viernes, 6 de mayo de 2022
“ME FUI A LAS VEGAS, SOLO, A PUTEAR Y EMBORRACHARME... 1 de 3”
sábado, 30 de abril de 2022
ME FUI A LAS VEGAS, SOLO,... Parte 3. Final

Lo cierto y concreto era que Julienne, la despampanante rubia de labios carnosos y lunar a lo Cindy Crawford, cuyas redondeces estaban ahora ocultas bajo su ropa, resultaba mucho más sensual que desnuda. Ella ya estaba en mis rodillas, deslumbrándome con el fulgor del brillo de sus ojos pardos y su cautivante sonrisa. Entonces, me abrazó suavemente con la misma confianza y seguridad que sólo suelen tener los amantes o amigos entrañables. Me miró directamente a los ojos y acercó su rostro al mío como dispuesta a… devorarme. Su cautivadora sonrisa, sus ojos pardos, su belleza y la seguridad en sí misma empezaron a intimidarme.
Julienne bailó, esta vez sobre el espacio mínimo de una baldosa. No fue una danza erótica, sino muy acompasada y alegre. Se balanceó hacia delante, atrás y a los costados mientras sus manos dibujaban siluetas invisibles en el cielo; dio giros con sus caderas y rodillas mientras bajaba y subía su cimbreante humanidad; y la conjunción de los movimientos de sus brazos y manos, señalándome o haciendo hondas delante de sus resplandecientes ojos pardos, y sacudiendo su rubia cabellera me cautivaron, logrando hacer desaparecer de mi conciencia el entorno en dónde estábamos.
Para mi felicidad encontré los relampagueantes ojos pardos de Julienne, quien alegremente y con toda mala intención, alevosía y ventaja de su juventud se unía al reconfortante baño tibio. Bueno, tampoco sólo para enjabonarnos, sino para todo lo que habíamos estado imaginándonos hacer mutuamente desde el momento en que nos vimos en la penumbra del Nude Bar... Claro que, siempre y cuando tuviéramos la oportunidad... Y la tuvimos durante una interminable semana.
viernes, 11 de febrero de 2022
EN EL DÍA DE LOS ENAMORADOS SERÉ TUYA
De Michaelangelo Barnez
"EN EL DÍA DE LOS ENAMORADOS SERÉ TUYA"
Fue lo que me dijo Gabriela como una promesa de amor en la tarde que nos reunimos en la habitación de su casa, en Miraflores, días antes del 14 de febrero.
Hacía un año que nos conocimos y 10 meses que nos hicimos enamorados. Últimamente, nos reuníamos en su dormitorio los días sábados para prepararnos para los laboratorios y exámenes parciales de la semana siguiente. Sus padres me conocían y consentían nuestra relación de enamorados confiando en la responsabilidad de Gabriela.
Fue amor a primera vista al encontrarnos en el mismo salón de clase del curso de Geometría Descriptiva, para alumnos de Arquitectura e Ingeniería Civil, de la Universidad Nacional de Ingeniería, UNI, de Lima, Perú. Al principio solo nos “hacíamos ojito” desde asientos diferentes, pero el día que recibimos los resultados de nuestro primer examen parcial se acercó a mí, con los ojos desorbitados.
“¡Veinte, te has sacado veinte, pucha, si nadie en la clase aprobó!”, dijo Gabriela, casi riéndose al momento de mostrarme el Cero en su hoja de examen. Y añadió “Nos fregaste a todos”.
Mientras el arquitecto-profesor se reía, ya que, en el caso de haber desaprobado a todos, el examen se anulaba.
“Yo solamente hice lo que pude” dije sonriendo.
Y así fue como nos hicimos amigos inseparables, y cuando no teníamos clases comunes ansiábamos por encontrarnos. Por eso nos veíamos varias veces al día, en los cambios de clase u horas libres en el campus universitario y pasábamos horas en las bibliotecas de las especialidades o en la general.
Y el ansiado momento de hacernos enamorados llegó, sin declaratorias, ni agarraditos de manos, si no cuando le estaba explicando cómo resolver la proyección de Líneas en los diversos planos para descubrir que no se interceptan, pero se cruzan. Yo estaba desprevenido cuando nuestros rostros se acercaron y la miré para comprobar si me entendía, entonces fue cuando me besó. Fue como un “piquito” brevísimo, pero bastó. Nos miramos a los ojos y nos dijimos mil palabras de amor en un segundo. Y la bulla de los demás en la biblioteca nos trajo a la realidad.
En poco tiempo nos convertimos en los tortolos de la UNI, porque cada vez que andábamos por el campus lo hacíamos de la mano. Mis amigos dejaron de molestarme porque ella se hizo amigos de ellos también.
A decir verdad, teníamos círculos diferentes de amigos, pero Gabriela me los presentó a los suyos y les caí muy bien, excepto a uno, que también la pretendía.
Fue cuando empecé a almorzar con ellos en los restaurantes privados de la UNI, lo que afectaba a mi magra economía. Antes lo hacía en el comedor general que llamaban “la muerte lenta” y era 1/3 más barato, pero había que hacer una larga cola que nos consumía por lo menos una hora.
“Juan, me gusta como hueles y como vistes” me dijo Gabriela, un día, en medio de besos y caricias.
Yo llegaba a la UNI a las 6 a.m., todos los días, y me iba directo al camerino del gimnasio, me cambiaba y corría todo el perímetro del Campus. Luego hacia mis necesidades, me duchaba y me vestía con una ropa limpia, que guardaba en mi casillero, que por lo general era la que me enviaban mis padres desde California. Así, ya estaba listo para empezar el nuevo día, con las clases, los exámenes y Gabriela.
“¿Podemos hacerlo en tu casa, no?”
“Mmm…” demoré en responder. “Sí, claro” dije finalmente.
“Como me dijiste que vives solo… o acaso no quieres…”
“No, no se trata de eso… es que vivimos en lugares diferentes”
“Ja, ja, ja… eso ya lo sé, porque no vivimos juntos, ¿no?”
“Me refiero a la calidad de los lugares. Tu barrio es muy bonito y limpio, el mío, no”.
“No me importa, solo quiero que estemos tú y yo, sin que nadie nos interrumpa en el día del amor”.
Y yo, asentí.
De regreso a mi casa, por el largo trayecto de unas calles polvorientas y sin asfaltar, esquivando baches y una jauría de perros callejeros que salían como a querer morder las llantas de la combi en que viajaba, no dejaba de sufrir pensando.
domingo, 16 de enero de 2022
EL OMNIBUS
Iba un ómnibus, nuevo y de color azul cielo, por la carretera que unía una ciudad de los suburbios con otra muy grande: Los Ángeles.
El ómnibus estaba casi lleno, sólo dos de sus asientos aún estaban libres.
El chofer, un hombre de rostro delgado, pálido y muy serio, con la vista fija en la carretera, no prestaba atención a la amena conversación de sus pasajeros ni al jolgorio de los de más atrás, y sin apuro, conducía el vehículo a mediana velocidad.
De pronto, al voltear por un recodo de la carretera, vio no muy lejos un tumulto de carros y gente en el camino. El chofer, inmediatamente, se puso en guardia y comenzó a disminuir la velocidad. Sí, había ocurrido un accidente.
Cuando estuvieron muy cerca del fatídico lugar escucharon los lamentos de la gente, y todos en el ómnibus, muy curiosos, prestaron oídos y miraron por las ventanas.
“Pobres criaturas…!”
“Fue por proteger a su mascota…!”
“Juro que no pude hacer nada, se metieron a la carretera de improviso, yo frené pero no pude evitarlos…!”
Fue lo que oyeron, porque carros y gente ocultaban a las víctimas que yacían sobre el asfalto de la carretera.
El chofer del ómnibus, conduciendo muy despacio, hizo un giro muy lento para evitar el tumulto, hecho que satisfizo la morbosa curiosidad de sus pasajeros por mirar. Así, avanzó unos metros más y se detuvo en una zona despejada, al borde de la carretera, entonces presionó un botón ubicado en el tablero de control, entre el encendedor y la radio, y la puerta hidráulica del ómnibus se abrió.
Allí, al lado de la carretera y frente a la puerta abierta estaba parado un niño con una amplia sonrisa en los labios, llevando en sus brazos a un perrito “Chiguagua”. El niño subió y se sentó en el asiento libre, poniendo a su lado, en el otro asiento, a su querida e inquieta mascota, en medio del aplauso de los pasajeros.
“¡Estamos completos!” Anunció el chofer del ómnibus color azul cielo cerrando la puerta y, aumentando la velocidad, se perdió en la larga carretera camino a Los Ángeles.
martes, 19 de octubre de 2021
TIFFANY 2010
viernes, 28 de mayo de 2021
LA REALIDAD
LA REALIDAD
POR MICHAELANGELO BARNEZ
Anoche tuve un hermoso sueño.
Soñé que estaba con mi esposa paseando por la playa, justo cuando el sol iba a
tocar el horizonte, lo que hacía que
todo adquiriera un color dorado, ambos mirábamos el atardecer sin decirnos palabras,
y cuando nos miramos juntamos nuestros labios y un profundo sentimiento de amor
nos invadió, del cual jamás nos saciamos a pesar de haber pasado más de 50 años
del primer beso que nos dimos al ser enamorados.
Pero como todos los sueños son efímeros,
desperté. No quise abrir los ojos por unos minutos, con la intensión de prolongar
el dulce ensueño que me había provocado el tener la sensación casi real de
haberla visto, abrazado, besado y compartido con ella unos minutos en la playa,
cuando en realidad ella ya se había marchado a la eternidad, hacía ya unos años.
Jamás pude superar mi soledad,
por más que lo intenté abriendo mi corazón para otras relaciones. Pero eso solo
fue una disposición de mi ánimo, experiencias de las cuales nunca devino en
amor. Más jóvenes y bonitas no lograron hacer el mágico efecto, si no ratificaron que solo la quería a ella. Pero, en realidad, no estaba
absolutamente solo, e inclusive podía afirmar que ella no me había abandonado,
ya que todos los días la pensaba y sentía dentro de mí. Hubo momentos que pensé
que había perdido la razón, porque durante mis quehaceres de la casa, la sentía
a mi lado y la oía susurrarme palabra de amor o de calma a mi nostalgia con el “Ya
llegará en momento…”
Así que después de unos minutos
de embelesamiento con mis anhelos, me levanté diciéndole: “disculpa, cariño,
tengo cosas que hacer” y proseguí con mi rutina matinal del aseo y desayuno.
Como jubilado tengo mucho tiempo
para disfrutar de mis placeres como leer, ver películas, escribir historias y
cocinar, muy concentrado en cada una de esas actividades, hasta que de súbito la
siento a mi lado. No la veo de manera real “en carne y hueso”, ni como un fantasma
o nube etérea. Si no que ya aprendí, gracias a su guía, a sentirla con el
corazón.
Pero hoy, con despertarme tarde,
levantarme más tarde, el aseo y el desayuno ligero en el dormitorio, se me
había ido toda la mañana. Y como recordaba que para celebrar el Día del Padre
vendrían mis hijos a celebrarlo con un almuerzo, me vestí de Sport elegante.
Al salir de mi dormitorio oí la
algarabía que hacían mis nietos en el primer piso, lo que significaba que mis
hijos y sus esposas ya estaban en casa. Entonces me dispuse a bajar, y al hacerlo
por las escaleras pude ir viendo que ya estaban alrededor de la mesa,
dispuestos a empezar el banquete.
“Huy, ya me estaban esperando” me
dije y seguí bajando.
Allí, en la mesa, vi a mis
nietos, sus padres y… y… a mi adorable esposa, presidiendo el brindis.
"Quiero que brindemos por mi querido
esposo y adorable padre de Uds. en su Día. Él, a pesar de ya no estar fisicamente, siempre estará presente entre
nosotros…"
Y ella se quebró, no pudo decir una palabra más, pero sus hijos y nietos la consolaron, mientras yo era un mudo e invisible testigo desde el otro lado de la realidad.
CUANDO EL AMOR PREVALECE
John e Inés compartían una historia de amor digna de novelas románticas. Se conocieron una tarde lluviosa en el café de la esquina. Ella, ...

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Hoy, lunes, recibí un mensaje de texto en mi celular. Era de Juliette, en donde me decía que me amaba, que nunca había amado a nadie de ...
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DE MICHAELANGELO BARNEZ Hola, creo que ya conoces mi nombre: Soy el Diablo. Y he estado por aquí desde que apareció tu conciencia. Sí, justa...
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Autor... MICHAELANGELO BARNEZ Cuando me enteré de que había sido nominado para el Osca-2010, di un brinco de alegría que casi golpeo el...