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lunes, 9 de septiembre de 2019

UNIVERSOS PARALELOS

mujer madura

Me casé con una hermosa mujer morena y nuestro matrimonio perduró por unos largos 30 años, claro está que con los consabidos altos y bajos de toda relación. Pero últimamente, en los momentos de crisis, hemos llegado no solamente al límite de la tolerancia, sino que esta se había transformado en una asfixiante intolerancia, mutua y con la misma intensidad en ambos. Aunque, ya calmados, siempre llegábamos a la reconciliación… pasajera.
Hoy tuvimos una nueva discusión, en donde la expresión “nueva” es solo un decir, porque, en la larga fila del recuento de estas, creo que ese término ya no cabía más.
¿Cuál fue el motivo de la discusión? Vaya, solo fue hace unas horas y ni lo recuerdo, solo queda mi desagrado y rabia hacia ella. Pero Uds. pueden imaginarse cualquiera, la más insulsa, burda y vana que puedan pensar, y esa sería el suficiente motivo para encender la hoguera de injurias que logran hacer brotar el odio reprimido que sentimos ambos por cada uno de nosotros.
No hablaré acerca de ella, directamente, sino de mí, porque a pesar de la rabia que siento no pierdo la cordura de mi caballerosidad… en las formas.
Bueno, lo primero que quiero mencionar son algunos defectos, creo que graves, que he tenido por años, y que a estas alturas de mi vida no han cambiado. Sin embargo, nunca fui totalmente consciente de ellos hasta que ella me los enrostró, repetidas veces, como causa de la desgracia de su vida.
Fui y soy dominante… y en un principio a ella le gustaba. En casa se hacía lo que yo creía y decía, actuando siempre con la absoluta convicción de que era lo mejor para todos… y ella, aparentemente feliz, se sometía y hacía las cosas más simples en casa. Hoy mis hijos no tienen porque soportarme, porque se han ido por sus propios caminos. No obstante, ella sigue a mi lado, aunque con el consabido desagrado de no poder soportarme y hacerlo explicito en cada oportunidad que puede.
Fui y soy muy apasionado en el amor. Esto, como virtud, fue algo que a ella le encantó y lo disfrutó por años, a la vez que hizo tolerante todos mis defectos. Hasta que el tiempo me venció y la fuerza menguó, entonces el embrujo acabó, aunque no mi pasión por ella. Ahora sé la humillante verdad, de sus propios labios escupiéndome al rostro, cuando no puedo hacer el amor y me reprocha diciéndome: “nunca me saciaste!!!”.
Hoy ya no soy el adonis de antes, y en mi cuerpo mis músculos han sido reemplazados o cubiertos por la grasa. Al extremo que, en donde había un sexy escultural abdomen, tallado en músculos, ahora sobresale una prominente panza. Y en mi rostro, tanto sonreír a la vida como el fiel reflejo de la alegría de mi espíritu, ahora hay surcos profundizados por el desprecio sentido que llego a percibir de ella hacia mi persona, provocando, peor aún, horribles ojeras y rictus como reflejo de mi amargura.
Mis cabellos, si no han encanecido, se han ido con el viento, el champú y el agua o el acondicionador y el peine… y ni qué decir de mis dientes, que a decir verdad hacen honor a un conocido refrán, porque se han ido con mis parientes… al más allá.
Hoy, temprano en la mañana, al levantarme de la cama, me miré al espejo y comprobé que soy el espanto que ella dice que soy.
Peor aún, ahora dice que huelo, que soy descuidado y sucio debido a las manchas de comida en el pecho de mi camisa… y del baño ni qué decir.
Por eso, viviendo en la misma casa, dormimos en dormitorios separados, con baños separados y todo… lo que ha evitado las reconciliaciones, ¿?.  
Mis hijos ya se han ido de casa para vivir en las suyas. Ahora, en esta tremenda mansión, sólo quedamos dos seres que ya no se soportan y dos criadas fantasmas que penan por la casa cocinando y limpiando.
Esta noche, mientras ella dormía,  entré a su dormitorio y me metí entre las sabanas con mucho cuidado en no rozar su cuerpo para no despertarla y así, indudablemente, encolerizarla, aunque yo sospechaba que estaba despierta.
Allí, recostados en la misma cama, dándonos la espalda y a un aparente kilometro de distancia, nuestra respiración sonaba profunda y calmada. Y en medio de mis pensamientos tomé la resolución de irme… para siempre… de esta vida.
Al día siguiente, mi esposa, al despertar, comprobó que el inerte cuerpo que yacía a su lado era el de un muerto, y lanzó un alarido de dolor diciendo mi nombre, llamándome como una loca desenfrenada; lo que me conmovió profundamente, mientras que yo, como una nube, la observaba desde un rincón del dormitorio. Fue tanto la expresión de dolor y llanto que ella dejó salir del fondo de su corazón, que estuve a punto de regresar para consolarla… pero ya no era posible… y me marché, definitivamente, caminando por un oscuro túnel en donde se podía apreciar una salida luminosa al final de esta.
De pronto, en mi estado de adormecimiento, sentí el suave rozamiento de alguien que se enroscaba a mi cuerpo… y desperté en mi cama cubierto por la rubicunda cabellera de mi mujer. Había dormido tan profundamente que solo atiné a desprenderme lo más suavemente de ella para ir al baño. Allí, me miré al espejo, primero un lado de mi rostro y luego el otro, abrí mi boca y miré mis dientes, luego me dije a mí mismo: “Aún estoy lozano… pero ya llegará la vejez” y alcé mis hombros como un ademán despreocupado y sonreí del sueño que recordaba tenuemente.
De regreso a la cama, me escurrí suavemente entre las piernas de mi amada y me hundí en su blonda entraña. Así, ambos tuvimos un esplendoroso despertar, mucho mejor que el de ayer, aunque, quién sabe, no tanto como el de mañana.
Rubia
Rubia
PS: “Universos paralelos es el nombre de una hipótesis física, en la que entran en juego la existencia de varios universos o realidades relativamente independientes. El desarrollo de la física cuántica, y la búsqueda de una teoría unificada (teoría cuántica de la gravedad), conjuntamente con el desarrollo de la teoría de cuerdas, han hecho entrever la posibilidad de la existencia de múltiples dimensiones y universos paralelos conformando un multiverso”… Wikipedia

jueves, 28 de marzo de 2013

ATRAPADA EN UNA PESADILLA

Atrapada en una Pesadilla

De Michaelangelo Barnez
“Hola doctora”.
“Adelante, por favor, siéntese lo más cómoda posible”.
“Gracias, doctora, gracias”.
“¿Y en que puedo ayudarla?”
 “Doctora, mi nombre es María Luz Cielo, tengo 35 años y mi marido 38. Tenemos tres hijos de 12, 11 y 6 años. El menor, Carlos Alberto,  fue nuestro último intento, luego de un lapso de cinco años que habíamos decidido no tener más hijos, por tener una mujercita en la familia. Pero igual, eso solo lo pensamos antes de tenerlo…” entonces María Luz hizo una pausa, tragó saliva o algo muy parecido al falso orgullo propio, debido a que sentía una gran vergüenza de hablar acerca de algo tan íntimo, aun cuando tenía al frente a una doctora en psiquiatría y estar absolutamente solas. Pero, venciendo esa barrera interna, se animó a hablar, pues para eso había hecho la cita con anterioridad.
 “La razón por la que he venido, doctora, es que últimamente he tenido horribles pesadillas”.
“Las pesadillas son eso, María luz, sueños horribles, y muchas veces sin aparente sentido, ya que son temores disfrazados…” comentó la doctora amablemente, a manera de relajarla, para que a María le sea más fácil ser más específica en explicar su problema.
“Doctora, sueño que, por alguna razón que desconozco, estoy recluida en un sanatorio para enfermos mentales… Es horrible, doctora, en mi sueño estoy en una sala rodeada de gente alterada con las que no puedo compartir las más mínima conversación, digo esto por solo mencionar lo básico entre otras actividades en las que me veo forzada a participar, si se puede llamar participar a estar totalmente quieta, sin hablar, ni moverme, como una muerta, como si mi mente no estuviera allí. Pero, además de esa tortura sicológica, recibo el constante maltrato por parte de los doctores y enfermaras, ya que me tratan como una paciente y yo me opongo, porque estoy totalmente cuerda. Pero ellos no me hacen caso, no me prestan atención, no escuchan mis explicaciones. Yo me enfrento a la terapia que me dan, no quiero los electroshocks, ni los baños con agua helada, pero no puedo luchar contra ellos y finalmente me vencen.  Solo tengo paz cuando, en mi pesadilla, me llevan o logro refugiarme en mi dormitorio y me duermo. Es en ese momento en que por fin logro despertar y ver a mi esposo a mi lado, dormido. Pero el sueño me deja muy alterada, nerviosa, asustada a que pueda verdaderamente perder la razón.”
“María Luz… -empezó a interrogarla la doctora-… ¿Acaso son siempre las mismas pesadillas, una secuencia de ellas con ese mismo tema o totalmente diferentes?”
“Doctora, ahora hasta tengo miedo irme a dormir, porque las pesadillas han sido repetitivas, sino diferentes, aunque relacionadas con el mismo tema… No obstante, tengo otras que empiezan muy lindo, pero se vuelven horribles, al extremo que me sacudo, muevo mis brazos y grito para lograr salir del mal sueño, pero no lo logro fácilmente.”
“¿Y cómo son esas pesadillas?” preguntó con avidez la doctora, adivinando que por allí podría encontrar la explicación del tormento onírico.
“Como le dije, doctora, empiezan muy lindas porque estamos en casa con mucha alegría, preparando nuestro equipaje ya que nos vamos de camping por tres días. Los niños se ven muy animados preparando sus mochilas con sus pertenencias personales. Mi marido se encarga de preparar el equipo de la tienda de campaña, los sacos de dormir y de la caja conservadora para los refrigerios, y empacar, además de todo lo que concierne al mantenimiento de la camioneta 4×4 en que viajaremos. Yo me encargo de los sándwiches y jugos que llevaremos para el camino, además de escoger toda la comida fresca y conservada para los tres días. Además de todo lo concerniente a Carlos Alberto.”
“Tienes mucha razón, María Luz, lo que me cuentas es muy lindo porque con mi familia también hemos hecho esos viajes, que son muy extenuantes pero maravillosos…-comentó la doctora, y añadió-…  Ahora dime, ¿cuándo o qué torna a ese sueño en una pesadilla?”.
“Doctora, trataré de ser breve y le diré directamente que sueño que estamos viajando al Cañón del Colorado por la carretera 66, admirando la belleza del paisaje, pero al oscurecer vamos por un atajo que va por el borde de este. Esta vía no está asfaltada y es muy agreste. Yo le digo, mejor dicho, le ruego a mi esposo a que regrese a la vía principal y que nos hospedemos en un motel, solo por esa noche. Pero él insiste que conoce la vía y que no me preocupe de nada, porque ya la recorrió con sus padres cuando era un adolescente. Doctora, allí es cuando empieza mi desesperación, presiento que algo muy malo nos va a pasar, especialmente cuando la camioneta empieza a dar tumbos por el mal estado del camino. Doctora, eso ya lo he soñado repetidas veces y sé lo que viene. Reconozco el lugar que transitamos y sé que un terrible accidente va a ocurrir. Le ruego a mi esposo que pare, que no continúe, pero él no me escucha y vamos a lo que ya sé, nuestro fatídico destino. Doctora, en un recodo de la carretera aparece un camioneta pick up de gran tamaño, creo que le llaman Big-Foot, que viene en sentido contrario, con las luces muy potentes encendidas, y mi esposo pierde el sentido de orientación. Doctora, dios mío, nos desbarrancamos. Lo he soñado ya tantas veces, sin embargo siempre sufro lo indecible, sino igual, peor. Veo como todo da vueltas dentro de la camioneta, cayendo por el precipicio, oigo los gritos de mi esposo y de mis hijos. Dios mío, mis hijos, mis hijos, cada vez que sueño esto los veo morir, pero me doy cuenta que estoy dentro de una pesadilla y hago lo posible por despertar… entonces todo oscurece y súbitamente lo logro. Doctora, ya se podrá imaginar Ud. lo alterada que me encuentro cuando despierto en la cama, a lado de mi esposo. A veces él se despierta y me abraza, protegiéndome, y me dice: “Mary, tuviste un mal sueño, te escuché gemir mientras te movías angustiada…”. Luego me levanto, voy a buscar a mis hijos en su dormitorio y los veo allí, sanos, durmiendo plácidamente, entonces los acaricio sin despertarlos, me siento feliz de encontrarlos en sus camas. Luego, mi rutina diaria me envuelve, me doy una ducha fría que logra disipar mi preocupación, y así, preparo el desayuno, despido a mi esposo cuando va al trabajo, llevo a mis hijos al colegio y me voy a la oficina legal en donde trabajo como secretaria ejecutiva… es decir ya no tengo tiempo para pensar nuevamente en la pesadilla, pero luego de un tiempo, dos o tres semanas, o a veces meses, la pesadilla regresa.”
María Luz mira fijamente a la doctora, angustiada, en espera de una respuesta, y esta le dice, sin mucha preocupación: “Querida, María Luz, te voy a prescribir unas pastillas para que puedas relajarte durante el sueño y puedas dormir bien, estas desaparecerán con el tiempo.”
María Luz regresa más tranquila a casa y esa noche, luego de acostar a sus hijos, sigue las recomendaciones de la doctora, tomando las pastillas relajantes antes de ir a dormir en brazos de su amado esposo.
“Pobre mujer… -comenta un doctor en una junta de médicos de un hospital para enfermedades mentales-… no hemos logrado traerla a la realidad desde el accidente que tuvo, hace dos meses, en donde perecieron su esposo y sus tres hijos. Cuando abre los ojos no deja de gritar desesperadamente, hasta que la sedamos con tranquilizantes para hacerla dormir, entonces se calma y hasta sonríe constantemente como si viviera un lindo sueño.”

viernes, 5 de junio de 2009

LA PESADILLA


Dormíamos plácidamente cuando de pronto desperté al escuchar pasos subiendo la escalera, afuera del dormitorio. Estos cesaron exactamente al otro lado de la puerta. Yo, a pesar de estar paralizada, temblaba de miedo. Una corazonada me decía que no era un ladrón sino algo mucho peor y… maligno. Yo sudaba copiosamente e hice un gran esfuerzo para vencer la parálisis en que me encontraba sumida por el terror, así pude apenas tocar la espalda de mi marido para despertarlo en busca de ayuda. Pero sólo obtuve de él un espeluznante quejido como respuesta. Entonces salté de la cama y tomé el teléfono para llamar a la policía, pero lo que vi al lado de la puerta del dormitorio me heló la sangre: una niebla había atravesado la puerta y se materializó dentro del dormitorio en la forma de un hombre. Este vestía sombrero de ala ancha y capa, todo de negro, en donde lo único que resplandecía era la palidez de su huesudo rostro. No, no era un monstruo. A decir verdad hubiera preferido que lo sea, porque así hubiera tenido la pequeña esperanza de luchar contra él y con el alboroto despertar a mi marido para juntos acabarlo.
Entonces vi que la premonición que tenía se hizo realidad. El hombre de negro sacó algo que ocultaba debajo de su capa y que relució en la oscuridad: una guadaña. Sí, era la Muerte en persona.
Miré a donde mi marido yacía dormido y grité para llamarlo en mi auxilio pero de él sólo escuché otro espeluznante quejido.
“No vengo por ti” le escuché susurrar al recogedor de almas.
“¿Entonces…?” me atreví a hablar en medio de mis temblores.
Y la Muerte giró lentamente su rostro para mirar a mi marido.
Algo extraño pasó dentro de mí, como un escalofrío, al enterarme de que no era yo a quien buscaba, algo que desvaneció mi miedo.
Entonces di un salto y me interpuse entre la Muerte y mi marido.
“¡A él no lo tocas!” le dije desafiante, levantando el rostro, irguiendo el pecho y apretando mis puños.
“¿Porqué no debo hacerlo?”.
“¡Por el amor de Dios!” y elevé el crucifijo que tenía en mi pecho.
“¡En nombre de él vengo!”
“¡Entonces llévame a mí!”
“¡Ya vendré por ti, no lo dudes!”
“¡Entonces le doy mi alma al Diablo a cambio!”
“¡También vengo en su nombre!”
“No puedes llevártelo, lo conocí desde niño y puedo afirmar que él es un buen hombre, un buen marido, un buen padre. Nunca le hizo mal a nadie, nunca… Dale una oportunidad” rogó la mujer y lloró.
“¡La muerte no es un castigo. Todos los días me llevo a santos, vírgenes e inocentes, en medio de la inmundicia!… ¿Porqué no a él?” esta vez su pregunta no lo era, porque levantó su guadaña y lanzó el fatídico golpe al hombre que dormía sin enterarse de nada.
La mujer dio un salto y cubrió a su marido con su cuerpo, justo cuando la guadaña iba a cortarlo. Ella sintió como la fría y afilada navaja penetró su cuerpo… y todo se oscureció en su mente.
De pronto, sus ojos se abrieron y volvió a ver su dormitorio. Ella estaba en la cama, sana y salva, al lado de su marido; pronto amanecería.
“¿Habrá sido sólo una pesadilla?” se preguntó en silencio. Entonces se atrevió a tocar la espalda de su marido para despertarlo.
“¡Haaaaaaa!” fue la única respuesta, el mismo alarido del sueño. Ella no esperó más, volteó a su marido con cuidado, miró sus ojos y los vió totalmente rojos.
De un salto alcanzó el teléfono y llamó a los paramédicos. Estos llegaron en breves minutos, le hicieron un examen de emergencia y decidieron llevárselo al hospital: el hombre sufría un ataque al corazón.
¿Habría peleado la mujer contra la Muerte? ¿Habría desviado con su cuerpo el golpe mortal de la guadaña? Nunca lo sabremos, pero si ese fuera el caso los doctores y las medicinas hicieron el resto.
“Amor, tuve una pesadilla… Soñé que la Muerte venía por mí” Le confesó el marido a su esposa al despertar en la cama del hospital, luego de salir del quirófano.
“Sí, yo también” y besó sus labios.

viernes, 17 de octubre de 2008

LA PUERTA DEL SOL



Queridos Amigos:

Próximamente presentaré mi nueva novela "LA PUERTA DEL SOL" en el Auditorio de la Embajada de España, en Octubre 31, en Lima-Perú, y en el Aula de Presentaciones de la Liga de Escritores Profesionales de la cuidad de Long Beach, en Noviembre 28, California-USA. Presentaciones a las que todos están invitados.

Los personajes de “Te Veré en Sueños”, Rose, John y Penélope, vuelven a cobrar vida en la novela LA PUERTA DEL SOL” en donde las manifestaciones de los poderes mentales y fenómenos extra sensoriales, tan misteriosos pero cotidianos en nuestras vidas, son el eje de esta historia.

Rose y Penélope, madre y esposa respectivamente de John, son atacadas por un terrible mal. La ciencia, con todos sus avances y limitaciones, descarta la posibilidad de una recuperación, y John como médico buscará salvarlas recurriendo no sólo a la medicina no convencional, sino que inclusive a la inverosímil alternativa de una Curación Milagrosa… ¿Pero, cómo lograrlo?

LA PUERTA DEL SOL” es una novela de acción y aventura, pero por sobre todo, de un gran contenido espiritual en donde las esperanzas de los personajes y sus poderes mentales los transportará más allá de los límites imaginados que nos plantean la vida.

Sí, Michaelangelo Barnez nos trae con LA PUERTA DEL SOL” un mensaje de amor y esperanza ante un terrible mal que aqueja a la humanidad toda, mal de aparente y cotidiana creencia sin solución.

Pero… ¿Lo logrará John? ¿Lograrán Rose y Penélope salir de las garras de la oscuridad del mal? ¿Si?… ¿Cómo?

Léanla, les fascinará lo inesperado de su trama.

Búscala en:

LULU.COM ó

MICHAELANGELO BARNEZ


LOS VIAJES ASTRALES… ¿FICCIÓN O REALIDAD?

Autor... Michaelangelo Barnez Para empezar diré que los Viajes Astrales son experiencias extraordinarias en donde el espíritu, alma, ánima...