sábado, 4 de diciembre de 2010

LA LOTERÍA


Juan estaba a punto de saltar al vacío desde una ventana del edificio “U.S. Bank Tower”, de 73 pisos, en el Centro de Los Ángeles, California. A él le hubiera gustado llegar al punto más alto de la torre, pero los miembros del servicio de seguridad se lo habría impedido porque carecía del respectivo pase, aunque él en no estaba dispuesto a forzar ninguna situación que pudiera poner en riesgo el objetivo que se había propuesto esa mañana: Quitarse la vida.  
¿Pero, porqué un hombre sano, empresario establecido por casi una vida y con una hermosa familia de esposa y dos hijos ya profesionales, había llegado a esa situación?
La familia Díaz de la Romagna era un modelo de matrimonio para quienes tuvieron la oportunidad de conocerlos. Él era un hombre honesto, sincero y muy severo, que había sabido llevar adelante con éxito a su familia y empresa hasta conseguir el sueño americano. Quizás un tanto autoritario, pero lo suficiente como para ser un líder en todos los aspectos de la vida. Ella, María, era el ejemplo de la esposa fiel, fina, amable, devota del sagrado corazón y, principalmente, sumisa colaboradora de las decisiones de su marido. Además de los dos, hijo e hija, que ya se habían casado y dejado la casa.
Los Diaz de la Romagna se habían fotografiado no hacía mucho, en la privacidad de su sala, por el aniversario de sus 25 años de matrimonio. Realmente la fotografía era una obra de arte que ahorraba más de mil palabras en definir y describir a la familia, porque ella reflejaba la estable posición social y económica de la familia.
¿Entonces, por qué? ¿Dinero? No les urgía. ¿Salud? Ninguno de ellos estaba en una situación fuera de lo corriente. ¿La Fidelidad? Jamás había sido un problema.
¿Entonces?
“Amor, nunca hemos comprado la lotería. Cómprame una, ¿sí?” dijo María a su marido, con la peculiar coquetería que la había acompañado toda la vida, al salir del supermercado.
“¡Eh, son puras tontería, si quieres dinero te lo doy!” le respondió él con el mismo estilo de toda una vida, cuando consideraba que algo no valía la pena. Y fue a traer el Van del parqueadero para cargar las cosas que habían comprado. Momento que aprovecho María para hacer algo por primera vez en su vida contradictorio a la voluntad de su marido, retroceder unos metros y comprar un ticket de la lotería, la que guardó discretamente. Cuando llegó el Van los empleados cargaron los paquetes y luego la pareja se marchó rumbo a casa. 
Pasaron los días y la lotería se jugó. Esta vez eran un pozo acumulado de 100 horrorosos millones de dólares los que la lotería sorteó como primer premio… y María los había ganado. Claro que no le darían todo. El Estado de California y el Gobierno Federal y otros gastos administrativos se llevarían casi la mitad y a María solo le tocaría unos pobres 60 millones. “Shit… Son 60 millones de dólares,” murmuró María regocijándose en el alma.
“¡¡¡Cariño!!! ¡¡¡Nos sacamos la lotería!!!” le gritó María a su marido apenas lo vio el lunes, cuando regresó del trabajo.
Juan no explotó de alegría, solo sonrió y dijo, “Déjame llamar por teléfono a mi amigo, el administrador de banco, para hacer los arreglos del cobro. Esto no lo podemos hacer públicamente”.  Claro, él, Juan, era el líder y estaba mucho más adelante que todos.
Tener tamaña cantidad de dinero, de pronto, de la noche a la mañana, en un abrir y cerrar de ojos, sin pasar por el proceso de ir acumulando tamaña cantidad… trastorna la vida familiar y personal de cualquiera. Los Díaz de la Romagna no serían la excepción.
“¿Ok, Juan, en cuál de tus cuentas quieres hacer el depósito?” le preguntó su amigo, el director del Banco.
“El cobro será anónimo, ¿No es cierto?” reiteró Juan su pedido.
“Sí. Nosotros cobramos a nombre del banco y luego hacemos el depósito en una de tus cuenta, en la más completa reserva.”
“Entonces divide el depósito en mis cuentas de ahorro, personal y familiar, en la cuenta corriente, y el de depósito a plazo fijo, así…” estaba ordenando Juan, pero no pudo terminar.
“¡NO!” dijo María escuetamente, y ambos hombres la miraron estupefactos por su negativa intervención.
“En realidad ya lo hice… En otro banco… Lamento mucho haber esperado este momento para decirlo.” Terminó María de hablar, se puso de pie y se retiró del banco.
La mente de Juan se nubló como resultado del caos que había provocado la decisión de su sumisa esposa, y que ahora le generaba un millón de ideas contradictorias entre sí. Caos mental que duró mucho tiempo y se exteriorizó en un mutismo total.
Juan manejó de regreso a casa en silencio, que María no tuvo reparos en romper encendiendo la radio del Van. Una vez en casa Juan se sentó frente al televisor, lo encendió y allí se quedó las siguientes 24 horas. María, en cambio, se dio un baño de agua tibia para quitarse el estrés por el que había estado desde el momento en que había hecho el depósito a espaldas de su esposo, por decisión propia. Luego salió, no estaba dispuesta a mirar a su marido, hecho un zombi, delante de la tele.  
La discusión llegó al día siguiente. La pareja se dijo lo que en 25 años de matrimonio no se había dicho. Cosas feas, muy feas. Increíblemente no se habló del dinero. En cambio fue María la que le reclamó a Juan “el haber vivido aplastada por 25 años por tu totalitarismo” le reclamó desde los orgasmos fingidos hasta el último capricho negado que le había pedido, el de gastar un cochino dólar en un ticket de la lotería.
“Toda la vida se ha hecho lo que tu querías… Ni siquiera me dejaste ponerles el nombre a mis hijos… Aquí, en esta casa, solo existes tú, tú y tú. Pero esto se acabó, y el NO que escuchaste en el banco debí haberlo dicho antes de casarme contigo!”
Juan quizás hubiera soportado todos los reclamos que su mujer le decía, como empresario sabía que todo era negociable y como optimista emprendedor, lo principal sería cómo salir del problema para vivir sus años dorados venideros como pareja… Pero las últimas palabras de su adorada María… lo destruyeron… Sin remedio.
María no soportó ver a su marido pasar días sentado en el sofá mirando un televisor que realmente no miraba, sin asearse, comer a cualquier hora, abandonar la empresa y peor aún, ensuciarse en el baño peor que… un animal. Llamó a sus hijos, los convenció con algunos millones que se encargaran de él y se marchó.
Sus hijos hicieron lo indecible para que su padre reaccionara pero fue en vano. Hasta que un día, cuando los vecinos se quejaron del estado deplorable situación que tenía Juan y la casa, es que Juan aceptó ir en busca de ayuda.
Esa mañana se aseó, se afeitó una barba crecida de meses y se puso su mejor traje. Pero no fue al doctor sino al edificio de “U.S. Bank Tower”.
Pobre Juan, fue una víctima más del machismo de una época. De no haber sido por la chispa de rebeldía que provocó los millones en María, ella hubiera seguido siendo el ejemplo de la esposa fiel, fina, amable, devota del sagrado corazón y, principalmente, sumisa colaboradora de las decisiones de su marido… condenada a seguir siendo una víctima, desde su nacimiento, hasta el fin de sus días.

viernes, 12 de noviembre de 2010

El joven Mario Vargas Llosa y su Premio Nobel póstumo.

Es indudable que al joven, talentoso y rebelde, Mario Vargas Llosa, le hayan concedido el Premio Nobel de Literatura 2010 después de casi 50 años de haber escrito su novela, La Ciudad de los Perros, por la cual lo premiaron debido al merito literario que esta demostraba.
El joven Vargas Llosa, junto con Cortázar y Gabriel García Márquez, además de Carlos Fuentes, fue parte de una generación de escritores que revolucionaron la literatura latinoamericana de entonces y abrieron una época con nombre propio. De la misma manera como las condiciones sociales de América Latina de los 50’s, de explotación Imperialista que la sumía en la más profunda miseria económica y política, provocando insurrecciones y levantamientos populares que desembocaron en el triunfo de la Revolución Cubana, sirvió de caldo de cultivo para que germinara el espíritu revolucionario en muchos jóvenes intelectuales en los más amplios aspectos.
Caldo de cultivo que permitió a Llosa, Cortázar, García Marques y Carlos fuentes escribir sus mejores obras, de sus vidas y época, que aun palpitan. La Cuidad y los Perros (1962), Rayuelas (1963), Cien Años de Soledad (1967) y “La muerte de Artemio Cruz” (1962), respectivamente, fueron las novelas que brillaron en aquella la vitrina literaria del Boom Latinoamericano que crearon. Y si no todas sus novelas eran explícitamente políticas, en cambio sus declaraciones de principios, sí, lo que los ubicaban en el área de los intelectuales de izquierda, rebeldes al status quo impuesto por las dictaduras civiles o militares. Sus declaraciones fueron de apoyo a Fidel y la Revolución Cubana y de condena al Imperialismo norteamericano por explotador, intervencionista y promotor de dictaduras oligárquicas. Fueron tenaces defensores de los Derechos Humanos y Libertades Democráticas, sin endosarlas a mercantilismo liberal. Hasta que el joven Mario Vargas Llosa, luego de escribir La Casa Verde (1965) y Conversación en la Catedral (1969), muere, siendo reemplazado por un engendro, con todas virtudes literarias técnicas del origina, que reniega de todas aquellas ideas de su juventud rebelde. De allí en adelante apoyó la causa del liberalismo, y si se trataba de la defensa de los derechos humanos y libertades democráticas estas tendrían que estar enmarcado en el mercantilismo. Últimamente se vio envuelto en la más baja y ruin campaña contra el régimen democrático de Venezuela del presidente Hugo Chávez. Fue protagonista de un vergonzosos “escándalo” en el aeropuerto de caracas, 2009, a sabiendas de su falsedad, por la derecha venezolana. Indudablemente, el joven Mario había muerto hacía mucho tiempo.
Pero, ¿Esa duplicidad de identidades en el tiempo podría justificar que no se reconozca el valor literario del joven Llosa? No, creo que no. No sería lo justo. Lo escrito por el engendro del notable joven autor nunca fue superior al original y autentico, porque hasta hoy no ha podido hacer algo que lo supere o, por lo menos, se acerque a su obra, al contrario se ha allanado al nada criticable mercantilismo del BestSeller. Por eso se premió al joven Mario Vargas Llosa… al de “La Ciudad y los Perros”, aunque el cadáver tuvo la desfachatez de aceptarlo… y cobrar el millón de dólares.

martes, 19 de octubre de 2010

“Estoy hasta el culo…”

MICHAELANGELO BARNEZ
Vaya manera de empezar este entuerto literario, dizque narrativo, nada menos y a su altura, con un improperio. Cuando decimos, si es que alguno lo ha dicho, o escuchado: “estoy hasta el culo”, significa muchas cosas que se resumiría en una sola: “Estar Jodido”. ¿Más explicaciones? Váyanse a la… biblioteca, o mejor sigan leyendo.
Cuando dije lo que dije, quise decir exactamente eso. Porque confieso que no tengo espíritu de político del tercer, o cualquier mundo. Que dice y se desdice en cada palabra que se le escapa por la boca o por su no menos pestilente opuesto. Que jura no haber dicho lo que dijo, o peor aún, que lo que dijo no fue lo que escucharon o publicaron… y así hasta el infinito.
 Muchas veces en mi vida he dicho, o simplemente pensado, haber estado hasta el culo, cuando me encontraba fastidiado de algo o ante un problema sin aparente solución, en el que me ahogaba, que luego resolvía satisfactoriamente, de una manera real o como consuelo.
No es mi intención detallar esos cruciales momentos de mi vida, pero por lo menos quiero mencionar el primero que recuerdo de cuando era muy niño, de siete años aproximadamente, cuando estuve parado por espacio de media hora frente a la puerta de mi casa, totalmente inmóvil, la que no me atrevía a llamar por temor al castigo, ya que había salido sin permiso. Problema que luego se solucionó cuando, oh sorpresa, mis padres llegaron y pensaron que se me había cerrado la puerta por casualidad, y me colmaron de besos. Suerte ¿no?
 Pero ahora es diferente, a mis 63 años de edad, estoy realmente hasta el culo, totalmente inmóvil, ante una puerta que no deseo llamar y menos entrar: La Sala de Operaciones. ¿Vendrán mis padres, como en la primera vez? No. Definitivamente, no, porque ellos ya se fueron para no volver.
Hasta hace pocos meses pensé, o creí, que yo era indestructible. Rocanroleaba como un adolecente, corría tres kilómetros diarios, “subía al árbol” tres veces a la semana para satisfacción de mi mujer, además de tener la buena costumbre de ser “ratón de un solo hueco”; comía de todo y bien, remojaba mi espíritu con un buen vino; y hacía muchos años, unos 30, que había dejado de fumar. Quiero confesar que por el ejemplo recibido de mi mujer practicaba el chequeo médico preventivo e iba al doctor cada cumpleaños a que me hagan una revisión general, aún sintiéndome como Supermán. Hasta que un día me sentí mal y fui a ver al matasanos de la familia.
En realidad, fue él y su pandilla los que me vieron. Revisaron mi impecable historia de salud y aún así, ordenaron una serie de análisis, radiografías y tomografías que, de no haber sido por el interés de mi salud, las calificaría como violatorias.
¡Dios mío! La pandilla me agarró peor que a una estrella porno insaciable. Y mi orgullo machista, es decir mi culito, fue mancillado, y además tuve que pagar y decir gracias.
Así, me dijeron: ponte para arriba, para abajo, voltéate, agáchate, agárrate los cachetes y ábretelos, ciérralo, tose, no respires, respira, no te muevas.
Pero, bueno fuera que solo hubieran sido palabras. No, además me hicieron beber sustancia que en mi sano juicio jamás hubiera aceptado. Y peor aún, si hablamos de los aparatos que me introdujeron, por delante y atrás, por decirlo decentemente.
Yo adivino que Uds. han visto las llamadas películas XXX. Bueno, lo que yo vi, o me hicieron ver, fue más allá de eso, más allá del la barrera de lo explicito. Fue XXXXXX…. ¿Por qué? Veamos.
Porque mi pipí tampoco se salvó por más que se mantuvo calladito y escondido en su capullo, y lo despertaron. Le dieron un par de cachetadas, lo agarraron sin asco del cuello, como a un malhechor, y me hicieron una cistoscopia. Así, vi las paredes de mi vejiga, ya se imaginan por donde metieron la cámara de TV, ¿no?, y encontraron que estaba limpias de tumores o escoriaciones, aunque un poco irritada en una zona vesical. En conclusión, estaba en perfecto estado, con una próstata buena y no había señales de cáncer.
La “Estrella Mustia” no se salvó por más que apretó. Por allí metieron otra cámara TV que trataban de esconder a mi vista, pero que por un descuido de la enfermera logré ver y constatar que era más grande que la del burro. Me drogaron para que no sintiera nada, carajo, la que me perdí, aunque pude ver todo el show XXXXXX. Mi Colon, así, sin acento, estaba limpio, hermoso, libre de tumores o llagas, es decir no había señales de cáncer.
“¿Entonces, doctorcito, papito lindo?” le dije esperando lo peor.
“Su colon está en perfecto estado… Pero tiene divertículos”. Me dijo el Doc.
“¿Qué, mi culo es divertido, cómo se atreve doctor?”
“No, ja, ja, ja… Es decir, que existen ciertas bolsas, llamadas divertículos, que pueden traer complicaciones. Y parece que una de ellas se ha pegado a la vejiga creando una fistula”.
“Ya, ya, ya… ¿Y cuál es el tratamiento, doctor?”
“No hay tratamiento, solo queda la cirugía”. Me contestó el doc. frotándose las manos y con una malsana risita en los labios.
“Holy shit, ahora sí estoy literalmente hasta el culo” pensé.
Por eso, ahora estoy como cuando era muy niño, cuando estuve parado por espacio de media hora frente a la puerta de mi casa, totalmente inmóvil frente a la sala de operaciones, a la que no me atrevo a entrar por temor a no despertar.
¿Vendrá mis padres esta vez?
Y todo esto, por la salud y la alegría de vivir unos años más… Veremos qué pasa.
Hasta pronto amigos.

miércoles, 18 de agosto de 2010

EL TREN VOYEUR



PARA LUCRECIA… A GOTHIC GIRL
Cuando Lucrecia me dijo que me había escogido para su “First Time” me vi sorprendido por tal designación, entonces pensé: “Holly shit, ahora sí se viene el Armagedón”, a pesar de que ya había tenido tal experiencia hacía muchos años atrás, relacionándolo con mi debut amatorio.
Así que, haciéndole caso, me dejé  llevar por su iniciativa y tomé su delicada mano enfundada en un fino guante de seda negra, con encajes transparentes, que sólo dejaban ver las puntas de sus dedos.
“¡Dios mío, estás hirviendo!” pensé al tocarla cuando nos encontramos, entonces decidí soltar las dos estacas que llevaba en la otra mano; una era de madera y la otra de plata.
¿Por qué llevaba esas estacas conmigo? Por si acaso; entre dudas las había agarrado cuando escuché su invitación. No vaya a ser que Lucrecia, en sus escasos 20 años, aprovechando el anonimato virtual del contacto “Chat”, fuera uno de esos bichos, no tan raros, que siendo “hombre” chupan sangre y algo más, y se ponen nombre de mujer. Para eso eran las estacas, llegado el caso: la de madera para clavársela en el corazón de vampiro, y si no moría, la de plata, para atrás, en el centro de su identidad, para que el “Chupa Cabro” se vaya feliz al infierno después de todo.
“¡Es una dama!” me dije al ver su fino rostro, tratando de verla bien a través de los velos oscuros que cubrían su delicada figura, casi dejando caer las estacas, pero súbitamente cambié de parecer y las retuve conmigo.
Lucrecia me llevó de la mano entre penumbras, trenes y vagones abandonados en una lúgubre Estación. Iluminados únicamente por la inmensa y resplandeciente cara de la luna llena, salpicada de cráteres como sobreviviente de una atroz viruela, mientras me hablaba en tono de queja acerca de un amante que le quitaba el sueño, además de sus pantis. No sé para qué me lo describió, como si me importara. Y de allí deduje que se parecía a mí, pero de tiempos cuando yo era muy joven.
Me sentí algo desilusionado de no ser yo el protagonista principal. “¿Entonces, qué demonios hago aquí?” me pregunté en silencio. Y desde las escondidas profundidades de mi mente salió la respuesta: “Ajá… Quieres que fisgonee cuando haces el amor”, dejando expuesta mi reprimida compulsión voyeur.
Quise preguntarle algo, pero no me dejó.
“Sólo escúchame, eso no te hace mi cómplice, ¿Oh sí?” me dijo como una orden, pero prometiéndome mucho más con la mirada.
Yo seguí a su lado, acompañándole en silencio, casi en contra de mi voluntad, pensando que en cualquier instante Lucrecia voltearía hacía mí y me cortaría el cuello, las manos o los cojones, tal como me había contado que había hecho con sus otros amantes; aunque también pensaba que ella, como la viuda negra, iba a hacerle algo muy malo a quien íbamos a ver. Yo estaba aterrorizado, pero la compulsiva, libidinosa e irrefrenable curiosidad de verla fornicando con su amante me hacía seguir adelante, sin importarme lo demás.
Hasta que el silbato de un tren anunció su paso.
Nos paramos al lado de la vía férrea y ella fijó su mirada en el tren que venía echando humo y vapores.
Fue sólo un instante, como un relámpago, en que vimos al maquinista del tren asomado por la ventana; era el joven rostro sonriente descrito que yo creí reconocer, cuando el tren pasó delante de nosotros.
“Bang, bang” resonó en mis oídos y vi un arma brillar en la mano enfundada en guante negro de encajes de Lucrecia, apuntando al maquinista de la ruidosa y humeante mole de acero. 
Las estacas cayeron de mi mano y me alejé conduciendo el tren, mientras veía a Lucrecia abrazada de su joven amante.

sábado, 8 de mayo de 2010

DIÁLOGO SUBLIME Y ETERNO… MODIGLIANI

“Cuando conozca tu alma pintaré tus ojos”
 le dice Amadeus Modigliani a su esposa, en el largo proceso de su creación artística.
“¿Y… cómo pinta un ciego?”
le responde su esposa, encarándole su distraído amor.
“¡Pinta lo que nadie ve!”
le respondió Modigliani.

viernes, 5 de marzo de 2010

Como mi Hermano Siamés

Él sale de muy dentro de mí, diría que de mis entrañas y lo llevo pegado justo a mi espalda. Por un tiempo se escondía prudentemente cada vez que me miraba en el espejo. Dicho sea de paso, las personas con quienes trataba no se daban cuenta de su presencia. Pero, recientemente no puedo controlarlo, se le ha dado por mostrarse sin ningún pudor, temor, vergüenza o, mejor dicho, sin ninguna restricción, y he empezado a tener problemas. Él es más que horrible, es despreciable.
A veces lo olvido por breves instantes pero él se encarga de aparecer. Me avergüenzo de llevarlo a todo sitio sin poder liberarme de su presencia. Está conmigo día y noche, haga frio o calor; mientras almuerzo, ceno o descanso; esté en la más absoluta intimidad o en público; no me deja ni puedo dejarlo y siento que me está destruyendo.
Busqué ayuda y consejo en mis amigos porque quiero controlarlo y me dijeron que todo dependía de mí, de que era con amor y paciencia como podía resolver este problema… Como ven, no resultó.
Hoy en la mañana, mientras me peinaba delante del espejo, se le ocurrió mostrarse una vez más. Entonces vi su horrible rostro, deforme como un monstruo, asomarse por mi espalda. Con una repugnante expresión en su rostro de autosuficiencia y desprecio. Pero lo peor de todo es que me di cuenta que mis facciones se van pareciendo a las de él.
No puede ser, tengo que solucionar esto antes que me destruya. Iré al doctor.
“Doctor, tengo un problema muy grave, no tengo paz en ningún momento… Siento un odio tan profundo que me corroe el alma y no puedo liberarme de él…”

lunes, 22 de febrero de 2010

UOYOOOO… UOYO, YO, YO

DE  MICHAELANGELO BARNEZ

¡Uoyoooo!… ¡Uoyo, yo, yo! Fue el grito que erizó los poros de nuestra piel. Las luces multicolores e intermitentes parpadearon y hubo una explosión de alegría.
¡Uoyoooo!… ¡Uoyo, yo, yo!
*Gritaba un hombre en el escenario con el puño en alto, era delgado y de sonrisa fácil, y respondimos al unísono: ¡Uoyoooo!… ¡Uoyo, yo, yo! mientras saltaban de manera acompasada al ritmo de una fusión de ritmos del Reggae jamaiquino, la Rumba española, el Rock pesado y sabe dios que otra más, sosteniendo una guitarra que no dejaba de rasgar, en medio de una banda musical no menos alegre y dinámica que él… Era Manu Chao y su banda, y nosotros más de 60,000 personas que comenzamos a dar saltos siguiendo el ritmo de la música… y el lugar tembló como en un terremoto. Y en medio de ese mar de gente lo hicimos nosotros también.

“Welcome to Tijuana… Tequila, sexo y mariguana…”
*Hoy hice un alto en mi vida y fui al concierto de Manu Chao, sí, Manu Chao había llegado por fin a mi país. Él se había presentado la noche anterior en un inmenso estadio de fútbol, en donde se vendieron más de 60,000 entradas. ¿Ir allí? Imposible. La entrada más barata era de 10 dólares que equivalía al gasto que hacemos en casa para vivir diez días. Felizmente Manu Chao obliga a los promotores a auspiciar un concierto gratis. Por eso estábamos aquí.
“¡Yo vengo del hoyo yo yo… Hoyo yo yo… Hoyo yo yo!”
*Y yo también. Vivo a las afueras de la ciudad, en un lugar indecente, no recomendable para cualquier ser humano por insalubre y carente de todos los servicios como la luz, el agua y el desagüe. En un hoyo que un animal libre no aceptaría como guarida pero que otros millones de gente como yo, aplastados por el sistema, aceptamos.
“La suerte viene, la suerte se va por la frontera… por la carretera…
El hambre viene y el hombre se va por la carretera…”
*Soy obrero textil, casi por jubilarme. Vine a la capital, es un decir, desde las alturas de los andes hace 50 años, pero la gran Babilón no me aceptó, por eso caí en este hoyo del que no puedo salir. Mi hijo casi ingresa a la universidad de Ingeniería; que tal sueño ¿no?, ahora trabaja conmigo en la misma fábrica. Su hijo, mi nieto, tendrá su oportunidad, ya veremos…

“Solo voy con mi pena… Sola va mi condena
Correr es mi destino… Para burlar la ley
Perdido en el corazón… De la grande Babilón
Me dicen el clandestino… Por no llevar papel…”
*Trabajo de albañil, cuando puedo. Mi hermano mayor se fue al norte hace dos años y cada fin de mes nos escribe desde un lugar diferente. Allí, felizmente, trabaja y puede mandar dinero… eso nos ayuda un poco a vivir aquí. En cambio nunca podemos agradecerle porque no tiene un domicilio fijo. Dos años y ya conozco el nombre de más de veinte ciudades de la gran Babilón. ¿Mi hermano habrá visto a Manu Chao? Si estuviera aquí con nosotros estaríamos en este concierto.
“Welcome to Paradise… Welcome to paradise
Today it’s raining… Today it’s raining… in paradise
In Baghdad, it's no democracy
That’s just because, it’s a US Country
Go Maasai go Maasai be mellow,
Go Maasai go Maasai be sharp…”
*Gritábamos un grupo de universitarios en coro, a quienes no nos bastó el de anoche y hoy acompañábamos a Manu Chao en este concierto popular.
“Peruano… Clandestino
Argentino… Clandestino
Uruguasho… Clandestino
Marihuana… Ilegal…”
*Creo que cada quien tiene sus motivos para hacer o no hacer algo, lo peor es buscar excusas para lo mismo cuando debe decidir algo.
A mi edad, el doble o hasta el triple de la mayoría de jóvenes que me rodeaban, yo saltaba al borde del colapso pero con la felicidad de hacerlo sin el maldito temor. Quizás mañana, cuando una bolsa y una jeringa cuelgue desde mi futura incontinente vejiga o esté encadenado a una silla de ruedas, añoraré hacerlo pero, por lo menos, tendré la satisfacción de que en mi tiempo lo hice.
“Si yo fuera Maradona viviría como él…
La vida es una tómbola, de noche y de día…”
La fiesta terminaba pero la gente rehusaba a irse.
Estábamos locos, nunca habíamos sentido tanta alegría ni brincado tanto, y gritamos por más, queríamos más, y como nunca… nos hicieron caso.
¡Uoyoooo!… ¡Uoyo, yo, yo!
Al final salimos gritando junto con él y su banda:
“!!!El Pueblo Unido… Jamás será Vencido¡¡¡”
y con el alma henchida de libertad.

viernes, 12 de febrero de 2010

AYAHUASCA… UNA EXPERIENCIA PERSONAL.


Hace poco, cuando ya había publicado “Te Veré en Sueños”, tuve un momento de introspección especial acerca de lo que había escrito como una ficción y lo que yo creía. Y el resultado de aquella auto evaluación fue muy positiva ya que lo que afirmaba en la novela, mas allá de la ficción, era lo que yo verdaderamente conceptuaba.

Mi formación universitaria, en la especialidad de la Ingeniería, me dio la capacidad analítica de discernimiento entre lo real e irreal, entre lo falso y verdadero, más allá de lo puramente académico y profesional. Además, cayeron en mis manos libros extracurriculares de Carlos Marx y Federico Engels, lo que acabó de redondear mi concepción materialista de la naturaleza y por supuesto del universo. Así devine en definirme como un arrogante agnóstico y odioso escéptico... Me había liberado ya de las creencias mágico-religiosas y de las supersticiones que me habían rodeado de manera natural durante mi vida... Hasta que mi vehemencia amainó y coincidentemente llegó a mis manos un tratado de “La Teoría de la Mecánica Quántica” y mi materialismo dialéctico se volvió mas flexible y pude aceptar (o explicarme a mi mismo) la existencia de aquel mundo de lo imposible, de los “milagros”, “espíritus”... “del más allá”... y de aquel universo infinito por descubrir, que está dentro y fuera de nosotros, en donde no cabe ni lo mágico, ni divino... sino las leyes fundamentales del universo, y por consecuencia, dentro de ella, la vida.

Fue entonces que la fascinación, secreta y vergonzante, que sentía por la parasicología y los fenómenos extrasensoriales tuvo al fin un asidero científico... y de allí brotaron los pasajes de la novela “Te Veré en Sueños”, “La Puerta del Sol”  y “Danzando con Cóndores” (en plena elaboración) que cierran la trilogía esotérica que me diseñé desde un principio.

Pero además, esa evaluación me llevó al deseo de ser consecuente con lo que allí afirmaba respecto a aquel maravilloso brebaje amazónico “El Ayahuasca”. Desde muy joven, nacido y criado en el Perú, escuché y leí historias acerca de esta asombrosa droga, la mayoría de ellas exaltándola fantasiosamente o, en el extremo opuesto, maliciosamente falsas... Pero yo no la había probado.

Lo cierto es que el Ayahuasca hoy ya no es un secreto ni un tabú, sino que científicos y espiritualistas, de oriente y occidente, la reconocen como una potente droga psicotrópica capaz de borrar los límites que imponen la conciencia y sumergir a quien lo experimenta en un inimaginable viaje por el universo de la subconciencia... e inclusive aun más. Se puede afirmar que, de la misma manera como un ser atormentado sana después de varias sesiones sicoanalíticas, la gran mayoría que decidieron probar el Ayahuasca, por motivos propios, declararon que el efecto inmediato o posterior es el de una agradable sensación de limpieza espiritual.

El antiguo hombre amazónico descubrió el brebaje hace miles de años, y lo usó con motivos espirituales, para ver el futuro de su comunidad, para hablar con dios y eliminar sus demonios; e impuso la primera experiencia de la toma del Ayahuasca a los jóvenes, quienes abandonaban la pubertad para convertirse en hombres, con el objetivo de que se encuentren consigo mismo, y así fueran mejores.

Así que conocí la Ayahuasca, por rumores primero y luego por investigación para mi novela. Y en mi introspección decidí realizar el viaje por mi subconsciente ayudado por el brebaje amazónico.

Por suerte encontré un excelente Shamán Ayahuasquero... Sí. En ese entonces vi un póster pegado en un poste eléctrico por los alrededores de la Universidad de Lima, Perú, un anuncio que proponía dicha experiencia y un numero de teléfono... y guiado por mi intuición llamé, aunque con un preventivo temor...

“Aló...” escuché que respondían al otro lado de la línea. Era la suave voz de una mujer.

“Sí... Vi un anuncio acerca del Ayahuasca y quisiera saber...”

Y así empezó la historia de la primera experiencia en mi vida con alguna sustancia que me hiciera perder la conciencia de mi entorno para que, con toda lucidez, pueda “ver” el más allá de la realidad. Así conocí a Kapullana, una hermosa mujer amazónica, asistente y esposa del Shamán Pucallpeño Ronald Rivera Cachiche, con quienes ahora me une una agradable amistad.

Me gustaría contarles los detalles de mi viaje, pero sería algo extenso así que les prometo hacerlo en un próximo artículo en esta misma Pág. Aunque sí quisiera agregar, antes de dejarlos, que la experiencia, además de ser asombrosa, es sobrecogedora, en el sentido de que el Ayahuasca toca cada una de tus células, sí, realmente la experiencia es abrumadora... al límite de producirte un aumento en tu ritmo cardiaco, una taquicardia, como consecuencia de las sensaciones que estás viviendo ... Hasta pronto.

sábado, 28 de noviembre de 2009

HASTA PRONTO...

Estimados amigos este mensaje no es para invitarlos a leer alguno de mis cuentos sino para comunicarles mi ausencia por dos meses (Diciembre y Enero) como acostumbro cada año. Durante ese tiempo me alejo de todo lo que es Internet y mi PC y me dedico exclusivamente a las tareas del hogar como, pintar y redecorar la casa, a declarar mis ingresos y pagar mis impuestos, levantarme muy tarde, desayunar en cama, ir a pescar, etc…
Desde ya, les deseo una Feliz Navidad y un Prospero año Nuevo.
Cuídense mucho. Y si no hay novedades estaré de regreso la primera semana de Febrero totalmente recargado de una muy buena energía y con cuentos totalmente inéditos cada semana para compartirlos con todos Uds... Hasta pronto queridos amigos
MICHAELANGELO BARNEZ

jueves, 29 de octubre de 2009

SIN PELOS EN LA LENGUA…Narración breve

ISABEL SARLI... 1962
“Desnuda en la Arena” fue la primera película erótica que vi, mejor dicho me escabullí en el teatro para verla, cuando justo entraba a la dulce etapa de la pubertad.
“Pubertad” fue una palabra que nunca busqué en el diccionario pero que inmediatamente la asocié con la maraña de vellos que aparecieron en mi pubis. Ajá, me dije, dando por sentada la asociación del hecho, las ideas y palabras.
Al ver la película, cómodamente sentado en el teatro de mi barrio de aquel entonces, gocé por brevísimos minutos del panorama de la mismísima enmarañada zona púbica, que ahora me brindaba la voluptuosa polla de doble pechuga: Isabel Sarli, y sin el permiso de Armando Bo, simplemente se armó algo aquí abajo y tuve la misma reacción de un burro.
¿Por qué? Se preguntarán. Bueno, les explico.
Primero, porque como un animal sin raciocinio, tan pronto vi la pecaminosa escena mi reacción fue inmediata. Sentí una dulce sensación que recorrió mi alma, me hizo suspirar y luego endurecer algo de mí que me hizo asociar al dios Eros y sus bacanales, de mis clases de historia universal, con la dureza que se producía allí debajo, pidiendo permiso a empellones entre el follaje de vellos y la cremallera de mi pantalón.
Y segundo, por otra razón más, que explicarlo sería pornográfico; un poco parecido al álgebra ya que se refiere al miembro elevado a su máxima expresión.
“¡Los hombres son unos burros!” me dijo mi primera enamorada, la segunda también y así sucesivamente hubiera seguido hasta el infinito, si yo fuera inmortal; pero no sólo de enamoradas sino de todas las amigas con quienes pude hablar con la confianza suficiente, para que me explicaran que los hombres somos unos tontos, insensibles, egoístas, materialistas, inútiles en el mejor momento, mechacortas, choqueyfugas, meteysacas etc, etc… que sintetizaba con la palabra: “Burro”; pero que yo siempre lo asocié con el único detalle físico con que podíamos compararnos con el aventajado animal… en sueños.
“¡Lo que tuviste fue una erección, tonto!” me explicó musicalmente mi enamorada, una chica muyyy mala, aunque no usó el adjetivo, “Burro”, para calificar mi falta de vocabulario, algo en lo que ella era experta. De allí en adelante esas palabras y todas sus variaciones quedarían asociadas en mi cerebro… de “hormiga o burro”, como quieran, lo dejo a su discreción.
Ella me enseñó muchas cosas más, como dije: tenía un buen vocabulario, pero era el ejercicio de su “lengua y bocabulario” en lo que más destacaba. No me importó mucho su currículo porque en esas épocas aun no despertaba mi morboso libido a plenitud, sino era su angelical rostro lo que me atraía, pero como dije también: ella era muyyy mala!!!. Me enseñó anatomía aplicada y geografía. En donde aprendí manualmente e “in situ” sus depresiones y protuberancias con sus respectivos nombres científicos y vulgares.
Así me convertí en un Rodrigo de Triana al ver y saltar como un loco ante su enmarañado y virginal bosque, en Colón tan pronto pude pisarla y besar sus orillas, y en Magallanes cuando me escurrí por su húmedo y tormentoso estrecho… Ah, me olvidaba de Orellana, quién perdido y de casualidad navegó desde el Perú por el Amazonas hasta su desembocadura: el océano Atlántico, y así, descubriendo el Brasil (¿?)… Sí, también lo fui, sólo que yo, tan extraviado como él, humildemente llegué a Potosí.
Juro que todo esto es totalmente cierto, sucedió a mi arribo a la pubertad y debut de adolescente. “¿Adolescente?” palabra que no sé por qué la asocio con el Rock y la enfermedad. ¿Vendrá de “Adolece…?” o de mi pasajera adicción por “Rosy y sus cinco hermanas” previa a mi primera enamorada.
Bien, así fue el debut de mi quinceañera pubertad en el verano del 62. Y luego, terminadas las vacaciones escolares, regresé al colegio privado de curas Salesianos en donde estaba internado. Donde las inquisidoras miradas de los mal disimulados célibes descubrieron que yo ya no era el niño inocente que había dejado el colegio el pasado diciembre… Sino un burro hecho y derecho.
Esto se los he contado sin pelos en la mano… Oh perdón, quise decir sin pelos en la lengua… Oh shit!!!… La corrección resultó peor que el error… Bueno, mejor lo dejo como está y ya.
PS: Mi primera enamorada, como siempre sucede, me dejó por otro burro más experto tan pronto me fui al internado. Yo sufrí pero la olvidé. Hace poco tuvo el descaro de enviarme una foto suya para hacerme ver lo que me perdí… Ufff, de lo que me salvé ¿No es cierto amigos?









LOS VIAJES ASTRALES… ¿FICCIÓN O REALIDAD?

Autor... Michaelangelo Barnez Para empezar diré que los Viajes Astrales son experiencias extraordinarias en donde el espíritu, alma, ánima...