lunes, 14 de marzo de 2011

La vida es un viaje…

La vida es un viaje… ¿A dónde?
Muchas veces hemos escuchado decir que: “la vida es un viaje”, relacionándola principalmente con las experiencias por las que atravesamos durante la vida; y pocas veces, por lo desagradable del tema, metafóricamente, con la vida y la muerte, ya que todo viaje tiene un punto de partida y otro de llegada… Igual que nosotros.
Pero si nos ponemos a meditar un poco acerca de lo antedicho, veremos que tal decir solo nos muestra un episodio parcial, miope o superficial, de lo que realmente es la vida.
¿Por qué? ¿Acaso la vida no empieza cuando nacemos y acaba cuando morimos?
Si creyésemos en eso entonces nuestra opinión o concepto realmente sería, como ya afirmamos, “parcial, miope o superficial…”
Entonces, hablemos del inicio de aquel supuesto viaje: La vida.
Creo que no me equivocaría al afirmar que al menos más de la mitad más uno cree que empieza cuando nacemos, y así, con ese casi axioma que más parecería un dogma de fe, nos contentamos con aceptarlo. 

Otros dirían, gracias al progreso de la ciencia, que esta empieza en el momento de la concepción, es decir en pleno chucu chucu, tango o acto sexual. Pero esta afirmación es solo un cambio del tiempo, de nueve meses, en la afirmación acerca del comienzo de la vida.
No es mi intención burlarme de la ciencia y crear una nueva, y ridícula, teoría. No. Muy al contrario, creo que la ciencia ha progresado tremendamente y cada vez va definiendo mejor los intrincados misterios de la vida, que antes la tomábamos como actos de creación divina. La ciencia seguirá investigando y descubriendo más detalles del antes y después de la unión del ovulo y la esperma… y habrán muchos que irán afinando las manecillas del reloj, o mejor dicho: el cronometro, del inicio de la vida. Pero, aún así, esta visión será “parcial, miope o superficial”, porque no es a donde queremos ir.
 
¿Entonces, señor?
La vida, nuestra vida, no es el resultado de una aparición repentina, como un acto de magia o divina, sino que, como todo en el universo, está íntimamente interrelacionado y solo somos una de los billones de sus probabilidades.
Hoy, se ha llegado a “ver” al genoma humano y lo han expresado en esa hermosa escalera grafica del ADN… pero no han encontrado a “la vida” en sí, por más búsqueda que hayan realizado, sino un agregado de elementos químicos que existen desde la época del Big Bang, por eso, si buscamos nuestros orígenes no nos equivocaremos al afirmar que tenemos la edad del universo. Ese es nuestro inicio, el resto son solo detalles del proceso que la ciencia va descubriendo, es decir del manejo de las manecillas del cronometro antes mencionado.
O.k… ¿Y la muerte?... Igual. Nunca “morimos”, solo pasamos a ser otras cosas, infinitas por decir lo menos, como la reencarnación entre una de ellas.
 
Por eso creo que sí, realmente “la vida es un viaje”, con la particularidad de que el momento transcurrido desde que “nacemos” hasta que “morimos” es solo el coche, o cuerpo físico, en que realmente viaja la vida, y que al llegar a su destino se baja y toma otro en el largo tour por el universo.

viernes, 7 de enero de 2011

Ted Williams y el don de su voz.


Creo que a lo largo de nuestra vida hemos tenido muchas oportunidades que hemos sabido aprovechar, sin embargo siempre buscamos muchas otras más. Pero eso no es el motivo de esta nota. En cambio quiero hablar de lo relacionado con aquellos que no la han tenido o, teniéndola, la han desperdiciaron.
Muchas veces hemos escuchado, y comprobado hasta la saciedad, que: "América es el País de las Oportunidades"… y esta historia es sino una más, la más reciente.
Se trata de Ted Williams, ciudadano americano, un "homeless" o mejor dicho: un desamparado mendigo, que llegó a esa situación luego de envolverse en el consumo y abuso de las drogas, el tabaco y alcohol, en su juventud, luego de haber estudiado radiotelefonía. No está demás, ni pecaría de moralista, afirmar que es muy difícil aprovechar las oportunidades que nos brinda la vida cuando estamos atrapados en una adicción.
Pero lo que quiero destacar aquí es que siempre existirán adversidades de diversas índoles, propias de cada individuo, más allá del presente anecdótico personaje, que debemos de superar.
A Ted le tocó levantarse del lodo de la drogadicción y limpiar su conciencia para poder pensar… y así, optar por vivir. Así, rehabilitado y batallando día a día por no recaer, salió a mendigar el pan de cada día o por la oportunidad, tan escasa por su condición-apariencia, de encontrar un empleo. Durante dos años de mantenerse limpio y sobrio de cualquier droga buscó como alimentarse y sobrevivir buscando el dólar de cada día en una esquina, a la salida o entradas de las autopistas. No creo que alguien en su condición pueda pensar en lograr el “Sueño Americano”. Pero él sabía en el fondo de su alma que tenía un Don: Su VOZ... Cultivada en su juventud por los estudios de radiotelefonía que hizo con dedicación.
A nadie le gustaría llegar a la desgracia de ser un "homeless", dormir en Refugios Comunitarios, bajo los puentes o en cualquier rincón de algún tugurio, perdiendo la mínima privacidad y casi todo orgullo humano.
Ted estuvo así muchos años hasta que reaccionó. Ya rehabilitado de la drogadicción quizás hubiera pasado el resto de su vida, protegido por la magra seguridad social y mendigando en las esquinas de las carreteras aledañas a las ciudades, esperando recibir un dólar o una oportunidad de trabajo... Y la oportunidad llegó. No quiero equivocarme al afirmar que solo en América sea posible que sucedan estas cosas, pero la oportunidad llegó. Reporteros de una importante Cadena de Radio y Televisión fueron advertidos de la existencia de un homeless con VOZ extraordinaria mendigando en una esquina... y fueron a verlo… Su apariencia no importó… sino su Don.
La historia no termina allí, sino que se sigue desarrollando día a día, pero desde esa entrevista ya no será el mismo. La tan esperada oportunidad había llegado. Ahora Uds. pueden verlo y ESCUCHARLO, y tener su propia opinión.

domingo, 2 de enero de 2011

"Pit" Joe


“Pit” Joe iba cruzando el desierto del “Death Valley” a caballo, obligado por las circunstancias. Hacía unas horas había matado a cinco mineros en el bar del un mísero pueblo del lejano Oeste, al borde de California, y ahora el sol en aquel árido lugar amenazaba con extraer la última gota de vida y hacer justicia en contra de él.
La calor del desierto era infernal, haciendo merito al nombre que le habían dado, “Valle de la Muerte”. El lugar no era arenoso ni habían dunas, sino extensamente plano y seco, como si hubiera sido nivelada por la mano del hombre y resecado por el diablo. El suelo era duro y salino, lo que hacía reflejar los rayos del sol, además de infinitamente agrietado, como mostrando la coincidencia de su milenaria vejez y el aniversario de la última lluvia.
Llevaban ya seis horas de travesía y la deshidratación de ambos era evidente. Su caballo transpiraba copiosamente, avanzando a paso lento pero a ritmo constante, felizmente el noble animal había saciado su sed unos segundos antes de que su amo saliera del bar, caminando lentamente como si no tuviera ningún apuro, después de la infernal balacera que se había desatado en el interior. Joe, vestido de cuero negro, presagiaba el luto de su propia muerte porque sentía que la vida se le iba en una hemorragia de sudor. Joe sujetó su sombrero y se inclinó para acariciar el cuello del animal; este, agradecido por el mimo en un momento tan difícil, sacudió la cabeza, las orejas y resopló sin aminorar la marcha. Nadie los perseguía ahora, porque una vez que entraron al desierto los que lo hacían lo daban ya por muerto. Joe sabía que solo sobreviviría si su caballo lograba cruzar el desierto, por eso cuidada el agua que llevaba consigo de su propia sed.
La noche anterior había estado jugando hasta la madrugada unas partidas de póker en el bar, hasta que llegaron los mineros y pidieron, es un decir, unirse al juego. En realidad estos eran unos cuatreros que habían denunciado unas zonas auríferas y se dedicaban ahora a extorsionar a los que dejaban trabajar en ellas.
Allí, en la mesa de póker cubierta por un manto de franela verde, todos tenían sus respectivas cartas en las manos pero ninguno prestaba atención al valor que representaban ellas en el juego. Los mineros estaban allí con el propósito de matar a Joe, pero buscaban el simple pretexto para hacerlo… y sabían que en el juego lo encontrarían.
 Joe era un viejo pistolero de solo 28 años, iniciado en el arte de las armas hacía muchos años atrás, de cuando la caravana de emigrantes irlandeses en la que iba con sus padres y hermanos, cruzando América con dirección al oeste, a la tierra dorada de California, fueron atacados por una pandilla de comancheros, es decir blancos que comerciaban con la tribus nativas. Solo él sobrevivió al asalto de la caravana, aturdido por una bala que pegó en su pecho, la que afortunadamente impactó en una medalla que pendía de su cuello. Así fue cómo, inconsciente y confundido entre los cuerpos sangrientos de su familia lo dieron por muerto y dejaron, como al resto, para alimento de los buitres; su edad, 12 años.
Hoy Joe vestía, para su desgracia, ropa de cuero negro; regalo de María, una de las mujeres de los falsos mineros, agradecida de haber llegado al cielo en el encuentro que tuvo con aquel subyugante pistolero y, que sin egoísmo, compartió con sus amigas.
Él había llegado ese mismo día, luego de una larga travesía por las montañas, huyendo, es un decir también, de un niño pistolero que lo perseguía buscando la fama con su muerte. Joe en la entrada al pueblo había visto un cartel con su fotografía y una astronómica recompensa de $10,000.00 dólares si lo entregaban, vivo o muerto, al sheriff del condado. Joe sonrió con tristeza, moviendo la cabeza negativamente al ver el panfleto, pensando en los muertos que ocasionaría tal aviso, patrocinado por un gobierno a quien él se negaba a colaborar.
Al llegar al pueblo Joe solo quería limpiarse el polvo del gañote con cualquier whiskey, asearse y descansar; y su caballo, un poco de agua y librarse del peso de su amo por unas horas.
Cuando Joe entró al bar lo hizo de la manera más sigilosa que pudo para no llamar la atención. Pero, cuando empujó las puertas batientes del bar, no solo entró él sino además una ráfaga de aire. Joe, luego de haber deambulado 15 días por las montañas, hedía y, a pesar de que para todos en el bar el aseo no era un aspecto que importaba, al sentir el humor de Joe, los hirió en la profundidad de sus pulmones. Aunque a las mujeres que allí estaban, el “aroma” de la feromonas de Joe llegó más allá y no pudieron evitar un suspiro al unir la sensaciones que les causo su olor y figura.
De esa manera todos sintieron, antes de verlo, la presencia del extraño en aquel bar y voltearon a mirar al apestoso. Vieron su rostro curtido por el sol y el frio de la intemperie, su ropa raída y sus… relucientes Colt 45s pendiendo a cada costado de sus piernas, como solo suelen llevarlas los… Pistoleros… y lo reconocieron: era “Pit” Joe… o Joe Agujero… o hueco… hoyo o fosa… o como sea, o quien quiera interpretar, que significaba exactamente eso para hombres y mujeres. Los allí los presentes inmediatamente asociaron el apodo con el orificio de sus balas o al lugar a donde definitivamente iban a parar si osaban enfrentársele. En cambio las mujeres, conocedoras de otros rumores y expertas en otros menesteres, volvieron a suspirar descaradamente mientras lo contemplaban.
Joe sintió todas las miradas sobre él y solo atinó a murmurar “Shit…” mientras caminaba hacia el mostrador, acompañado del clint, clint de sus espuelas, en un sepulcral silencio rasgado por el brillo de sus pistolas. La expresión de su rostro era pétrea y acida, como si estuviera listo a mandar al infierno al primero que lo provocara, sin embargo en el fondo de su alma rogaba que lo dejaran beber una copa de whiskey y un baño en paz… ¿Y después? No lo sabía con certeza, ya que desde hacía mucho tiempo vivía y disfrutaba, cuando podía, el minuto transcurrido.
El barman no se arriesgó y le sirvió una copa del mejor whiskey que tenía apenas Joe llegó a la barra y le dejó la botella. Joe bebió la copa de whiskey de un solo golpe, carraspeó y lanzó un escupitajo al suelo, no muy lejos, al costado de su pie… quemando la madera. Todos los allí presentes fueron testigos de cómo humeó la dura madera a prueba de todo lo que los vaqueros acarreaban en sus botas.
“¡Quiero un baño!” dijo Joe con voz grave, como una amenaza, y el barman hizo un ademán llamando a alguien.
Un hombre pequeño, vestido de seda y de rasgos asiáticos se le acercó para ofrecerle el servicio de un baño tibio en tina.
“Nosotras te enjabonamos, querido” dijeron muy solicitas las féminas presentes lideradas por María y lo siguieron dispuestas a quitarle toda la mugre acumulada en meses… y algo más.
Cuando Joe bajó de su aposento al salón-bar, libre de lo que había cargado por semanas, vestía de cuero negro y casi nadie se percató de su presencia, ya que su fétida aura se había ido con el agua y jabón. Ahora sonreía y daba una impresión mas humana de su persona.
“Caballeros, me permiten jugar con Uds.” preguntó Joe con cortesía al grupo que jugaba póker en una de las mesas.
El juego se prolongó por algunas horas sin que hubiera un ganador absoluto, mientras bebía, disfrutando, si es que nadie lo provocaba, de la agradable presencia de tan famoso pistolero.
Hasta que en la madrugada llegaron los cinco mineros bandoleros, alertados por los infaltables “vecorreydiles” de cada pueblo, acerca del descomunal revolcón que se habían dado sus mujeres con el pistolero. Y alentados más por la recompensa que por el dizque “honor de sus esposas”, habían ido a buscarlo.
Los cinco mineros se sentaron, sin invitación, en la mesa de póker y los que allí estaban inicialmente se fueron adivinando lo que pronto sucedería, quedando solo Joe con ellos.
“¡Shit!” murmuró Joe a la vez que encendía su cigarro con displicencia, mirando a cada uno de ellos, figurándose de golpe la situación que dentro de poco tendría que enfrentar; y la expresión del rostro de Joe cambió. Los bandoleros lo notaron, Joe no era uno de esos cualquiera con quienes antes se habían topado, a la vez que empezaron a sentir un casi imperceptible olor a… muerte. Era Joe el que emanaba ese aroma desde el fondo de su alma, podrido en odio, cuando se veía frente a gente como los que mataron a sus padres y hermanas. Joe los había reconocido y si lo provocaban soloaliviaria el pretesto, porque ahora nada los salvaría.
Los falsos mineros habían sido alertados de la peligrosidad mortal si osaban a enfrentarse a Joe “Pit” pero, como buenos matones y cobardes, se envalentonaron con la superioridad numérica. Sin embargo, ahora, frente a Joe, empezaron a dudar… y comenzaron a temblar.
“Al que se va, lo mato… Al que se queda, también” dijo Joe con voz suave y calmada, pero muy grave mordiendo el cigarro alojado en la comisura de sus labios, como una sentencia, adivinando el miedo que sentían los cobardes, mientras se levantaba lentamente.
Los cinco falsos mineros comprendieron que no les quedada otra alternativa que la de seguir adelante con su propósito inicial, consolándose con la idea que quizás alguno de ellos podría tener la suerte de sobrevivir. Y se levantaron lentamente de la mesa.
Joe retrocedió unos pasos para tener una mejor cobertura. Los cinco se distanciaron entre sí, para tener amplitud de movimiento al momento de desenfundar sus armas.
Los demás parroquianos del bar vieron recompensada su espera y se retiraron de la línea de fuego del inminente tiroteo. El barman colocó sus manos sobre la larga mesa de la barra para asegurarle a Joe que este no era su pleito.
Joe había observado a todos y cada uno, y cada detalle en el bar en solo un fugaz instante.
“Cinco… Solo mataré a cinco.” Pensó como evaluación de lo que ocurriría.
 “¡Uds. son una recua de cobardes que no merecen vivir!” les dijo Joe.
El que fungía de líder y más hipócrita de los bandoleros se dio por ofendido y respondió.
“¡Somos cinco… y no tienes escapatoria, maldito pistolero!”
No había terminado de hablar el facineroso cuando, de pronto, a la velocidad de una mordida de cobra, este vio los oscuros agujeros de las Colts 45 de Joe frente a su rostro.
Los cinco sátrapas crisparon sus músculos pero quedaron paralizados de terror, sin saber en qué maldito momento el pistolero había sacado sus armas. Y por primera y última vez, en los segundos que les quedaba de sus vidas, sintieron que su siempre-eterna ventaja no serviría de nada.
Joe hizo girar sus relucientes pistolas y las enfundó nuevamente, los miró a los ojos, uno por uno, con una angelical sonrisa, y por fin los cinco facinerosos comprendieron que esto no sería un duelo, sino una ejecución.
Los cinco temblaron como si estuvieran con la soga al cuello en la plataforma de la horca. Los que no se orinaron en los pantalones, se cagaron, pero ninguno tuvo el coraje de atreverse a iniciar el tiroteo y morir peleando.
El momento había llegado. Joe mordió el cigarro y escupió al suelo, solo que esta vez no salió humo de la madera, sino que el escupitajo rodó como una maraña de arañas y escorpiones que se revolvían peleando entre sí.
Entonces la balacera empezó. Joe disparó cinco veces, usando solo una de sus pistolas y ayudándose con la palma de la mano derecha a percutar el gatillo. Los malhechores cayeron al suelo con un agujero en la frente, entre ceja y ceja, y aunque habían llegado a empuñar sus armas no pudieron desenfundarlas y, ya al borde del infierno, empezaron a disparar por instinto criminal, aunque a sus propias piernas, como las dentelladas de un tiburón moribundo.
Joe esperó unos segundos que se disipara el humo de la pólvora, vio los orificios en la frente de las alimañas, mordió su cigarro y salivando lentamente escupió a su costado. Esta vez su escupitajo hizo un agujero limpio en la dura madera del suelo… Y se fue.
Joe, en medio del desierto, dobló su cuerpo y se abrazó al cuello de su fiel amigo. Sabía que pronto se desmayaría por efecto del calor y la deshidratación, y mantenerse montado a su caballo era su única oportunidad de sobrevivir.
Cien años más tarde nacería uno de sus descendientes, Clint, que llegaría a ser tan famoso como él, imitándolo, y sería una estrella de cine en Hollywood.

domingo, 26 de diciembre de 2010

COMO ESCRIBIR UNA NOVELA... PARTE 4 DE 4... FINAL


Bien amigos, la presente es la IV y última de ésta serie de notas, motivadora, que llamamos “Cómo Escribir una Novela…” en espera de que sirva, en la medida de su sencillez, para desmitificar la falsa aureola de la figura del escritor tradicional. Recordemos que las narraciones literarias tienen como primer objetivo el de entretenernos en aquel mundo irreal creado con palabras. Además recordemos que el arte de escribir es una fuerza compulsiva que sienta al escritor frente a un papel, físico o virtual, durante horas, días, meses y años para dar a luz una historia. Y finalmente, recordemos que el objetivo primario y final del escritor es ser leído, y consecuentemente su lenguaje deberá ser accesible a la mayoría de lectores, entreteniéndolos con las ficciones que brotan de su mente, y con la particular manera de contarlas.
Bien amigos, hasta aquí hemos cubierto lo que había denominado como lo teórico. Ahora vayamos al terreno práctico, al momento en que estamos listos para escribir nuestra novela...
Lo que van a ver aquí es el esquema grafico de la estructura de una novela y sus diversos elementos. No olviden que mi educación y experiencia profesional es la de un ingeniero. La lógica matemática y el esquematización es parte inherente de cómo analizo y concibo las cosas al abstraerlas. Y al enfrentarme a la tarea de la construcción de una novela no puedo evitar enfocarla de otra manera. Al contrario, me aprovecho de este método para poder aplicarlo al trabajo literario de construir una historia.
Cuando Uds. lleguen a este punto de la planificación de su trabajo literario les aseguro que ya están por escribir la novela propiamente dicha. Es indudable que ya tienen una idea clara del tipo de historia que van a contar, así como sus personajes y lugares principales, como también el lugar y el tiempo en donde transcurre y de “Quién va a contarla”. Asumo que ya tienen un buen manojo de notas, inconexas aun, fruto de la investigación realizada, entremezcladas con la febril imaginación, en espera de ocupar su lugar debido en el edificio de tres pisos que van a construir. Ya en sus mentes, mis queridos escritores, estarán girando miles de ideas retenidas como el agua de un dique que amenaza con inundar todo el valle. Es justamente allí en donde la siguiente nota les ayudará a que sus ideas salgan en un torrente ordenado y beneficioso, y no como una inundación dañina, desordenada y destructiva, que empiece y termine en la primera hoja o, peor aun, que ahogue al lector en un torrente de palabras acerca de historias inconexas, superfluas e incomprensible, que finalmente lo lleven a desdeñar su novela.
Bien, a lo que me refiero con este último tema es al Esquema Grafico de la estructura de la Novela...
Esquema grafico de una novela
Asumamos que nuestro proyecto de novela esté representado en este grafico:
  El Comienzo          El Desarrollo                El Final
0-------X--------0--------------2x-----------------O-------X----------O
En donde X representa un número de páginas determinado, entonces, de esa manera podemos afirmar que 4X será el total de páginas de la novela. Por ejemplo:
*Si una novela tiene 200 Pág., entonces El Comienzo tendrá la cuarta parte, es decir 50 Pág. Y por consiguiente El Desarrollo tendrá 100 Pág. y El Final 50.
Claro está que éste grafico y éste esquema es sólo una guía para el escritor y que no debemos de tomarla rígidamente. Pero tampoco debemos de abusar de la libertad creativa literaria y crear algo totalmente desproporcionado.
Entonces, en El Comienzo tendremos 50 Págs. para presentar a los Personajes principales, los Lugares, el Tiempo, el Argumento, y poco antes de la Pág. #50... la Crisis.
Luego, en El Desarrollo tendremos 100 Págs. para ampliar el argumento en una secuencia de eventos anecdóticos.
Y en El Final tendremos 50 Págs. para resolver La Crisis y cerrar la novela.
*De la misma manera, si planeamos que la novela tenga 300 Págs. Aproximadamente, entonces:
El Comienzo tendrá   300/4= 75 Págs. aproximadamente.
El Desarrollo tendrá   300/2= 150 Págs. aprox. y
El Final  tendrá         300/4= 75 Págs. aprox.
Y eso es todo mis amigos, ahora ya tiene una idea integral de lo que es una novela y como escribirla. Ahora viene lo más importante, y es nada menos que la capacidad creativa del escritor.
Con estas pautas muy practicas y esquemáticas, le toca al ingenio del escritor el permitir que la Musa de la inspiración le susurre al oído y le cuente todas las historias que quiera porque este las ordenará a su buen criterio, desechando las que no le sirvan porque ya tiene un comienzo y un final trazado y no se extraviará, ni enredará en episodios vanos.
Luego de un buen tiempo y de grandes batallas llegarás a resolver la crisis de la novela y tu propia crisis como escritor, y tendrás la plena satisfacción que proporciona la tarea cumplida. Suspirarás satisfecho, sólo para descubrir que construiste una casa de tres pisos, en la que falta hace una limpieza total para que sea habitable. Es aquí en donde entrará a tallar tu habilidad, innata y adquirida, en el área de la Lengua y Literatura. De aquí en adelante, de la corrección y el pulido de la novela como un diamante en bruto que tienes en mano, dependerá si la novela es una obra exquisita. Si querías hacerlo y no lo lograste, lo siento mucho porque en esa área no puedo ayudarte.
Pero si logras escribir una novela, bien estructurada, entretenida y comprensible para el común de los lectores, en donde la premisa que se planteó fue lograda brillantemente, entonces te felicito porque has escrito una buena novela que te enorgullecerá toda una vida, y obtendrás el cariño y el respeto de tus amigos y desconocidos, y si perseveras y superas sus errores, el éxito literario, y quizás el económico, podría llegar.
Amigos espero que estas notas les ayuden algo en “Como Escribir Una Novela”. Pero, finalmente Uds. se preguntaran un tanto incrédulos ¿Será efectivo? ¿Funciona su método? Y yo les respondo enfáticamente “Claro que sí”. Ya van varias novelas escritas de las que me siento orgulloso, además de querido y respetado por mis amigos y extraños. 
Pero Uds. incansables e impertinentes me preguntaran: ¿Son obras exquisitas? Y yo les respondo honestamente ¡No! Ni es mi intención satisfacer gustos exquisitos que son el privilegio de una elite. Muchas gracias.

LOS VIAJES ASTRALES… ¿FICCIÓN O REALIDAD?

Autor... Michaelangelo Barnez Para empezar diré que los Viajes Astrales son experiencias extraordinarias en donde el espíritu, alma, ánima...