TRIBUTO
A LOS MÁRTIRES DE UCHURACCAY. UNA VISIÓN PERSONAL.
By
Michaelangelo Barnez
Cuando
terminé mi educación secundaria, hace más de 50 años, no fui directo a la
universidad como todos mis amigos lo hacían, sino que siendo peruano y viviendo
en Lima, elegí irme a conocer mi tierra, el Perú profundo, que como muchos
limeños la desconocía.
Esa
aventura, podemos llamarla así, no fue por una motivación de conciencia político
social, sino por el ánimo de conocer los lugares y gente que solo había visto
en libros de la escuela y revistas. No puedo negar que de algún modo estaba
influenciado por la corriente hippie que ya nacía, como se darán cuenta eso me
ubica en la segunda mitad de los dorados años 60’s. Años que marcaron a nuestra
generación con muchos eventos históricos como la Revolución Cubana, el
asesinato de Kennedy, la tragedia del Estadio Nacional, la guerrilla del MIR y
la puente Uceda, la muerte del Che Guevara, la Guerra de Viet Nam, la Revolución
de Velasco y el festival Woodstock.
Quiero
destacar que en esos años de viajes y aventuras pude conocer al Perú profundo,
porque mis viajes fueron en buses formales, autos particulares o camiones de
carga, en unos pagando y en otros siendo gratis le llamábamos “tirando dedo” o
“aventón”, con una mochila y bolsa de dormir a la espalda, durmiendo en
iglesias, comisarías, cementerios o plaza, si no encontrábamos algún nuevo
amigo que nos acogiera o simplemente bajo la cobija de las estrellas. Todo esto
parecería un tanto frívolo, pero quisiera destacar que eso solo sucedía cuando
llegábamos a las ciudades. Luego venía lo más hermoso y aleccionador y eran las
largas caminatas que hacíamos para llegar de un pueblo a otro. Así conocí la
bondad del campesino serrano que sin conocernos nos recibía con cariño para
compartir su miseria, en casa y comida, sin esperar nada a cambio. Jamás
olvidaré que en esos lugares de la sierra central y sur aprendí a comer la máchica,
variedades de papas y quesos, las ranas y truchas; pero en la mayoría de los
pueblos serranos, en donde reinaba y sigue reinando la extrema pobreza, el
chuño como única dieta alimenticia, porque no existían los productos
manufacturados como las conservas, fideos, arroz y otros. Además aprendí a
beber el café de cebada tostada, sin azúcar, porque no había el dinero para
compralos; y porque no, también aprendí a chacchar la hoja de coca que me
invitaban a compartir.
Les cuento todo esto porque quiero destacar el
espíritu bondadoso del campesino serrano, que sentía a su vez un respeto
inconmensurable hacia mi persona, lo que me hizo pensar que quizás me
confundían con alguien más, como con el hijo del hacendado o gamonal o de
alguna otra autoridad. Pero descarté esa idea porque esa bondad era
generalizada en toda la sierra que visité desde Cajamarca hasta Puno. Y luego
regresé a Lima, la horrible.
Entonces
estuve listo para ir a la universidad, a la más grande y prestigiosa: La
Universidad Nacional de Ingeniería o simplemente la UNI.
Por
esa inolvidable experiencia que tuve con los campesinos es que me pregunté,
años después, al enterarme de la masacre de Uchuraccay, ocurrida el 26 de enero
de 1983. ¿Cómo fue posible tan terrible crimen? ¿Qué pasó con ese campesinado serrano
que conocí? Porque no era la primera y única vez que pasaba. Habían pasado
menos de 25 años de cuando conocí a los jóvenes, hijos de los campesinos serranos, inocentes y bondadosos de mi
misma edad y ahora eran los protagonistas de una horrenda masacre contra gente
indefensa y para nada violenta.
Para
entenderlo creo que de manera sucinta nombraré los hechos que conmovieron al
Perú después que regresé de la sierra, en los años 70’s.
EN LOS
AÑOS 70’S.
La
Revolución de las Fuerzas Armadas liderada por el general Juan Velasco
Alvarado, apoyados por el grupo de generales de CAEM, removió al Perú entero
desde sus cimientos, no solo por su llegada espectacular en una real crisis de
credibilidad de los lesivos contratos del petróleo firmados por el
gobierno de Belaunde Terry, en nombre del Perú, y la IPC norteamericana, y el
reclamo histórico de la Brea y Pariñas por las organizaciones de izquierda y el
nacionalismo.
La
Revolución de Velasco abrió una etapa de efervescencia política en el Perú al tomar
y poner las ideas y planes de la izquierda y nacionalistas en el centro protagónico
de la política nacional. La Reforma Agraria, la Comunidad Industrial, los
contratos y el control de nuestras riquezas Mineras, la Pesca y el Control de
las Empresas de la Información, etc. eran el menú de la política Peruana.
Revolución que fue respaldada por el PC Unidad y por lo tanto la Central de
Trabajadores, la CGTP, además de algunos intelectuales; pero que no fue apoyada
por muchos que debieron hacerlo, especialmente por las nacientes organizaciones
comunistas divididas por la repercusión del rompimiento internacional de los PC
Chino y Ruso, que como maniquíes más se alineaban con uno u otro, o con el
naciente ejemplo Cubano. Lo que determinó que los diversos grupos de la nueva
izquierda fueran, en diversos grados, una oposición efectiva en la agitación y
movilización popular contra la revolución en curso. Así el estudiantado
universitario, con sus organizaciones de izq., fue adverso al cambio que
proponía y ejecutaba la revolución de Velasco, al tipificarlo de reformista, bonapartista
y, la más extrema, hasta de fascista, y que tenían todas ellas en sus programas
políticos el asalto al poder con el proletariado y su partido, el PC, a la
cabeza. De allí, de ese movimiento de extrema izquierda, salieron muy buenos
dirigentes políticos y también los más radicales que en los momentos concretos
de la guerra cometieron los crímenes más abominables.
Con
la muerte del general Juan Velasco Alvarado termina las intenciones y el poder
de llevar la revolución a nuevas metas, entonces vino el recambio para
deshacerlo, para desandar todo lo que había avanzado. Pero la nueva izquierda
ya había nacido y estaba madurando, aunque con sus taras internas que jamás
abandonaría.
Luego
vendría una intensa etapa de paros, huelgas y movilizaciones populares jamás
vistas, de carácter reivindicativo y políticas, y la izquierda creció aún más,
aumentando así su influencia en amplios sectores de trabajadores y de los
poblados marginales.
Crecimiento
y popularización de las diversas ideas de izquierda por el cambio social que
llegaban a lo más recóndito lugares del Perú profundo solo a través de las
radios de onda corta y am que los campesinos poseían como única comunicación
con ese mundo tan adverso que representaba Lima y su cultura occidental. Y con
estas nuevas ideas llegaron también sus promotores de base, sus militantes y, quiéranlo
o no, con sus divisiones y malas mañas a cuesta.
No
olvidemos que el campesinado por siglos, como clase y etnia social, jamás se sintió
ser parte de la cultura occidental, al contrario, mirando con recelo ha
mantenido silencio que solo rompía en el seno de sus comunidades campesinas y
para recuperar sus tierras usurpadas por los patrones, representantes de esa
sociedad.
Así
llegamos a los 80’s, con la aureola de que los trabajadores de la ciudad
aspiraban la unidad con los campesinos para cambiar al Perú en un mundo mejor,
que ya habían logrado una nueva y mejor Constitución que les abría las puertas
de la integración económica y cultural del Perú, respetando su libre
determinación cultural en los mismos campos.
Pero
con ellos llegaron también los militantes de las posiciones extremas y
sectarias que sostenían que ellos eran los único y verdaderos amigos del
campesinado y que el resto, los que se decían ser de izquierda, eran peor que
sus enemigos de siempre.
Nunca
podremos hablar de un 100%, pero muchos campesinos hicieron suyas las tesis de
los diversos grupos de Izquierda, que luego de una confrontación con la
realidad en las tomas de tierras, asambleas y movilizaciones desconfiaron y
optaron por aquella actitud pos incaica y regresaron a su silencio.
LA
MASACRE DE UCHURACCAY
El
Informe de la Comisión de la Verdad, que recoge el testimonio de muchos
protagonistas y testigos de esos trágicos años, nos dice: “Uchuraccay es una
comunidad quechua ubicada en las alturas de la provincia de Huanta (Ayacucho) a
4,000 metros sobre el nivel de mar (véase mapa de la ubicación de Uchuraccay).
El 26 de enero de 1983 fueron asesinados allí los periodistas Eduardo de la
Piniella, Pedro Sánchez y Félix Gavilán de El Diario de Marka, Jorge Luis
Mendívil y Willy Retto de El Observador, Jorge Sedano de La República, Amador
García de la revista Oiga y Octavio Infante del diario Noticias de Ayacucho,
así como el guía Juan Argumedo y el comunero uchuraccaíno Severino Huáscar
Morales.”
Pero
la tragedia de Uchuraccay se inició mucho antes del 26 de enero del
83, ya que dos año antes, militantes de Sendero llegaron a la zona, simulando
ser negociantes o buscando trabajo, para organizar sus bases de apoyo en su ya
plan en desarrollo de la llamada guerra popular.
Siendo
un poblado de menos de 500 habitantes, controlar Uchuraccay era de fundamental
importancia para Sendero para poder tener acceso desde la puna a la ceja de
selva y a los valles.
Pero
la inicial actitud receptiva, pasiva y silenciosa de los campesinos hacia los
senderistas cambió y se agravó al punto de que el pueblo de Uchuraccay apreso a seis de ellos y estuvieron a punto de
lincharlos, pero optaron por expulsarlos, porque no querían reconocer el poder
del PC sendero, erradicar sus costumbres y someterse a los planes de ellos. Poco
después el alcalde, Alejandro Huamán, quemó públicamente una bandera roja que
Sendero había colocado en un cerro vecino. Acto que fue su sentencia de muerte
porque a los pocos días fue asesinado por el PC senderista y unos días más a
dos autoridades campesinas más.
El
informe de la Comisión de la verdad nos dice: “Estas primeras acciones de
rechazo frontal de la comunidad frente a la presencia senderista fueron
pacíficas, pero la situación cambió cuando hacia fines de noviembre o inicios
de diciembre (1982) el PCP Sendero Luminoso asesinó a Alejandro Huamán,
presidente de la comunidad, así como al comunero Venancio Auccatoma. En el caso
de Alejandro Huamán, «dos grupos de los tuta puriqkuna que aproximadamente
sumaban sesenta» lo detuvieron en su vivienda a las tres de la madrugada frente
a su familia diciéndole «levántate carajo» y acusándolo de ser un «soplón» y
«yana uma» (cabeza negra). Su nuera, Dionicia Chávez Soto, fue herida de bala
en ambos muslos al intentar defenderlo, mientras algunos de los miembros del
PCP SL allanaron la casa de ichu y luego la quemaron. Alejandro fue conducido a
la plaza del pueblo, siendo sometido a un juicio popular y encerrado en el
local comunal. En horas de la tarde, a pesar de los ruegos de su esposa,
hermanos e hijos, Alejandro fue asesinado baleado en la frente. Cometido el
asesinato «ya nadie quería acercarse por lo menos a ver el cadáver, quien lo
hacía o recogía corría la misma suerte y nos tildaban de yana umas cabezas
negras; había personas como espías que estaban viendo quiénes se acercan»”
¿Que
hicieron los familiares y amigos de Alejandro Huamán en respuesta al asesinato?
Nada. Se resignaron a la muerte y volvieron a sus chacras a seguir con sus
labores en silencio.
Pero pocos
días después el hecho se repitió, no muy lejos de Uchuraccay, a solo una hora
de camino, en Huaychao, en donde se vivió un problema similar pues Sendero
asesinó al presidente y al teniente gobernador de la comunidad.
Esta
vez las comunidades campesinas de la zona se reunieron en Uchuraccay, diciembre
del 82, y declararon enemigos del pueblo al PC Sendero y pidieron ayuda al
ejército.
Pero
así como Sendero caminaba por toda esas zonas de Huanta, también lo hacía el
ejército usando helicópteros, que conociendo ya los asesinatos de Sendero
perpetrados contra las autoridades de la comunidad y el pedido protección de
los mismos, les ordenó que exterminen a todos los extraños que lleguen a sus
pueblos caminando o en acémilas.
El
Informe de la Comisión de la Verdad recoge la siguiente declaración: “El 21 de
enero, a menos de un mes de la intervención de las fuerzas armadas en el departamento
de Ayacucho y del establecimiento de la Infantería de Marina en la provincia de
Huanta, se produjo la matanza de siete miembros del PCP SL en las comunidades
de Huaychao y Macabamba (véase el mapa de ubicación de Uchuraccay). Los
comuneros, luego de recibir amistosamente a la columna senderista en el local
comunal, coreando sus arengas en pro de la lucha amada y el camarada Gonzalo,
como solía ocurrir, los detuvieron y asesinaron a cuatro miembros del PCP SL en
Huaychao y tres en Macabamba.
Por
esos mismos días, cinco miembros del PCP SL fueron asesinados en Uchuraccay:
aparecieron cinco terroristas hacia el camino de la herradura que viene de San
José de Secce, con dirección a este pueblo por el lugar denominado Champacoca,
por lo que los comuneros de Uchuraccay entre varones, mujeres y niños, después
de reunirse, lograron interceptar a dichos terroristas en el sitio denominado
Chancahuayco que queda a unos tres kilómetros de distancia hacia arriba de esta
casa comunal, y cuando les interrogaron supieron de que los terroristas de San
José de Secce y Pacchanca, iban a ingresar a Uchuraccay a matarlos, por lo que
todos los comuneros los mataron, empleando huaraca, piedras y a puñetes y a
puntapiés, y luego enterraron sus restos en el cementerio de Polvorín... Estos
terroristas no llevaban ninguna clase de armas, si no solamente portaban dos de
ellas, cada una un tarro de leche Gloria vacío, de estos hechos no dieron aviso
a los sinchis quienes los habían visitado en los primeros días de enero del presente
año.”
Todo
esto asesinatos fueron mantenido en secreto por las autoridades militares.
Ningún medio supo lo ocurrido y por lo tanto Lima y el resto del Perú no sabía
lo que sucedía en ese remoto lugar de la serranía peruana Recién el 23 de enero,
el Jefe Político Militar de la Zona de Emergencia, general Roberto Clemente
Noel Moral, en una conferencia de prensa da a conocer al país sobre las muertes
ocurridas en la comunidad de Huaychao, y envía un destacamento de sinchis a
Uchuraccay, que solo pernocta para regresar a su base al día siguiente, sin
antes recordarles que “maten a todos los que lleguen a pie a la comunidad”.
Para
el 24 de enero de 1983 el enfrentamiento de las comunidades campesinas de la
zona de Huanta con Sendero ya era de carácter mortal. En total, habrían sido
aproximadamente 24 los miembros del PCP SL muertos en diferentes comunidades.
Los campesinos comuneros sabían que vendría la represalia de Sendero y se estaban
preparando para defenderse.
En
Lima, el escueto informe militar del general Noel como única versión de los
hechos no satisfacía al periodismo, a pesar de la fanfarria oficial del
gobierno de Belaunde por tal violencia.
Un
grupo de periodistas que cubrían informaciones en Huamanga para los diarios La
República, El Observador, El Diario de Marka, Noticias de Ayacucho y la Revista
Oiga decidió emprender una expedición a la zona para cotejar la historia y
confirmar si los hechos ocurrieron como lo narró la autoridad militar.
Lo
que sigue es el martirologio de los ocho periodistas que fueron en busca de la
verdad de los hechos al llegar caminando a Uchuraccay, en donde encontraron la
muerte debido a la estrategia militar impartida a los comuneros de matar a los
extraños que llegaran a pie.
Me reúso
a relatar los detalles de la muerte de los periodistas y quienes quiera
conocerlo pueden buscarlo en el informe de la Comisión de la Verdad.
Solo
añadiré que: “Ante la gravedad de los acontecimientos, los hombres de prensa
actuaron rápidamente. A la mañana del día siguiente, domingo 30 de enero, luego
de un incidente producido por la cancelación del vuelo del avión presidencial,
arribó a Ayacucho un avión fletado por el Diario La República conduciendo a un
numeroso grupo de reporteros nacionales y extranjeros, parlamentarios,
eclesiásticos y familiares de los periodistas asesinados. En la conferencia de
prensa realizada seguidamente, el general Roberto Clemente Noel Moral negó
haber conocido del viaje de los periodistas hasta la tarde del 28 de enero, y
señaló (soltando su ponzoñoso veneno de la desinformación) que los periodistas llegaron a Uchuraccay
portando una bandera roja, siendo asesinados por los comuneros en defensa de la
legalidad. Asimismo, mencionó en un momento que los campesinos pudieron confundir
las cámaras fotográficas con armas.”
Semanas
más tarde, y a lo largo de un año, los campesinos de la zona, especialmente de
Uchuraccay fueron masacrados por Sendero y el Ejercito. Y la barbarie continuó
por muchos años más hasta que el campesinado le ganó la guerra al PC Sendero
luminoso.
GLORIA
ETERNA A LOS MÁRTIRES DE UCHURACCAY:
Eduardo
De la Piniella (periodista de El Diario de Marka)
Pedro
Sánchez (periodista de El Diario de Marka)
Félix
Gavilán (periodista corresponsal de El Diario de Marka)
Willy
Retto (periodista de El Observador)
Jorge
Luis Mendívil (periodista de El Observador)
Jorge
Sedano (periodista de La República)
Amador
García (periodista del semanario Oiga)
Octavio
Infante (periodista de Noticias de Ayacucho)
Juan
Argumedo (guía e intérprete)
Severino
Huáscar Morales (comunero, quien intentó impedir el asesinato de Juan Argumedo)
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