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viernes, 28 de junio de 2019

LA VERDAD Y LA MENTIRA



Anónimo.
Cuenta una leyenda que un día la verdad radiantemente vestida y la mentira con inmunda ropa se cruzaron:
– Buenos días- dijo la mentira.
– Buenos días- contestó la verdad solo como un saludo porque no lo era.
– Hermoso día- insistió la mentira.
Y la verdad, miró al cielo y oteó el horizonte para ver si era verdad… Y sí, en cierta manera lo era.
– Hermoso día- contestó entonces la verdad.
– Aún más hermoso está hoy el lago- dijo la mentira.
Y la verdad, miró y requeté miró al lago para convencerse de que era verdad… Y sí, lo era.
– Cierto, está más bonito- dijo entonces la verdad.
Y la mentira, corriendo hacia el agua, dijo:
– ¡Vayamos al agua a nadar! ¡El agua está muy tibia!
La verdad se acercó con prudencia al agua, la tocó con la yema de los dedos, sintió que sí, el agua estaba muy agradable, y decidió creer a la mentira y seguirla.
Ambas se quitaron la ropa y se lanzaron al agua. La verdad y la mentira estuvieron nadando un buen rato, muy a gusto, hasta que la mentira salió y se puso la ropa de la verdad. La verdad, incapaz de ponerse la asquerosa ropa de la mentira, comenzó a caminar desnuda por las calles y todos se escandalizaron al verla.
Así es cómo, desde entonces, la mayoría de personas prefieren ver la mentira disfrazada de verdad que la verdad al desnudo.

martes, 12 de febrero de 2019

¿ADICTO AL SEXO?



Estoy en la suite de un hotel de cinco estrellas, porque esta noche será especial, recostado en la cama, desnudo, pero cubierto discretamente luego de haberme duchado. Reposo plácidamente, con mis dedos entrelazados, entre mi húmeda nuca y la almohada, en espera de que mi pareja salga del baño y venga a recostarse a mi lado, para hacer lo que ya teníamos propuesto hacer desde mucho antes que entráramos al hotel.
No está de más decir que venía preparado para la faena, no había bebido nada de alcohol ni comido más de un bocadillo en el preámbulo que hicimos antes de subir a la suite, porque definitivamente pensaba fornicar toda la noche… ¿Seré adicto al sexo?
Pero ya no soy tan joven y ni los ejercicios que hago a diario para mantenerme en “forma” (léase: “listo para el sexo”) dan los resultados esperados, ya que lo que antes tenía como un depredador cóndor ahora es un tímido pingüinito. Así que, con antelación, fui a ver a un doctor para que me recete la bendita pastilla del Viagra. Tengo 60 años de edad, y por lo menos 45 fornicando como gallo arrecho, y no pude evitar que una idea cruzara mi mente… ¿Seré adicto al sexo?
Resultado de imagen para mujer en baby dollEntonces apareció mi deseada hembra, en el marco de la puerta, vistiendo un breve y transparente “baby doll”, a contraluz, entre la semipenumbra del suite y la luz del baño, posando de manera sexy, con un brazo en alto y la otra mano apoyada en su carnosa cadera, mirándome seductoramente, muy segura de sí misma de que muy pronto iba a conseguir su pecaminoso propósito. En mí, lo que tenía que erguirse se irguió, y agradecí el milagro a la bendita pastilla azul. Entonces me quedé absorto, mirando su espectacular figura, mientras por mi mente hacía el recuento de la docena de condones, de colores y sabores, que había traído y usaría con mucha ilusión… ¿Seré adicto al sexo?
La opulenta y voluptuosa mujer vino caminando lentamente hacia mí, moviendo sus caderas, para provocarme la libido o, ya provocada en ella misma, por el anhelo de devorar su apetecible bocado que la sabana no podía ocultar.
Yo me mantuve quieto, tranquilo, y seguí recostado en la cama, dejando que ella tome la iniciativa y despliegue todo lo que su imaginación de hembra en celo le provoque hacer. ¿Acaso soy un diablo en la cama? No, soy más que eso, soy viejo y aunque necesito Viagra la experiencia de la vida es mi aliada… ¿Seré adicto al Sexo?
Ella se detuvo a sólo un metro de la cama y empezó a bailar suavemente al ritmo de la oriental melodía que llenaba el ambiente, girando y contorsionando sus caderas y hombros, haciendo danzar su ombligo, frotando con sus manos las protuberancias y pliegues de su cuerpo, despeinándose y meneando su cabellera, e inclinándose a recoger cosas imaginarias del suelo, sólo para mostrarme la sinopsis de lo que más tarde me enseñaría al detalle, y en mi alma sentí el perturvador sabor dulce de la lujuria.
Los latidos de mi corazón se acrecentaron y mi respiración se transformó en una secuencia de profundos suspiros. Ella evitaba mirarme a los ojos para no perturbar mi gozo, pero yo creí descubrir en su dulce rostro que la danza erótica la afectaba a ella también, hasta que se quitó el “Baby doll” y totalmente desnuda vino hacia mí… ¿Seré adicto al sexo?
Debo confesar que ella no es la joven ni esbelta mujer que Uds. se imaginan. Entonces, ¿Porqué es frenesí de querer hacerle el amor?… O acaso realmente… ¿Seré adicto al sexo?
Resultado de imagen para mujer en baby dollBueno, les diré que ella ya perdió la lozanía de su piel, y los contornos de su cuerpo no son los que conocí en su juventud; ella ha perdido unos dientes que fueron reemplazados a la perfección, y en su rostro hay arrugas que ya son imposibles de ocultar. Aun así, esta noche deseo hacerle el amor de una manera inolvidable… ¿Seré adicto al Sexo?
Mmm… No lo creo… O al menos, no exactamente. Lo que sí creo, es que lo justo sería decir que Soy Adicto a Ella, porque llevamos 50 años de enamorados, y la adoro con toda mi alma.
Sí, soy un irremediable adicto, porque sin ella no podría vivir… Y esta noche es nuestro 50° Aniversario de matrimonio.
“Apaga ya la luz cariño… y ven!!!” Me pidió con voz dulce y sensual, y yo muy obediente… obedecí.
               








sábado, 22 de septiembre de 2018

MAMÁ, EN EL COLEGIO ME ESTAN DICIENDO BITCH!!!



MAMÁ, EN EL COLEGIO ME ESTAN DICIENDO BITCH!!!
De Michaelangelo Barnez
“Mamá, en el colegio me están diciendo bitch, por culpa de mi hermano!” Gritó Julieth, la adolecente de 14 años, al entrar a la cocina de su casa, apenas llegó del colegio.
“Mammm!!!” Gritó su hermano Brady, de 15 años, detrás de ella.
Ambos adolescentes estudiaban, no en uno de los más, sino, del más caro de los colegios de Lima.

Su padre, próspero ingeniero, era el más rico empresario de la minería en el Perú y poderoso en influencias políticas, debido a que contribuía con las campañas en las elecciones generales para Presidentes y Congresistas con cuantiosas aunque subrepticias donaciones de millones de dólares.

Su madre, abogada, era dueña de una muy poderosa Firma Consultora Integral desde donde ejercía los lobbies para lograr los contratos con el Estado para sus clientes. Con un excelente equipo de abogados jóvenes inescrupulosos, además de otros viejos zorros, ella se dedicaba a las relaciones públicas entre las empresas nacionales y extranjeras licitantes y el Estado, en cocteles y ágapes; sino la pasaba en casa, la peluquería o con sus amigas.
Ambos solían ser muy exigentes con sus contadores, porque eran verdaderos cumplidores con sus obligaciones tributarias a la SUNAT. Sin embargo, la verdadera riqueza de la sociedad familiar estaba en los Bancos de los paraísos fiscales, con empresas y transacciones de cuentas offshore.

“Mammm!!!” Volvió a gritar Brady detrás de su hermana para bloquear lo que ella decía. Pero ya era muy tarde, su madre ya había oído la palabra “bitch”, y con el cucharón de palo en la mano amenazó a su hijo “Cállate, y déjame oír a tu hermana…!” y le entregó el cucharón de palo a quien de verdad cocinaba en su casa.

“Mamá, Brady me gritó bitch en el recreo!!!...-le contó la adolescente de rostro virginal-… y ahora todos me gritan bitch en el colegio!”
A la mamá le crecieron los ojos y sus fosas nasales se dilataron, montando en ira “Oye, cuantas veces te he dicho que no hables grosería y menos con tu hermana!”.
“Pero mamá, tú no sabes lo que hecho ésta bi…- Pero Brady, al ver que su madre alzó la mano amenazadoramente, se abstuvo de terminar la palabra, y continuó-… mamá, la Julieth se pasa todo el recreo enviando textos y hashtags a gente que ni conoce!”
“Mamá, todo el mundo lo hace en el salón!” Replicó Julieth.
“Mamá, tú sabes que la Julieth tiene su enamorado y él es mi mejor amigo, pero ella está coqueteando con un negro!”
“Mamá…!” exclamó Julieth con intenciones de llorar para evitar que su mamá se entere.
Pero Brady estaba decidido a contar todo. “Mamá, la Julieth chatea con el negro Farfán…!”
Pero Julieth le interrumpió, “Mamá, eso no tiene nada de malo, él es un gran jugador!”
“Pero la Julieth le manda besos, mamá, al negro, sin pensar en las babas de ese bembón!!!” gritó Braddy muy molesto.
“Maaa, todas mis amigas del salón lo hacemos, es solo un juego!”
“Pero tú tienes tu enamorado, cojuda!” replicó Brady
“Ya ves, mamá, como me trata Brady!”
“Claro, bitch!!!” esta vez Brady no pudo aguantarse.
“Hijo!!!” Terció la madre, indignada del vocabulario de Brady.
“Sí, mamá. Cuando el negro le dijo que quería besar sus labios, la Julieth le respondió…!” pero Brady no pudo continuar porque recibió una tremenda cachetada en la boca, lanzada por Julieth.
Esta vez la mamá tomó en serio la pelea de sus hijos y agarrándolos con fuerza de sus brazos los llevó a ambos casi a rastras al living de la casa, avergonzada de que la cocinera escuche y se entere de más detalles del escándalo.
Una vez allí los conminó a sentarse y no moverse, porque estaba decidida a saber lo que pasaba.
Entonces Julieth se puso a llorar, pero su mamá no se dejó manipular por el llanto de la chiquilla y la ignoró.
“A ver, Brady, que más pasó?” preguntó su mamá muy seria.
“Pucha, ma, no vas a creer y te vas a molestar conmigo, ma!” Brady también estaba asustado por la severa actitud de su madre.
“Carajo, me vas a contar todo, de una vez, sino vas a tener un problema bien grande con tu padre!”
“Ok. ma, la Julieth dijo…!”
Pero Julieth volvió a interrumpir con sus lamentos “Ay, qué desgraciada soy, me quiero morir, me quiero morir…!!!”
Pero la mamá no le hizo caso y le plantó la mirada a Brady.
“Entonces, qué dijo…!” y Brady vio que la cara de su mamá creció hasta bloquearle toda su visión.
“Ma, la Julieth le respondió al negro: ‘A mí no me vengas con que quieres besarme… A mí, vienes y me lo das… Y si lo haces, te la chupo!’ ” y tan pronto lo dijo, Brady se cubrió con los brazos instintivamente temiendo que su mamá lo golpeara.
“QUEEE!!!” dijo la madre, totalmente indignada y a la vez consternada por lo que acababa de oír, entonces miró a su hija, a su virginal hijita, imaginando morbosamente la peor escena que le podía pasar como madre; justo cuando Julieth reaccionando dijo: “Ma, pero no es lo que tú crees, lo que dije es solo un meme!!!”
Pero Brady echó más gasolina al fuego “Te das cuenta, ma, al negro, al negro!!!”
“Ma, yo me refería a su jeta, ma, a la jeta del negro, y solo era un juego, que jamás sucedería, ma!” suplicó en llantos Julieth, delatándose que sabía el pensamiento de mamá.
La mamá abatida por el stress cayó sentada en el sofá, cerró los ojos por unos minutos, en que reinó un absoluto silencio; estaba indignada del juego que hacía su hija, y ella sin saberlo, pero luego se auto consoló pensando, “Felizmente solo ha sido un juego virtual!”.
“Vayan a cambiarse el uniforme y báñense, luego bajen a cenar… y no quiero que se hable más del asunto, ¿entendido?!” reaccionó la mamá y los hijos asumieron que ya todos regresaba a la normalidad, como si nada hubiera pasado “Esa es mamá!!!” pensaron ambos al unísono, haciendo muecas con guiño de ojo, lengua y dedo pulgar arriba y todo.
Y los adolescentes asintieron con la cabeza y se fueron a sus habitaciones, pero en el camino Julieth volvió a enseñarle la lengua a su hermano en señal de burla. A lo que Brady respondió enseñándole el dedo medio y un mudo “Bitch”.
En la noche, mamá le contaría al padre lo sucedido, porque siendo sus hijos ya adolescentes podían cometer un terrible desliz y era mejor prevenir que lamentar; sí, ellos eran muy serios con respecto al cruce de razas, no lo toleraban en absoluto, aunque nunca decían nada en público.
Pero antes hubo algo que a la mamá le molestó mucho, algo que sucedió después de la cena, cuando al pasar por la habitación de la abuela, “sin querer queriendo”, escuchó la conversación que Julieth sostenía con su abuela.
“Sí, preciosa, escuché todo desde aquí arriba…-Dijo la sesentona, pero hermosa y bien conservada abuela-… no te hagas problema, ya eres toda una mujer, libre y bella y vas a tener muchos hombres en tu vida, así que, que digas o hagas lo que quieras con quien quieras es parte de ti y solo te concierne a ti y nadie más!”

“Pero ahora ya perdí a mi enamorado, abuela!”

La abuela volteó los ojos y dijo “Cuántas veces tengo que decirte que no me llames abuela. Bueno, pero en fin, que pierdas un enamorado no es cosa del otro mundo. Te repito, vas a tener todos los hombres que quieras en tu vida!”
 Pero Julieth replicó “¿Y el amor, y la lealtad, y la pareja de enamorados de por vida?”
“Vamos, Julieth, no seas niña. Deja eso para las poesías!..-Y la abuela soltó una carcajada-… “Ja, ja, ja!!!...- luego, entornando sus diablillos ojos, añadió-… yo he tenido tres esposos y muchos maridos en mi vida y a ninguno le he permitido que me controlé. Siempre hice que yo creía que estaba bien y punto, el resto no cuenta!”
“Pero mamá dice que…!”
“Julieth, yo conozco a tu madre, no olvides que ella es mi hija y te contaré que…” pero la abuela prefirió callar por unos segundos y darle otro giro a lo que iba a decir, y añadió-… Mira, a mi edad, de casi 55 años…-Mintió como toda mujer vanidosa-… estoy más joven y bella que nunca y no sabes cuantos pretendientes tengo en Facebook; fíjate, mi niña, hace unos meses inicié una relación con alguien de quien me sentía enamorada por años, pero él era casado, y ahora, justo anoche lo mandé a rodar por algo muy parecido a lo tuyo, mi hija, lo boté como si escupiera un chicle, me entiendes? Mira, si ya te dio el sabor que tenía, para qué estar mascando lo mismo y sin sabor!”  
Y la mamá, afuera, escuchando la conversación estuvo a punto de entrar, pero como la abuela cayó y dio otro giro a la conversación, prefirió irse a su dormitorio, de todos modos indignada por los atrevidos consejos que le daba a su hija.
En la noche, ya en la cama y con las luces apagadas, ambos, mamá y papá hablaron.
“Me preocupa tus hijos, Manuel Alberto…-Dijo Paola María iniciando la conversación, y añadió-… ya son adolescentes y un incidente que ocurrió hoy en el colegio de los niños me pone en sobresalto!”
“Qué pasó!” se oyó la gruesa voz de Manuel Alberto.
“No quiero darte detalles superfluos, Manuel Alberto, pero si ambos ya son adolescentes significa que el amor llegará a ellos… y el sexo también!”
“Y cuál es el problema, son jóvenes y eso llega tarde o temprano, no?!”
Y hubo unos segundos de silencio.
“O acaso me quiere decir que Brady es maricón o Julieth machona?!”
“No, no, no es eso, al contrario. A Brady lo veo muy atento con la hija de la cocinera!”
“Con la hija de esa serrana grasienta!...-Exclamó Manuel Alberto indignado, incorporándose de la cama, y se quedó callado por uno segundos, luego añadió-… la cholita no está mal… y con alguien tiene que debutar mi hijo, no?!”
“Y si la embaraza?!”
“Yo voy hacer mi tarea de padre y le diré que siempre use su condón… con la cholita y con todas aquellas a quien se las tire!” Dijo Manuel Alberto con cierta arrogancia, volviéndose a recostar en la cama. “Pero tú…- añadió-… te encargas que la chola escuálida tome la píldora todos los días, diciéndole que son vitaminas… así quedamos?!”
“Sí…- respondió Paola María, y añadió-… y con Julieth qué hacemos?”
“Puta madre, ese si es un problema!” Pensó Manuel Alberto. Luego dijo como escupiendo, mientras la miraba con el ceño fruncido, “Ese es tú problema, mujer. ¿Qué hizo tu madre para que no te metieras con ningún cholo de mierda? ¿Algo te habrá enseñado, no?!"
“Ok. Hablaré más seguido con ella acerca del asunto!” Sí, para Paola María era solo un asunto a tratar.
“Ahora vamos a dormir, mañana tengo que viajar a la sierra para convencer a esos piojosos que la mina les traerá muchos beneficios. Hasta mañana mi amor!” y Manuel Alberto se dio la vuelta en la cama, dándole la espalda a su esposa.
“Duerme tranquilo, mi amor, que yo me encargo de los niños, buenas noches y dulce sueños!”
Solo pasaron unos minutos para que se empezara a oír los ronquidos del empresario minero.
Y unos minutos más, una tenue luz iluminó la mesa de noche del lado de Paola María y se oyó muy bajito el sonido de la vibración que hacía su celular. Ella tomó su cel, miró la pantalla y reconoció la llamada, entonces se levantó sigilosamente de la cama, miró a su marido que roncaba y al verlo muy quieto, asumió que dormía profundamente, entonces se dirigió al baño.
“¡Pedro, cuántas veces te he dicho que no llames cuando mi marido puede estar en casa?” dijo ásperamente.
“Te estuve esperando, pues, toda la tarde y no llegaste, pues!” respondieron al otro lado de la línea.
“Es que tuve un problema y no pude ir, perdóname mi amor!” respondió Paola María melosamente.
“Si quieres, lo dejamos allí, pues. Para mí no es problema, pues!”
“No, no, no, fue mi culpa, no te molestes, mi amor. Mañana nos veremos!”
“Mañana no hay chamba en la construcción, pues, y voy tener todo el día libre, pues!”
“Y mi esposo se va de viaje, entonces tendremos todo el día para nosotros, mi amor!”
“Y te haré pagar por hacerme perder mi tiempo, pues, mi perra gringa!”
“Sí, mañana hazme todo lo que tú quieras, mi amor, me gustas cuando estás molesto!”
Y se oyó el clic de la llamada terminada al otro lado de la línea.
Paola María, regresó a su cama, su esposo dormía, entonces se echó a su lado y lo abrazó por la espalda, imaginando a Pedro, el robusto obrero de construcción que mañana le removería todos los huesos hasta hacerle llegar al orgasmo.  
Temprano en el aeropuerto de Lima, Manuel Alberto recibe una llamada en su celular, al momento que caminaba rumbo a la Sala de Espera para el abordaje. “Aló, Pedro!” dijo amigablemente atendiendo la llamada.
“Aló, engeniero, ayer no se pudo sacar las fotos, pues, no fue la gringa, pues!”
“¿Entonces?”
“Hoy sí, pues, hoy sí engeniero, ya arreglé todo y cuando vengas de tu viaje te las entrego, pues!”
“No a mí, entrégaselas al abogado, él te pagará, Ok?” y el próspero ingeniero se fue a abordar su avión. 

martes, 11 de septiembre de 2018

El ABUELO


El ABUELO

De Michaelangelo Barnez
En una ciudad de los suburbios del condado de Los Ángeles, vivía la familia Donovan, compuesta por papá John, mamá Johanna, los mellizos Paul y Paola y el abuelo Peter, padre de John.
La casa le pertenecía al abuelo Peter y a su difunta esposa, desde hacía más de 30 años; y contaba con dos recámaras, una con baño propio, living comedor, cocina y un patio bastante grande en donde John aprendió todos los juegos de pelota guiado por su padre; y les fue suficiente de grande hasta que John se casó.
Johanna, antes de mudarse a vivir con su marido, en casa de su suegro, mandó remodelar la casa, añadiendo un segundo piso con todo lo necesario como para ser totalmente independiente del primero, pero quiso hacer algo más y en este primer piso anuló la habitación que era de John, uniendola con el viejo living, así lo convirtió en una sala mucho más espaciosa, que comunicaba la entrada principal de la casa con el patio trasero. En el patio mandó hacer una piscina con un área de entretenimiento y BBQ para amigos e invitados. Una vez terminada la remodelación, resultaba difícil reconocerla de la original. Por eso, ahora Johanna se sentía la dueña y señora de la casa.   
A Peter no le importó la arrogancia de su nuera, le bastaba con saber que su hijo era feliz y que los niños que vinieran llevarían su apellido. Con que no le toquen su vieja habitación matrimonial, con baño propio, TV de 65’’ y su frigobar repleto de botanas, sodas y cerveza, en su original primer piso, estaba feliz.
No pasó mucho tiempo que la apacible casa de los Donovan sea visitada por la cigüeña con carga extra, la de dos bebés mellizos y pelirrojos; y que en solo dos años se convertiría en una alborotada por el huracán que armarían los niños.
Los padres tenían que ir a trabajar, así que el abuelo Peter se quedó a cargo de supervisar a la niñera y los bebés. Fue la oportunidad de Peter de malcriarlos, alternativamente con la rigurosidad de la madre, a tan temprana edad. Su hijo John ya era un caso perdido, porque había sucumbido no solo a la hermosura de su mujer, sino a los dictámenes de ella.
El abuelo Peter era el rompe reglas de la casa. “los mellizos no deben estar más de 30 minutos en le piscina” ordenaba la madre a la niñera. Pero Peter los convirtió en un par de nutrias bebés, ya que les enseñó a bucear y nadar, sí, en ese orden, cuando tenían solo cinco meses de nacidos. Así, para el fastidio de su madre, los pelirrojos Paul y Paola broncearon su piel y sus rostros se llenaron de pecas.
“Papá, Paul y Paola no deben estar mucho tiempo en la piscina” le  reclamaba John, presionado por su esposa.
“Oh, se me olvidó!” le contestaba Peter y hacía un gesto con las manos.
Y el “Oh, se me olvido” fue la frase favorita del abuelo Peter cuando los padres de los mellizos le reclamaban algo como, cuando elegía no llevarlos al colegio para llevarlos al parque; o al mall a caminar por horas por todas las tiendas de juguetes; o comer helados de yogur antes de la hora de cenar; o no llevarlos a la peluquería las repetidas veces que se comprometió en hacerlo; o cuando Johanna descubría que los mellizos, los sábados y domingos muy temprano, no estaban es sus camas, sino en el primer piso, en el dormitorio del abuelo, desayunando en la cama junto con él, mirando la tele.
“No puede ser, no puede ser que tu padre no nos haga caso, en absoluto… -reclamaba Johanna a John-… cuando le damos ordenes claras y precisas… no, no puede ser!”
“Pero los niños están bien y adoran a su abuelo...-decía John a favor de Peter, y añadía-… eso es muy positivo para el fortalecimiento espiritual de nuestros hijos”
“¿Cómo puedes decir eso?...-reaccionó iracunda Johanna, y continuó-... En la escuela son un problema y no hay semana que no nos envíen notas de queja de lo que ellos hacen. Que al gato de la directora le ataron una campana en la cola; que le pegaron a un niño mayor que ellos; que dejaron libre a los hamsters del salón; que todos los días desaparecen las tortugas y las encuentran en el jardín de la escuela; que en el último paseo de la escuela al museo, los mellizos, tus hijos, se metieron a la pileta llena de agua y todos los niños los imitaron. ¿Sabes cómo se quejaron los padres? y yo soy la que tuvo tragarse la vergüenza!” Chilló Johanna, sin parar, ni pausa para tomar aire.
“Pero eso no lo hace mi padre!” Se le ocurrió reclamar a John.
“Cómo...-dijo con la cara roja de la ira-... acaso no lo ves?... -Preguntó retóricamente Johanna y añadió-… Esa es la influencia de tu padre en los niños, y te lo advertí desde cuando eran bebés ¿Acaso no recuerdas cómo los defendía cuando yo los reprendía por comer los espaguetis jugando con las manos?”
Y John no pudo contener la risa al recordar la manera de cómo comían los mellizos al lado de su abuelo untados de salsa tomate toda la cara, y añadió: “Pero eran muy pequeños para usar los cubiertos, y mi papá, ya sabes, es un payaso que hacía todo eso con tal que los mellizos comieran!”
“No, no, no. No se trata de eso. El punto es que tu padre es un viejo loco o… -Y Johanna hizo una pausa para énfasis a sus palabras, entonces añadió-… O sufre de alzhéimer, porque no hace caso y siempre responde “Oh, se me olvido!”, te das cuenta de la gravedad, John?”
No. John no veía ningún problema, porque así fue criado por su padre y creció feliz, y realmente no concebía cual era el problema que tenía su esposa con el abuelo de los mellizos.
“No haces caso de lo que te digo, John, pero yo estoy viendo más allá de todo esto y creo que tu papá dejó de ser un mal ejemplo, para ser un peligro para todos en esta casa, especialmente para los mellizos".
John se limitó al gesto de asentir como muestra de estar de acuerdo con ella, pero nada más.
En realidad creía que era más un problema de nuera-suegro que otra cosa, en donde Johanna era la quejosa bitchy, que ladraba día y noche, de la cama a la cocina, del coche a la cochera, del living de la casa a la oficina del trabajo… Por eso la bloqueaba mentalmente y solo oía un molesto zumbido cuando ella hablaba.
Fue un día, justo cuando Hollywood estrenó una película cuyo tema era acerca de un abuelo que sufriendo de demencia senil, vivía con la familia, en vez de estar en una clínica especial, que Johanna vió el anuncio en la tele. Johanna tuvo el inmediato deseo de ir verla, junto con su marido por supuesto, para ver si entendía, ahora con imágenes, de una vez por todas. Como era de esperar, la película fue un bodrio que caricaturizaba la vejez, pero que a Johanna le encantó, porque el personaje, el “viejo loco”, quemó la casa; entonces fue justo lo que ella necesitaba para convencer a John, para que interne a su padre en una clínica especial.
De regreso a casa, cuando iban por el freeway, Johanna trajo el tema que le obsesionaba. “Allí lo van a tratar y cuidar muy bien. Estará mejor que en casa. Tienen la atención de enfermeras las 24 horas, además de gente que estará a su completo servicio y recreación, lo bañan, lo alimentan, lo pasean, lo cuidan, qué más se puede pedir. Anímate John, habla con tu padre de una vez por todas y convéncelo, hazle ver que estará mejor que en casa, más seguro para cualquier emergencia médica ahora que pasa los 70s…” y Johanna siguió hablando todo el trayecto, desde el parqueadero del cine a la casa, sin descanso ni intenciones de callarse, ininterrumpidamente, hasta convencer a su marido.
Pero hacía ratos que John la había bloqueado, porque ya sabía que solo estaba repitiendo lo mismo de lo mismo. Sin embargo, aun así, debido a tanta presión, meditaba en la remota posibilidad real de llevar a su padre a una "Casa Hacienda" de reposo u hospicio, para personas de la tercera edad. “Mi padre jamás aceptará esa alternativa” pensaba John, a la vez que movía la cabeza de manera negativa, sabiendo cómo era su padre. John recordaba que había visto morir a su abuelo en casa, atendido por su padre y en sus brazos. Había visto como lo atendió día y noche en sus dos últimos años, y fue testigo de muchas actitudes que lo marcaron en su vida a pesar que era tan solo un adolescente; recordaba de cómo Peter había renunciado a su trabajo para atender al abuelo en casa, en vez de enviarlo al lujoso hospicio que le ofrecía su seguro social. John, escuchó cuando su papá le dijo a su abuelo, casi como un juramento, “Usaremos el dinero del seguro y yo te cuidaré, papá… como me cuidaste a mi cuando nací y mamá murió…”
A John se le escaparon algunas lágrimas al recordar lo que hizo su padre hacía 15 años, y las limpió sin que Johanna se diera cuenta, mientras ella seguía hablando.
De pronto John, poniendo atención a la realidad, vio a lo lejos, desde lo alto del segundo nivel de la vía expresa o freeway por donde iban, un resplandor y su reflejo en las nubes del cielo oscuro. Su reacción inmediata fue prender la radio del auto.
Johanna se había callado por unos segundos, al notar el resplandor, entonces gritó: “Incendio, incendio…!”
Y la radio daba la noticia de que varias casas del vecindario se estaban incendiando, pero que los bomberos ya estaban en el lugar tratando de combatir las llamas y evitando que esta se propagase más.
“Es en nuestro vecindario!” exclamó John, saliendo del freeway para tomar la ruta de las calles que faltaban para llegar.
“Viejo maldito, viejo maldito…-exclamó Johanna, histérica al ver a lo lejos la casa en llamas-… Te lo dije John, te lo dije!!! Gritaba entre llantos y manotazos.
Pero no pudieron avanzar más con el auto, porque los camiones bomberos y sus mangueras, los carros patrulleros y los paramédicos bloquearon las calles.   
Entonces fue Johanna la primera en salir del auto y correr hacia las casas en llamas. Mientras que John demoró unos segundos más, por estacionar su auto sin bloquear el paso para el tránsito de los bomberos y otros, luego salió corriendo tras su esposa. Y la encontró con su hija melliza en sus brazos, ambos llorando.
Cuando John se acercaba, la pequeña Paola en brazos de su madre gritaba señalando la casa en llamas “el abuelo, el abuelo!!!”
Y Johanna cubrió el rostro de su hija en su seno mientras decía: “No mires hija, tu abuelo estaba loco, no sabía lo que hacía…-y miró a John con rabia-… y tu hermano, dónde está, dónde está!!!” pero Johanna no se movía del lugar en donde estaba parada.
John las dejó y avanzó en busca del mellizo, esquivando unos carros bomberos y la maraña de mangueras tiradas en el pavimento, tratando de acercarse más, mientras rogaba murmurando: “Dios mío, mi hijo, mi paulcito, mi paulcito!!!…”
Entonces un bombero le impidió el paso, gritando con autoridad: “No puede acercarse, señor!!!”
“Mi hijo, mi hijo, está allí, esa es mi casa…!!!” Gritó John, forcejeando con el bombero que le impedía el paso.
“¿No es aquel?” le dijo el bombero a John, sin soltarlo, haciendo un gesto con la cabeza.
John volteó y oye… “Papá, papá… -Gritó el pequeño Paul, en brazos de otro bombero, señalando la casa en llamas-… el abuelo, el abuelo!!!"
John tomó en sus brazos a su pequeño hijo, mientras el bombero le explicaba, cuando Johanna y la melliza ya estaban a su lado, abrazándose todos.
“Señor, el abuelo salvó primero a la niña…-Dijo el bombero-… y luego entró a rescatar al niño que estaba en el segundo piso…-Entonces hizo una pausa, y continuó-… pero le reclamaron por el gatito y el abuelo regresó a la casa en llamas a salvar a la mascota del niño. Yo no pude detenerlo, señor, el abuelo era un hombre ágil y fuerte, y yo tenía al niño en mis brazos… lo vi entrar y fue entonces que la casa explotó y las llamas cubrieron la salida... no pudo salir. Su padre es todo un héroe, señor!!!”
John abrazaba fuertemente a sus mellizos, mientras lloraba triste… pero orgulloso.
En la última escena de la tragedia, abrazando a su familia, a contraluz de la casa incendiada. Gritó al viento:
“Así fue mi padre, así soy yo, así serán mis hijos!!!”    



miércoles, 22 de agosto de 2018


LA SECRETARIA

De Michaelangelo Barnez.

“Aló, ¡María!” dije esa mañana temprano cuando iba conduciendo a la ciudad de Ventanilla, rumbo al local de la empresa de tintes y ensamblado de impresoras que tenía allí la familia.

“Aló, María, ¡contesta!” dije unas veces más… y ya no insistí, ya que el tráfico en la Vía de Evitamiento se hacía más fluido y me concentré en la autopista.

Sin embargo, mi mente regresó a la preocupación que tenía.

Anoche hicimos el amor y en medio de la pasión María me dijo: “Te amo!”, por primera vez desde que habíamos iniciado nuestra relación, y yo no respondí. Al día siguiente, hoy, antes de levantarnos, volvió a decirme “Te amo” y yo fingí estar dormido aun, entonces agregó “Tengo un retraso…” y yo solo reaccioné levantándome de la cama para ir al baño, y así entré a mi rutina de siempre entre el aseo y el humeante café para salir con dirección a la fábrica.

Hace unos meses conocí a María, de manera casual, en un Café del aeropuerto de Lima. Ella estaba sola, sentada en una mesita para dos, bebiendo un café, como esperando a alguien o algo. Fue cuando la abordé atraído por su belleza y ella me respondió amigablemente, le pedí sentarme y ella accedió, entonces iniciamos una buena charla. Así me enteré que había llegado de Barcelona, lugar donde residía con su familia, y estaba esperando a una amiga peruana que la recogiera ya que no conocía a nadie aquí. La conversación continuó, pero la amiga nunca llegó, y las llamadas al número que me dio no funcionaron.

Entonces, vi en el rostro de María dibujarse la desesperación y luego el llanto, muy quedito como avergonzada de protagonizar un escándalo. Yo traté de calmarla inmediatamente diciéndole: “María, no llores, no te preocupes, todo esto se soluciona fácilmente”.

Ambos nos levantamos, yo me hice cargo de la maleta rodante de María, y nos alejamos del Café. Caminábamos a lo largo del hall de tiendas, ella enjugando sus lágrimas y arreglándose el maquillaje de los ojos y yo iba pensando en cómo retener a María.

“Sentémonos allí!” pidió María, señalando la mesa más alejada del área común de comidas rápidas.

Allí, sentados entre una pizza y sodas, me enteré que ella venía a Lima sin intenciones de regresar a Barcelona, debido a una crisis familiar muy fuerte, además de la masiva desocupación laboral en que se encontraba España, lo que no le permitiría encontrar un empleo para vivir fuera del seno familiar. Pero ahora, en Lima, sola y sin la amiga, estaba peor que en Barcelona…

Cualquiera que hubiera visto a María se hubiera dado cuenta de que ella era una joven mujer muy bella, de rasgos finos y tez bronceada, con maquillaje solo en los ojos y de cabello no bien cuidado. Sí, linda, pero pobre. Su vestido, zapatos, bolso y perfume eran corrientes y solo la maleta de viaje lucía nueva y de marca conocida. Como dije, cualquiera, pero yo no. Yo la vi como la mujer más linda que había visto en mi vida de playboy.

“María, te voy a ayudar, ¡no te desesperes!” le dije sonriendo hasta conseguir que ella también sonría.

“¿Y a qué te dedicabas en Barcelona?” le pregunté lo más afablemente posible.

“Soy secretaria ejecutiva bilingüe!” respondió con una alegría infinita en el rostro.

Yo quedé fascinado con su angelical expresión y feliz de mi decisión de ayudarla.

“Vamos, te voy a enseñar dónde vas a trabajar desde mañana o cuando termines de instalarte”

Así fue como la conocí, le di trabajo y la alojé en un hotel de Santiago de Surco, de camino a mi casa.

Ya en su suite le dije “María, ¡estarás aquí hasta que consigas tu departamento!”, después de haberle dado un tour por la fábrica, mostrado su oficina y haber cenado en un restaurante al borde de la playa. Y ella, cubriéndose el rostro con sus manos, volvió a llorar. Yo no demoré en abrazarla para calmarla, entonces sentí su tibio cuerpo temblar pegado a mí. Yo, que ya bordeaba los 30 años y soltero, estaba sentando cabeza y había aceptado trabajar en la empresa de la familia, después de dedicarme a surfear, y al tenis y a coleccionar chicas, durante los años de mi adolescencia y los estudios universitarios en la de Lima; entonces, al sentirla tan vulnerable no quise aprovecharme, como ocasionalmente lo hacía, más por temor a arruinar lo que podría venir, que por escrúpulos, ya que nunca los había tenido con ninguna mujer que se me aproximara de esa manera.

La llegada de María a la empresa como mi secretaria no fue bien visto por mi madre y hermano mayor, con quienes compartía la empresa familiar, y empeoró más cuando nos hicimos enamorados, pero se hizo insoportable cuando María, a mi pedido, vino a vivir conmigo. Para ellos María era una intrusa, una buscona de fortuna; y ellos no lo tolerarían.

Para mí fue una delicia que ella aceptara venir a vivir conmigo, así me fue fácil ignorar los reclamos que me hacían cada día mi madre y hermano. María lo sabía, ella era muy inteligente y nunca cayó en la provocación, compensándolo con la eficiencia de su trabajo. Así, María en dos semanas se ganó la simpatía de todos los empleados de la administración.

Sin embargo, María nunca fue aceptada en las reuniones familiares; mi madre fue tremendamente dura y explícita para decirme que yo podía hacer de mi vida lo que quería “pero María no pone un pie en esta casa, ni en la del círculo familiar y amigos”. De esta manera quedé exiliado de toda relación… Pero feliz, con María a mi lado me bastaba.

Con María, el mejor momento para conversar era después de hacer el amor. De esa manera me recargaba de energía para soportar la molestia de trabajar junto a mi familia todos los días de la semana. Por eso me encantó cuando María, sabiendo todo eso, me propuso un cambió “Quiero ir a trabajar en producción”.

A lo que yo repuse “Pero no sabes nada acerca de polos e impresiones”.

“Aprenderé. He visto por Internet un curso acelerado de 8 horas diarias durante dos meses, en teoría y práctica, y sé que tienen un buen taller de impresiones.” Me dijo María con una sonrisa muy amplia.

No pude negarme, a la vez que me daba cuenta que la idea del cambio era muy conveniente para bajar la tensión familiar. De esa manera María se alejó de la fábrica por dos meses.

“¿Y qué pasó con la perra?” murmuró mi madre, preguntándole a mi hermano, a sabiendas que yo la escuchaba.

“James…” mi hermano pronunció mi nombre como solía nombra a James Deán; en cambio María me decía James, como cuando nombraba al jugador colombiano, y a mí me gusta, pero a mi familia les caía como limón en herida. “… ¿y qué pasó con tu noviecita, te aburrió?

“No, nada de eso. ¡Fue a capacitarse… va a trabajar en producción!”

Entonces intervino mi madre “Pero esas cosas se avisan, se informan y se deciden entre nosotros tres. Que tu padre te haya dejado la mayor parte de las acciones no significa que puedes hacer lo que te da la gana…” y el sermón siguió.

“¿Quieren que María regrese a continuar como mi secretaria…?” pregunté con calma.

Mi madre hizo mentalmente más de un millón de cálculos en solo unos segundos de silencio, y luego soltó el veneno “Mmm, producción, mmm, allí es donde pertenece, que limpie baños y pisos!”, y yo preferí guardar silencio.

Pero al día siguiente encontré en mi oficina a mi despampanante ex enamorada y a mi madre conversando amigablemente.

“James, Jessica regresa a ser tu secretaria. Ella ya conoce el trabajo, así que no tendrá problemas” dijo mi madre sin dar lugar a discusiones, y salió, en el camino añadió “Ponla al corriente!”

Yo miré a Jessica, le sonreí por cortesía. Pero ahora mirándola bien, ella era como una muñeca de plástico, sí, una barbie… una bella insípida de mi clase.

Cuando María regresó fue la sensación en el área de producción, porque el primer día limpió los baños y pisos como nadie lo había hecho antes. Pero al día siguiente estuvo con los maestros de la planta intercambiando ideas, con la dulzura que solía tener, de cómo mejorar la producción. Así, se movieron máquinas, depósitos y otros utensilios que produjo un 15% de mejoras en la productividad… y mi madre se quedó callada, a pesar de que estuvo mirando todos los días desde el ventanal del segundo nivel de la planta… sí, estuvo callada solo por dos semanas y luego volvió a la carga.

“James, tenemos que hablar, te esperamos hoy a las 8 pm de la noche en casa, se puntual, tu hermano también estará allí!” dijo mi madre como solo ella solía hacerlo.

Allí estuve puntual como me lo pidieron y sin ningún preámbulo mi madre me dijo que todo lo que dijera contaba con la aprobación de mi hermano allí presente, pero mudo. Fue una reunión de carácter breve y tajante. Me dolió, nunca pensé que mi madre era así de… ¿mala? No. Malvada! sería la palabra correcta. María tenía que irse de la fábrica inmediatamente, y no solo eso, además le daban una compensación de 100 mil dólares depositados ya en su cuenta, para hacerse efectivo tan pronto me abandone.

Esa noche regresé a casa furioso de tener una familia de esa calaña. María me recibió amorosamente y quiso servirme la cena, pero yo me reusé.

“Voy a darme un baño y luego a dormir!” le dije y creo que ella adivinó mi malestar y su origen.

Esa noche le hice el amor con furia y al final, antes de caer vencido por el sueño, le escuché que me decía: “Te amo!”, y yo, simulando no haberla oído, me dormí.

Desperté temprano con la punzante idea de la maldad de mi madre y la estúpida anuencia de mi hermano. Estuve así, quieto, callado, pensando por unos minutos. Entonces sentí que María se movió en la cama, a mi espalda, y me abrazó. Volvió a decirme: “Te amo!” y yo fingí estar dormido aun, entonces agregó: “Tengo un retraso!…” y yo solo reaccioné levantándome de la cama para ir al baño, y así entré a mi rutina de siempre, entre el aseo y el humeante café, para salir con dirección a la fábrica.

En mi oficina estuve dos horas sentado, sin hacer nada, no podía, y cada vez que llamaba a María, no contestaba, miraba el estacionamiento y el auto de ella no llegaba.

Decidí regresar a casa, pedirle disculpas y decirle que yo también la quería. Sí, y más, que quería casarme con ella… y se lo pediría. Demoré más de una hora en llegar a casa y mientras conducía hacía llamadas a la fábrica para preguntar si María había llegado o llamaba a María; pero las respuestas eran negativas o no había respuesta.

Estacioné mi camioneta en el garaje y subí a grandes trancos la escalera en busca de María. No la encontré, no la encontré por ningún lado. “María, María…” gritaba como loco, pero nadie contestaba. Volví a buscarla por toda la casa, temiendo lo peor, pero nada, María no estaba. Entonces volví a llamar a la fábrica y me respondieron que no había llegado. Cuando me calmé, comencé a pensar en que realmente me había abandonado, mientras buscaba sus cosas en el closet. Todo estaba allí. Miré su caja de joyas y todo estaba allí. ¿Se fue? ¿Me abandonó? ¿Por qué, si la amaba?

“¡Mierda, por qué no se lo dije! ¡Por qué no le respondí, que la amaba también y que quería casarme con ella!” grité y lloré como un niño.

Cuando me calmé, volví a revisar sus cosas y comprobé que todo estaba allí, zapatos, zapatillas, trajes, carteras… sus relojes. “¿cómo pudo irse sin nada?” me pregunté. Entonces me vino una idea a la mente y busqué la caja en donde ella guardaba la ropa que usaba cuando la conocí en el aeropuerto y… y solo encontré la caja vacía. María se había vestido tal como llegó… y yo me desmayé.

James no volvió a la fábrica. James volvió a pasar los días surfeando o en los campos de tenis, esperando que algún día regrese María.

Muy lejos de Lima, Perú, en Ciutat Meridiana, el barrio más pobre de Barcelona, un auto con alguien dentro llevaba como dos horas estacionado frente a una de las entradas de un lúgubre conjunto habitacional multifamiliar. De pronto salió un adolescente del edificio, manos en los bolcillos, pantalones jean raídos y tenis desgastadas, y caminó por la acera sin mucha prisa. El auto que esperaba encendió el motor y avanzó para alcanzar al joven.

“¿Oye, Fernando, ¿dónde vas tan triste?”

“María!... - exclamó el adolescente- …regresaste de California!!!”

“Fernando, trae tu mochila con tus trapos que nos vamos, no regresarás más a esa pocilga.” Le dijo María a su hermano.

Fernando miró el auto de María y luego mirándola a ella, le dijo “En realidad no tengo nada allá arriba y no puedo soportar más abuso” y subió al auto.

El auto partió y Fernando feliz miraba a su hermana “Creí que jamás te vería otra vez, hermanita”

“No, nunca te abandonaría con esa familia. Ahora comenzaremos una nueva vida, hermanito… Ah, me olvidaba, vas a ser tío... y no estuve en California, ¡sino en el Perú!” y el auto se perdió en la hermosa ciudad de Barcelona.  

LOS VIAJES ASTRALES… ¿FICCIÓN O REALIDAD?

Autor... Michaelangelo Barnez Para empezar diré que los Viajes Astrales son experiencias extraordinarias en donde el espíritu, alma, ánima...