John miraba el triste rostro de su esposa ante su inminente partida. Quería consolarla,
pero temía causarle más pena aun. Por eso solo atinó a decirle: “Joanna, eres
muy bella, amor, y te recordaré cada día que esté lejos de ti.”
Joanna era una mujer
de mediana edad cuyo lozano rostro había envejecido recientemente debido a la
tristeza provocada.
Ella, aferrada a las
manos de su marido, le dijo: “Nunca nos habíamos separado antes. No sé lo que
es estar lejos de ti, y me da mucho miedo”.
“No será por mucho
tiempo, querida… -repuso John, y agregó-… aunque en estas cosas todo es muy
relativo”.
“¿Y si me llevas
contigo… hoy?”
“Mmm ya lo hablamos
querida y sabes que no es una opción… Pero no hablemos más de eso, no tiene
importancia. Lo que me preocupa es como quedan las cosas. ¿Podrás controlar
todo lo que acordamos hasta el día que vengas a mi lado?”
“Sí. Puedo valerme
por mi misma, pero lo que me da miedo es hacer ese viaje sola”.
“No te preocupes, yo
estaré esperando tu llegada”.
John, sabiendo que la
hora había llegado, besó los labios de su amada y sintió el sabor salado de las
lágrimas que rodaban por la mejilla de ella. Joanna tembló, abrazó fuertemente
los hombros de su marido y le correspondió el beso de despedida como queriendo
entregarle su corazón.
John, esa misma noche, a los pocos minutos de haber besado a su amada, y con una dulce sonrisa en los labios, cayó en un ya previsto coma profundo del que no despertaría.
2 comentarios:
es muy bello, triste pero bello y real, a todos nos tocara partir antes o despues, me encanto te mando un beso. Paula Duncan
Dear Paula... Me gustó lo que dijiste.
Y... gracias por el comentario y el beso enviado.
Allí van Besos para ti también.
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