martes, 14 de diciembre de 2010

COMO ESCRIBIR UNA NOVELA... SIN MORIR EN EL INTENTO… Parte 2/4


PARTE II
Hola amigos aquí de regreso para continuar con el tema de “Cómo Escribir una Novela... Sin morir en el intento.”
Bien, ahora que ya tenemos definido lo que es una novela, demos un paso hacia atrás y observemos. A su vez, imaginemos que tengamos al alcance de nuestras manos a todas las novelas que más nos hayan impresionado en el momento de su lectura. Olvídense de todas aquellas que teniendo un renombre en la literatura universal Uds. no las hayan leído, ya que para el caso no nos servirá de nada. Aquí quisiera hacer un hincapié importante, especialmente para aquellos “wannabe” de escritores, y es que, si realmente se quiere escribir una novela, primero debemos haber descubierto y desarrollado el placer de la lectura. Así que, aquí no cuenta cuantas novelas conocen por el nombre y el autor, peor aun si sabemos de ellas sólo por los resúmenes o síntesis enciclopédicos. Sería como querer disfrutar de un esplendoroso amanecer careciendo del sentido de la vista. Nos podrán describirla con mucho lujo de detalles, pero nunca nos podremos siquiera acercar al incomparable placer de observarla directamente.
Entonces si observamos a todas las novelas que hemos leído, háganse una lista, veremos que en su gran mayoría, por no decir el 100%, descubriremos que la novela tiene una Estructura, ordenada de tal manera para ser comprendida por el común de los lectores.
Pero, ¿Qué significa Estructura? En ingeniería Civil lo definimos como aquella armazón que sostiene a una edificación, es decir todo aquello que hace posible que, por ejemplo, una casa de varios pisos se mantenga en pie como un todo.
¿Acaso estoy complicando el tema? No lo creo, al contrario, simplemente miremos cualquier edificación que nos rodea y les aseguro que allí dentro hay una estructura. Bien, ¿Y cómo nos sirve esta idea para nuestro caso? Muy simple, imagínense que una novela es una casa de tres pisos, en donde cada uno de estos sostiene al otro y forman una unidad. Lo que nos lleva a la característica formal más importante de la novela. Y remarco, sin ella sería imposible escribir una historia coherente y accesible al entendimiento. Y esta es la Estructura Literaria.
2.- Estructura de la novela, entonces ahora si podremos afirmar que:
La Estructura de una novela es aquella que hace posible que una historia pueda ser escrita y contada formando una unidad.
Ahora, Uds. recordaran que comparé a la novela con una casa de tres pisos, y claro está que cada quien se imaginará ésa casa de la manera que guste y con los detalles que quieran, pero, definitivamente, tendrá tres pisos. Así que la novela, con cualquier exquisitez que tenga el autor en escribirla, tendrá tres partes, y estas son:     
       El Comienzo, El Desarrollo, y El Final. 
Fácil, ¿no? ¿Si? Que les dije. Y remarquemos que, toda novela tiene un comienzo, un desarrollo y un final. Aunque estas partes no sean muy obvias para el lector, en cambio son ineludiblemente claras para el escritor ante de escribirla. Lo contrario, sería como el intento de un ingeniero en construir una casa sin tener una idea clara y precisa de lo que va ha edificar. Sería algo absolutamente no profesional como actitud, y cuyo resultado sería desastroso, por lo tanto absolutamente no recomendable. Por eso el titulo de este ciclo se llama: “Cómo escribir una novela… SIN MORIR EN EL INTENTO” entendiendo que, el no culminar el proyecto, acarrearía la muerte del espíritu de escribir: El Escritor.
Regresemos al tema de la estructura… Pero, ¿Cómo puede ser posible esto, si aquí estamos hablando de literatura y por lo tanto de creación artística, que de por sí no tiene limites, ni puede ser encasillado en esquemas rígidos? Cierto, muy cierto. Pero aquí estamos hablando específicamente de la novela, no de la poesía u otros géneros literarios que tienen sus propias reglas o no-reglas. Entonces remarco nuevamente, la novela tiene una estructura que debemos de respetar porque su objetivo primario y final es que sea comprendido por el lector. En donde la creación artística del escritor está en las ideas que éste desarrolla a través del Argumento de la historia, las situaciones y diálogos de los personajes y la manera particular de contarla.
Esto me hace recordar la visita que hice a la Casa Encantada de la familia Winchester, allá en San Francisco, California. Bueno, quiero decirles que esta casa realmente es una mansión, una mansión muy particular, que la Sra. Winchester mandó construir, pero acosada por el temor a los fantasmas de los Indios Pieles Rojas que asesinaron con el uso de la invención de su esposo, el rifle de repetición “Winchester”, lo hizo con un capricho inverosímil para así poder confundir a las almas en pena. De tal manera que cuando Uds. entran a la casa y comienzan a visitar los diversos compartimientos de ésta se sentirán abrumados porque la casa rompe con todos los esquemas arquitectónicos de una normal. Encontraran escaleras que terminan en una pared, ventanas que en realidad son puertas y puertas que son ventanas, y así caminando descubrirán de repente que están en el sótano de la casa y sin embargo, si miran al exterior verán que están en el tercer piso de ésta. Por su puesto que es una casa extraordinaria y digna de visitar. Pero, así con todo, a pesar de nuestra confusión, ésta fue meticulosamente planeada por el arquitecto y el ingeniero que la construyó logrando darle ese preciso objetivo. Así pues, la casa tiene una entrada, un laberinto de habitaciones, y una salida. Es decir, las tres partes de las que les hablé.
Bien, este tema no está agotado porque tenemos que hablar acerca de cada uno de esas partes, pero lo haremos luego... Hasta pronto.

viernes, 10 de diciembre de 2010

COMO ESCRIBIR UNA NOVELA... SIN MORIR EN EL INTENTO... 1/4


PARTE I
Palabras previas:
La presente es el resumen de una serie de conferencias dictadas en universidades, facultades e Institutos de Literatura, además de otros centros como La Cárcel de Máxima Seguridad de Presos Políticos, en el Perú.
Me gustaría empezar este ciclo de charlas, titulada: “Cómo Escribir Una Novela… Sin morir en el intento”, hablándoles un poco acerca de mi persona porque creo que el tema está ligado a mi experiencia personal.
Lo primero que quiero decirles es que la profesión y actividad principal durante treinta años de mi vida fue la de ingeniero y administrador de mi propia empresa constructora. Hasta que llegó un momento determinado en que, por motivos muy personales, decidí cerrar aquella etapa para abrir otra que estuvo relegada desde los tiempos de mi adolescencia, y esta era la de algún día ser Escritor. Y les digo esto para hacerles notar que no soy un literato profesional, es decir, no soy aquel que tiene una carrera universitaria en la especialidad, ni años de experiencia en el manejo de la palabra escrita como actividad profesional cotidiana, como es el caso de los principales y más destacados autores contemporáneos de nuestra literatura hispana, latinoamericana y mundial. Les digo todo esto, no con el ánimo de desacreditarme y descalificarme yo mismo, no, no, no. Al contrario, mi intención al mencionar esta aparente desventaja es, demostrarles que, si sienten aquella compulsión, aquel deseo irrefrenable por escribir historias, es posible que Uds. puedan hacerlo. Y les remarco, que es absolutamente posible y las pruebas de mis palabras son estas tres novelas que tengo publicadas, “Te Veré en Sueños”, “La Guerra Santa”, y “La Puerta del Sol”, además de una colección de cuentos y otros como Screenplays... Pero tampoco me gustaría que se me malinterprete, y les haga pensar que no es necesario el conocimiento y el estudio de la gramática y la literatura, no, en absoluto. Lo que quiero decir muy claramente es que, si tenemos dificultades al querer realizar algo, como en este caso, debemos de vencerlas para que no sean un escollo definitivo en nuestro propósito de lograrlo. Sólo así, con ese animo, con esa voluntad, y con las virtudes que podamos tener, podremos abocarnos a la tarea de escribir una novela. Y para no pecar de un excesivo optimismo quiero revelarles, sin la intensión de desanimarlos, que existen otros problemas y dificultades, además del conocimiento de la gramática y la literatura, y estos atacan a todos por igual, tanto a los escritores noveles e inexpertos como a los mas renombrados; y estos problemas son, los de la indisciplina en el trabajo y la apatía, y peor aun, el de la falta de la llamada “inspiración”. Pero ya hablaremos de eso, por ahora concentrémonos en cómo empezar.
Por lo tanto, está claro que no soy un escritor escolástico, sin embargo tengo novelas ya publicadas en español e inglés, además de dos guiones para cine, cuentos breves y varios proyectos en camino. Bien, pero para empezar, sabía que de alguna manera tenía que suplir aquella ignorancia técnica literaria de ‘Cómo Escribir una Novela’. El deseo existía, la técnica, no. Y lo que hice fue inscribirme en un ciclo de cursos de extensión dictados en la University of California, Berkeley, acerca de “Como escribir una Novela”, así, exactamente con ese título, justo lo que buscaba, durante dos semestres. Curso dirigido a personas que por diversos motivos no podían seguir un estudio universitario regular de cinco años. Es indudable que este curso me ayudó a ordenar mis ideas acerca del tema y me dio las herramientas necesarias para plasmar en el papel las historias que rondaban en mi mente y clamaban por salir. La virtud de estas clases fue el contacto directo que tuvimos los alumnos con renombrados escritores americanos como profesores. Estuvieron allí escritores de Best Sellers como James N. Frey, Sidney Sheldon y John Grishan, entre los más renombrados. Y juntos con ellos construimos la estructura y los elementos de una novela, de manera que al término de las clases todos los estudiantes, doce en total, habíamos escrito varias narraciones cortas, además de varias estructuras de futuros proyectos de novelas.
Lo mejor que me dio el estudio fue la sensación de seguridad de que podía escribir las historias que me había propuesto. En realidad, durante las clases descubría que las difusas ideas que tenía acerca de la literatura se iban aclarando y quedando perfectamente delineadas cuando podía identificarlas con su respectivo nombre convencional. El argumento, los personajes, los lugares, los tiempos, el narrador y otros, eran ya parte de mi conocimiento empírico, debido a la lectura de muchas novelas desde mi niñez, que ahora iban cayendo ordenadamente dentro del esquema de la técnica literaria de la novela. Claro está que, quien no lee no escribe, y gracias a esa afición por la lectura es que comencé a escribir. De otro lado, el ser una persona madura no siempre es una desventaja, menos aun cuando me hice una evaluación acerca de mi persona y la nueva carrera que estaba por empezar. Pasar los 50 años de edad y acometer una nueva empresa en donde no se tiene la educación profesional correspondiente ni la mínima experiencia es una gran desventaja, casi imposible de superar si es que no existiese ese gran deseo que todos los escritores poseen de escribir y ser leídos. Por eso, esa gran desventaja se convirtió en una gran aventura.
Hasta aquí he mencionado dos detalles negativos, pero a mi favor tenía algo que William Faulkner apreciaba mucho y que no se adquiere con los libros ni en las aulas de una escuela. Así, subsané aquella deficiencia con la experiencia que me había dado la vida. No en vano había ido a la universidad de ingeniería y había pasado veinticinco años construyendo diversos proyectos arquitectónicos, como casa, edificios, puentes y carreteras... Y que hoy tendría que emplear esos conocimientos y esas experiencias para construir historias con palabras... ¿Sería posible? Claro que sí… ya lo hice.
Bien, creo que ahora ya podemos abordar en sí, el tema de: “Cómo Escribir una Novela…”.
Y empezaré diciéndoles que una de las principales virtudes que aprecio del arte en la literatura y en el estilo de vida cotidiana, es la simplicidad. Así que, lo que vamos a tratar de desarrollado ahora estará expuesto de manera más simple posible. Empecemos:
Si queremos aprender “Como Escribir una Novela” creo que primero tendremos que ponernos de acuerdo en el concepto de lo que significa la palabra, “Novela”, es decir, cómo definimos a la Novela. De hecho, sé que existen muchas definiciones, todas ellas muy parecidas, así que yo les daré la que creo que es la más sencilla de todas.
1.- Definición:
La Novela, es una historia ficticia contada en palabras.
¿Simple no? Bueno, es lo que se prometió y así continuaremos por ahora. No significa que esta definición sea completa, pero nos permitirá avanzar en este corto ciclo de charlas con la participación de todos Uds. Claro que con un poco de imaginación, esfuerzo e investigación Uds. pueden ampliar esta definición, pero hacerlo será su opción. Por ahora afinémosla, aquí, entre nosotros, con las ideas que tengamos.
Entonces… ¿Y que entendemos por historia? Bien, digamos algo sencillo:
Historia es el recuento de sucesos o eventos anecdóticos y trascendentes.
¿Y que significa ficción?
Ficción: es lo irreal, lo inventado por la imaginación.
Creo que ahora si podemos dar una definición más amplia de la novela:
La novela es la narración de sucesos o eventos anecdóticos creados o recreados por la imaginación del escritor y expresados en palabras escritas.
Estimados amigos, hasta aquí llegamos hoy. Espero que estas palabras iniciales les hayan motivado lo suficiente como para continuar con esta charla la semana que viene... Hasta pronto.

sábado, 4 de diciembre de 2010

LA LOTERÍA


Juan estaba a punto de saltar al vacío desde una ventana del edificio “U.S. Bank Tower”, de 73 pisos, en el Centro de Los Ángeles, California. A él le hubiera gustado llegar al punto más alto de la torre, pero los miembros del servicio de seguridad se lo habría impedido porque carecía del respectivo pase, aunque él en no estaba dispuesto a forzar ninguna situación que pudiera poner en riesgo el objetivo que se había propuesto esa mañana: Quitarse la vida.  
¿Pero, porqué un hombre sano, empresario establecido por casi una vida y con una hermosa familia de esposa y dos hijos ya profesionales, había llegado a esa situación?
La familia Díaz de la Romagna era un modelo de matrimonio para quienes tuvieron la oportunidad de conocerlos. Él era un hombre honesto, sincero y muy severo, que había sabido llevar adelante con éxito a su familia y empresa hasta conseguir el sueño americano. Quizás un tanto autoritario, pero lo suficiente como para ser un líder en todos los aspectos de la vida. Ella, María, era el ejemplo de la esposa fiel, fina, amable, devota del sagrado corazón y, principalmente, sumisa colaboradora de las decisiones de su marido. Además de los dos, hijo e hija, que ya se habían casado y dejado la casa.
Los Diaz de la Romagna se habían fotografiado no hacía mucho, en la privacidad de su sala, por el aniversario de sus 25 años de matrimonio. Realmente la fotografía era una obra de arte que ahorraba más de mil palabras en definir y describir a la familia, porque ella reflejaba la estable posición social y económica de la familia.
¿Entonces, por qué? ¿Dinero? No les urgía. ¿Salud? Ninguno de ellos estaba en una situación fuera de lo corriente. ¿La Fidelidad? Jamás había sido un problema.
¿Entonces?
“Amor, nunca hemos comprado la lotería. Cómprame una, ¿sí?” dijo María a su marido, con la peculiar coquetería que la había acompañado toda la vida, al salir del supermercado.
“¡Eh, son puras tontería, si quieres dinero te lo doy!” le respondió él con el mismo estilo de toda una vida, cuando consideraba que algo no valía la pena. Y fue a traer el Van del parqueadero para cargar las cosas que habían comprado. Momento que aprovecho María para hacer algo por primera vez en su vida contradictorio a la voluntad de su marido, retroceder unos metros y comprar un ticket de la lotería, la que guardó discretamente. Cuando llegó el Van los empleados cargaron los paquetes y luego la pareja se marchó rumbo a casa. 
Pasaron los días y la lotería se jugó. Esta vez eran un pozo acumulado de 100 horrorosos millones de dólares los que la lotería sorteó como primer premio… y María los había ganado. Claro que no le darían todo. El Estado de California y el Gobierno Federal y otros gastos administrativos se llevarían casi la mitad y a María solo le tocaría unos pobres 60 millones. “Shit… Son 60 millones de dólares,” murmuró María regocijándose en el alma.
“¡¡¡Cariño!!! ¡¡¡Nos sacamos la lotería!!!” le gritó María a su marido apenas lo vio el lunes, cuando regresó del trabajo.
Juan no explotó de alegría, solo sonrió y dijo, “Déjame llamar por teléfono a mi amigo, el administrador de banco, para hacer los arreglos del cobro. Esto no lo podemos hacer públicamente”.  Claro, él, Juan, era el líder y estaba mucho más adelante que todos.
Tener tamaña cantidad de dinero, de pronto, de la noche a la mañana, en un abrir y cerrar de ojos, sin pasar por el proceso de ir acumulando tamaña cantidad… trastorna la vida familiar y personal de cualquiera. Los Díaz de la Romagna no serían la excepción.
“¿Ok, Juan, en cuál de tus cuentas quieres hacer el depósito?” le preguntó su amigo, el director del Banco.
“El cobro será anónimo, ¿No es cierto?” reiteró Juan su pedido.
“Sí. Nosotros cobramos a nombre del banco y luego hacemos el depósito en una de tus cuenta, en la más completa reserva.”
“Entonces divide el depósito en mis cuentas de ahorro, personal y familiar, en la cuenta corriente, y el de depósito a plazo fijo, así…” estaba ordenando Juan, pero no pudo terminar.
“¡NO!” dijo María escuetamente, y ambos hombres la miraron estupefactos por su negativa intervención.
“En realidad ya lo hice… En otro banco… Lamento mucho haber esperado este momento para decirlo.” Terminó María de hablar, se puso de pie y se retiró del banco.
La mente de Juan se nubló como resultado del caos que había provocado la decisión de su sumisa esposa, y que ahora le generaba un millón de ideas contradictorias entre sí. Caos mental que duró mucho tiempo y se exteriorizó en un mutismo total.
Juan manejó de regreso a casa en silencio, que María no tuvo reparos en romper encendiendo la radio del Van. Una vez en casa Juan se sentó frente al televisor, lo encendió y allí se quedó las siguientes 24 horas. María, en cambio, se dio un baño de agua tibia para quitarse el estrés por el que había estado desde el momento en que había hecho el depósito a espaldas de su esposo, por decisión propia. Luego salió, no estaba dispuesta a mirar a su marido, hecho un zombi, delante de la tele.  
La discusión llegó al día siguiente. La pareja se dijo lo que en 25 años de matrimonio no se había dicho. Cosas feas, muy feas. Increíblemente no se habló del dinero. En cambio fue María la que le reclamó a Juan “el haber vivido aplastada por 25 años por tu totalitarismo” le reclamó desde los orgasmos fingidos hasta el último capricho negado que le había pedido, el de gastar un cochino dólar en un ticket de la lotería.
“Toda la vida se ha hecho lo que tu querías… Ni siquiera me dejaste ponerles el nombre a mis hijos… Aquí, en esta casa, solo existes tú, tú y tú. Pero esto se acabó, y el NO que escuchaste en el banco debí haberlo dicho antes de casarme contigo!”
Juan quizás hubiera soportado todos los reclamos que su mujer le decía, como empresario sabía que todo era negociable y como optimista emprendedor, lo principal sería cómo salir del problema para vivir sus años dorados venideros como pareja… Pero las últimas palabras de su adorada María… lo destruyeron… Sin remedio.
María no soportó ver a su marido pasar días sentado en el sofá mirando un televisor que realmente no miraba, sin asearse, comer a cualquier hora, abandonar la empresa y peor aún, ensuciarse en el baño peor que… un animal. Llamó a sus hijos, los convenció con algunos millones que se encargaran de él y se marchó.
Sus hijos hicieron lo indecible para que su padre reaccionara pero fue en vano. Hasta que un día, cuando los vecinos se quejaron del estado deplorable situación que tenía Juan y la casa, es que Juan aceptó ir en busca de ayuda.
Esa mañana se aseó, se afeitó una barba crecida de meses y se puso su mejor traje. Pero no fue al doctor sino al edificio de “U.S. Bank Tower”.
Pobre Juan, fue una víctima más del machismo de una época. De no haber sido por la chispa de rebeldía que provocó los millones en María, ella hubiera seguido siendo el ejemplo de la esposa fiel, fina, amable, devota del sagrado corazón y, principalmente, sumisa colaboradora de las decisiones de su marido… condenada a seguir siendo una víctima, desde su nacimiento, hasta el fin de sus días.

viernes, 12 de noviembre de 2010

El joven Mario Vargas Llosa y su Premio Nobel póstumo.

Es indudable que al joven, talentoso y rebelde, Mario Vargas Llosa, le hayan concedido el Premio Nobel de Literatura 2010 después de casi 50 años de haber escrito su novela, La Ciudad de los Perros, por la cual lo premiaron debido al merito literario que esta demostraba.
El joven Vargas Llosa, junto con Cortázar y Gabriel García Márquez, además de Carlos Fuentes, fue parte de una generación de escritores que revolucionaron la literatura latinoamericana de entonces y abrieron una época con nombre propio. De la misma manera como las condiciones sociales de América Latina de los 50’s, de explotación Imperialista que la sumía en la más profunda miseria económica y política, provocando insurrecciones y levantamientos populares que desembocaron en el triunfo de la Revolución Cubana, sirvió de caldo de cultivo para que germinara el espíritu revolucionario en muchos jóvenes intelectuales en los más amplios aspectos.
Caldo de cultivo que permitió a Llosa, Cortázar, García Marques y Carlos fuentes escribir sus mejores obras, de sus vidas y época, que aun palpitan. La Cuidad y los Perros (1962), Rayuelas (1963), Cien Años de Soledad (1967) y “La muerte de Artemio Cruz” (1962), respectivamente, fueron las novelas que brillaron en aquella la vitrina literaria del Boom Latinoamericano que crearon. Y si no todas sus novelas eran explícitamente políticas, en cambio sus declaraciones de principios, sí, lo que los ubicaban en el área de los intelectuales de izquierda, rebeldes al status quo impuesto por las dictaduras civiles o militares. Sus declaraciones fueron de apoyo a Fidel y la Revolución Cubana y de condena al Imperialismo norteamericano por explotador, intervencionista y promotor de dictaduras oligárquicas. Fueron tenaces defensores de los Derechos Humanos y Libertades Democráticas, sin endosarlas a mercantilismo liberal. Hasta que el joven Mario Vargas Llosa, luego de escribir La Casa Verde (1965) y Conversación en la Catedral (1969), muere, siendo reemplazado por un engendro, con todas virtudes literarias técnicas del origina, que reniega de todas aquellas ideas de su juventud rebelde. De allí en adelante apoyó la causa del liberalismo, y si se trataba de la defensa de los derechos humanos y libertades democráticas estas tendrían que estar enmarcado en el mercantilismo. Últimamente se vio envuelto en la más baja y ruin campaña contra el régimen democrático de Venezuela del presidente Hugo Chávez. Fue protagonista de un vergonzosos “escándalo” en el aeropuerto de caracas, 2009, a sabiendas de su falsedad, por la derecha venezolana. Indudablemente, el joven Mario había muerto hacía mucho tiempo.
Pero, ¿Esa duplicidad de identidades en el tiempo podría justificar que no se reconozca el valor literario del joven Llosa? No, creo que no. No sería lo justo. Lo escrito por el engendro del notable joven autor nunca fue superior al original y autentico, porque hasta hoy no ha podido hacer algo que lo supere o, por lo menos, se acerque a su obra, al contrario se ha allanado al nada criticable mercantilismo del BestSeller. Por eso se premió al joven Mario Vargas Llosa… al de “La Ciudad y los Perros”, aunque el cadáver tuvo la desfachatez de aceptarlo… y cobrar el millón de dólares.

martes, 19 de octubre de 2010

“Estoy hasta el culo…”

MICHAELANGELO BARNEZ
Vaya manera de empezar este entuerto literario, dizque narrativo, nada menos y a su altura, con un improperio. Cuando decimos, si es que alguno lo ha dicho, o escuchado: “estoy hasta el culo”, significa muchas cosas que se resumiría en una sola: “Estar Jodido”. ¿Más explicaciones? Váyanse a la… biblioteca, o mejor sigan leyendo.
Cuando dije lo que dije, quise decir exactamente eso. Porque confieso que no tengo espíritu de político del tercer, o cualquier mundo. Que dice y se desdice en cada palabra que se le escapa por la boca o por su no menos pestilente opuesto. Que jura no haber dicho lo que dijo, o peor aún, que lo que dijo no fue lo que escucharon o publicaron… y así hasta el infinito.
 Muchas veces en mi vida he dicho, o simplemente pensado, haber estado hasta el culo, cuando me encontraba fastidiado de algo o ante un problema sin aparente solución, en el que me ahogaba, que luego resolvía satisfactoriamente, de una manera real o como consuelo.
No es mi intención detallar esos cruciales momentos de mi vida, pero por lo menos quiero mencionar el primero que recuerdo de cuando era muy niño, de siete años aproximadamente, cuando estuve parado por espacio de media hora frente a la puerta de mi casa, totalmente inmóvil, la que no me atrevía a llamar por temor al castigo, ya que había salido sin permiso. Problema que luego se solucionó cuando, oh sorpresa, mis padres llegaron y pensaron que se me había cerrado la puerta por casualidad, y me colmaron de besos. Suerte ¿no?
 Pero ahora es diferente, a mis 63 años de edad, estoy realmente hasta el culo, totalmente inmóvil, ante una puerta que no deseo llamar y menos entrar: La Sala de Operaciones. ¿Vendrán mis padres, como en la primera vez? No. Definitivamente, no, porque ellos ya se fueron para no volver.
Hasta hace pocos meses pensé, o creí, que yo era indestructible. Rocanroleaba como un adolecente, corría tres kilómetros diarios, “subía al árbol” tres veces a la semana para satisfacción de mi mujer, además de tener la buena costumbre de ser “ratón de un solo hueco”; comía de todo y bien, remojaba mi espíritu con un buen vino; y hacía muchos años, unos 30, que había dejado de fumar. Quiero confesar que por el ejemplo recibido de mi mujer practicaba el chequeo médico preventivo e iba al doctor cada cumpleaños a que me hagan una revisión general, aún sintiéndome como Supermán. Hasta que un día me sentí mal y fui a ver al matasanos de la familia.
En realidad, fue él y su pandilla los que me vieron. Revisaron mi impecable historia de salud y aún así, ordenaron una serie de análisis, radiografías y tomografías que, de no haber sido por el interés de mi salud, las calificaría como violatorias.
¡Dios mío! La pandilla me agarró peor que a una estrella porno insaciable. Y mi orgullo machista, es decir mi culito, fue mancillado, y además tuve que pagar y decir gracias.
Así, me dijeron: ponte para arriba, para abajo, voltéate, agáchate, agárrate los cachetes y ábretelos, ciérralo, tose, no respires, respira, no te muevas.
Pero, bueno fuera que solo hubieran sido palabras. No, además me hicieron beber sustancia que en mi sano juicio jamás hubiera aceptado. Y peor aún, si hablamos de los aparatos que me introdujeron, por delante y atrás, por decirlo decentemente.
Yo adivino que Uds. han visto las llamadas películas XXX. Bueno, lo que yo vi, o me hicieron ver, fue más allá de eso, más allá del la barrera de lo explicito. Fue XXXXXX…. ¿Por qué? Veamos.
Porque mi pipí tampoco se salvó por más que se mantuvo calladito y escondido en su capullo, y lo despertaron. Le dieron un par de cachetadas, lo agarraron sin asco del cuello, como a un malhechor, y me hicieron una cistoscopia. Así, vi las paredes de mi vejiga, ya se imaginan por donde metieron la cámara de TV, ¿no?, y encontraron que estaba limpias de tumores o escoriaciones, aunque un poco irritada en una zona vesical. En conclusión, estaba en perfecto estado, con una próstata buena y no había señales de cáncer.
La “Estrella Mustia” no se salvó por más que apretó. Por allí metieron otra cámara TV que trataban de esconder a mi vista, pero que por un descuido de la enfermera logré ver y constatar que era más grande que la del burro. Me drogaron para que no sintiera nada, carajo, la que me perdí, aunque pude ver todo el show XXXXXX. Mi Colon, así, sin acento, estaba limpio, hermoso, libre de tumores o llagas, es decir no había señales de cáncer.
“¿Entonces, doctorcito, papito lindo?” le dije esperando lo peor.
“Su colon está en perfecto estado… Pero tiene divertículos”. Me dijo el Doc.
“¿Qué, mi culo es divertido, cómo se atreve doctor?”
“No, ja, ja, ja… Es decir, que existen ciertas bolsas, llamadas divertículos, que pueden traer complicaciones. Y parece que una de ellas se ha pegado a la vejiga creando una fistula”.
“Ya, ya, ya… ¿Y cuál es el tratamiento, doctor?”
“No hay tratamiento, solo queda la cirugía”. Me contestó el doc. frotándose las manos y con una malsana risita en los labios.
“Holy shit, ahora sí estoy literalmente hasta el culo” pensé.
Por eso, ahora estoy como cuando era muy niño, cuando estuve parado por espacio de media hora frente a la puerta de mi casa, totalmente inmóvil frente a la sala de operaciones, a la que no me atrevo a entrar por temor a no despertar.
¿Vendrá mis padres esta vez?
Y todo esto, por la salud y la alegría de vivir unos años más… Veremos qué pasa.
Hasta pronto amigos.

miércoles, 18 de agosto de 2010

EL TREN VOYEUR



PARA LUCRECIA… A GOTHIC GIRL
Cuando Lucrecia me dijo que me había escogido para su “First Time” me vi sorprendido por tal designación, entonces pensé: “Holly shit, ahora sí se viene el Armagedón”, a pesar de que ya había tenido tal experiencia hacía muchos años atrás, relacionándolo con mi debut amatorio.
Así que, haciéndole caso, me dejé  llevar por su iniciativa y tomé su delicada mano enfundada en un fino guante de seda negra, con encajes transparentes, que sólo dejaban ver las puntas de sus dedos.
“¡Dios mío, estás hirviendo!” pensé al tocarla cuando nos encontramos, entonces decidí soltar las dos estacas que llevaba en la otra mano; una era de madera y la otra de plata.
¿Por qué llevaba esas estacas conmigo? Por si acaso; entre dudas las había agarrado cuando escuché su invitación. No vaya a ser que Lucrecia, en sus escasos 20 años, aprovechando el anonimato virtual del contacto “Chat”, fuera uno de esos bichos, no tan raros, que siendo “hombre” chupan sangre y algo más, y se ponen nombre de mujer. Para eso eran las estacas, llegado el caso: la de madera para clavársela en el corazón de vampiro, y si no moría, la de plata, para atrás, en el centro de su identidad, para que el “Chupa Cabro” se vaya feliz al infierno después de todo.
“¡Es una dama!” me dije al ver su fino rostro, tratando de verla bien a través de los velos oscuros que cubrían su delicada figura, casi dejando caer las estacas, pero súbitamente cambié de parecer y las retuve conmigo.
Lucrecia me llevó de la mano entre penumbras, trenes y vagones abandonados en una lúgubre Estación. Iluminados únicamente por la inmensa y resplandeciente cara de la luna llena, salpicada de cráteres como sobreviviente de una atroz viruela, mientras me hablaba en tono de queja acerca de un amante que le quitaba el sueño, además de sus pantis. No sé para qué me lo describió, como si me importara. Y de allí deduje que se parecía a mí, pero de tiempos cuando yo era muy joven.
Me sentí algo desilusionado de no ser yo el protagonista principal. “¿Entonces, qué demonios hago aquí?” me pregunté en silencio. Y desde las escondidas profundidades de mi mente salió la respuesta: “Ajá… Quieres que fisgonee cuando haces el amor”, dejando expuesta mi reprimida compulsión voyeur.
Quise preguntarle algo, pero no me dejó.
“Sólo escúchame, eso no te hace mi cómplice, ¿Oh sí?” me dijo como una orden, pero prometiéndome mucho más con la mirada.
Yo seguí a su lado, acompañándole en silencio, casi en contra de mi voluntad, pensando que en cualquier instante Lucrecia voltearía hacía mí y me cortaría el cuello, las manos o los cojones, tal como me había contado que había hecho con sus otros amantes; aunque también pensaba que ella, como la viuda negra, iba a hacerle algo muy malo a quien íbamos a ver. Yo estaba aterrorizado, pero la compulsiva, libidinosa e irrefrenable curiosidad de verla fornicando con su amante me hacía seguir adelante, sin importarme lo demás.
Hasta que el silbato de un tren anunció su paso.
Nos paramos al lado de la vía férrea y ella fijó su mirada en el tren que venía echando humo y vapores.
Fue sólo un instante, como un relámpago, en que vimos al maquinista del tren asomado por la ventana; era el joven rostro sonriente descrito que yo creí reconocer, cuando el tren pasó delante de nosotros.
“Bang, bang” resonó en mis oídos y vi un arma brillar en la mano enfundada en guante negro de encajes de Lucrecia, apuntando al maquinista de la ruidosa y humeante mole de acero. 
Las estacas cayeron de mi mano y me alejé conduciendo el tren, mientras veía a Lucrecia abrazada de su joven amante.

LOS VIAJES ASTRALES… ¿FICCIÓN O REALIDAD?

Autor... Michaelangelo Barnez Para empezar diré que los Viajes Astrales son experiencias extraordinarias en donde el espíritu, alma, ánima...