tratando de combatir las llamas y evitando que esta se propagase más.
“Es en nuestro vecindario!” exclamó John, saliendo del freeway para tomar la ruta de las calles que faltaban para llegar.
“Viejo maldito, viejo maldito…-exclamó Johanna, histérica al ver a lo lejos la casa en llamas-… Te lo dije John, te lo dije!!! Gritaba entre llantos y manotazos.
Pero no pudieron avanzar más con el auto, porque los camiones bomberos y sus mangueras, los carros patrulleros y los paramédicos bloquearon las calles.   
Entonces fue Johanna la primera en salir del auto y correr hacia las casas en llamas. Mientras que John demoró unos segundos más, por estacionar su auto sin bloquear el paso para el tránsito de los bomberos y otros, luego salió corriendo tras su esposa. Y la encontró con su hija melliza en sus brazos, ambos llorando.
Cuando John se acercaba, la pequeña Paola en brazos de su madre gritaba señalando la casa en llamas “el abuelo, el abuelo!!!”
Y Johanna cubrió el rostro de su hija en su seno mientras decía: “No mires hija, tu abuelo estaba loco, no sabía lo que hacía…-y miró a John con rabia-… y tu hermano, dónde está, dónde está!!!” pero Johanna no se movía del lugar en donde estaba parada.
John las dejó y avanzó en busca del mellizo, esquivando unos carros bomberos y la maraña de mangueras tiradas en el pavimento, tratando de acercarse más, mientras rogaba murmurando: “Dios mío, mi hijo, mi paulcito, mi paulcito!!!…”
Entonces un bombero le impidió el paso, gritando con autoridad: “No puede acercarse, señor!!!”
“Mi hijo, mi hijo, está allí, esa es mi casa…!!!” Gritó John, forcejeando con el bombero que le impedía el paso.
“¿No es aquel?” le dijo el bombero a John, sin soltarlo, haciendo un gesto con la cabeza.
John volteó y oye… “Papá, papá… -Gritó el pequeño Paul, en brazos de otro bombero, señalando la casa en llamas-… el abuelo, el abuelo!!!"
John tomó en sus brazos a su pequeño hijo, mientras el bombero le explicaba, cuando Johanna y la melliza ya estaban a su lado, abrazándose todos.
“Señor, el abuelo salvó primero a la niña…-Dijo el bombero-… y luego entró a rescatar al niño que estaba en el segundo piso…-Entonces hizo una pausa, y continuó-… pero le reclamaron por el gatito y el abuelo regresó a la casa en llamas a salvar a la mascota del niño. Yo no pude detenerlo, señor, el abuelo era un hombre ágil y fuerte, y yo tenía al niño en mis brazos… lo vi entrar y fue entonces que la casa explotó y las llamas cubrieron la salida... no pudo salir. Su padre es todo un héroe, señor!!!”
John abrazaba fuertemente a sus mellizos, mientras lloraba triste… pero orgulloso.
En la última escena de la tragedia, abrazando a su familia, a contraluz de la casa incendiada. Gritó al viento:
“Así fue mi padre, así soy yo, así serán mis hijos!!!”    



LOS VIAJES ASTRALES… ¿FICCIÓN O REALIDAD?

Autor... Michaelangelo Barnez Para empezar diré que los Viajes Astrales son experiencias extraordinarias en donde el espíritu, alma, ánima...