martes, 19 de octubre de 2021
TIFFANY 2010
miércoles, 3 de febrero de 2021
¿QUÉ ME ESTÁ SUCEDIENDO?
¿QUÉ ME ESTÁ SUCEDIENDO?
By Michaelangelo Barnez. Enero 2021.
Diciembre del 2020 fue fabuloso,
realmente fabuloso e increíble. Uds. Se preguntarán por qué si para la mayoría
fue una desgracia en los negocios y en la salud. Bien, les contaré el por qué.
Hace unos meses, en plena
cuarentena, una linda chica solicitó mi amistad virtual en FB, la que acepté,
como usualmente hago, ya que siempre reservo un espacio para los nuevos amigos;
pensando que sería una amistad más con quien compartir mis trabajos literarios.
Pero la relación fue más allá, “poquito a poquito,
suave, suavecito, nos fuimos pegando”, como cantaban Fonsi y Daddy Yankee, y sin
darme cuenta, llegamos a convertirnos en asiduos amigos del chat de Messenger.
Hasta que se transformó en un adictivo habito porque ella me estaba gustando más
de lo normal.
Todo empezó con sus melosos halagos
a mis cuentos, lo que motivó que le obsequiara una de mis novelas en formato
PDF. Entonces me confesó que ella también escribía y que tenía problemas para
hacer una novela, que era el gol que se había propuesto para el 2020, al
término del 2019, y ya había pasado la mitad del año y nada, a pesar de estar
confinada en casa. Y yo, que no suelo acepta los chats, caí redondito, empujado
por la vanidad y, además, para que mentirles, impresionado por la hermosura de
aquella “chica”, y la llamo así, “chica” cuando suelo decir Mujer, debido a la fragilidad
de figura y los 22 añitos, que ella misma confesó, lo ameritaba.
Así pasamos horas y semanas
hablando de la técnica de cómo hacer una novela, salpicados de comentarios y anécdotas
de la vida y problemas de los escritores clásicos y afamados, terminando cada
sesión con las infaltables tareas que le dejaba diariamente, porque esa era la
condición del próximo chat, lo que ella cumplía con exactitud y destreza. Pero
esta informal relación de profesos-alumno, derivó en algo más, ya que nuestras
conversaciones fueron fluyendo de una manera muy natural a una con intimidad,
entremezclado con pasajes de nuestras vidas, anhelos, ambiciones y problemas,
etc. Hasta que llegó lo inevitable de una relación en donde una de las ellas ya
tenía un propósito. Puedo decir con honestidad que cuando la conocí yo no tenía
ninguna intensión afectiva o sexual con ella, quizás sí en mi subconsciencia de
lobo solitario, lo más probable, pero luego de meses de chats literarios estos
se transformaron en platónicamente románticos, para pasar luego a los
escabrosos temas sexuales. No puedo negar que, para un hombre como yo, viudo y
de 70 años, las insinuaciones de la joven me excitaban y revolvía la poca
testosterona que me quedaba aun y… me sentí bien, muy bien, dejando que mi
libido abandonara la silla de ruedas para volver correr sus consabidos caminos.
Aunque yo, viendo bien el panorama, no me hacía ilusiones, ni las alimentaba.
Por eso, una noche cuando el chat se puso extremadamente caliente, di un giro, lo
más éticamente profesional posible, a nuestra conversación para enfriar la
atmosfera alcanzada, y desvié el tema fuera de lo personal encargándole el
trabajo de escribir un cuento en el género erótico. “Uf”, me dije para mis
adentros al cerrar el chat y fui a darme una ducha de agua fría, bien fría.
Al día siguiente muy temprano
recibí su cuento, y no puedo negar que me gustó mucho, en términos literarios.
Su trabajo demostraba que había asimilado las lecciones dadas, incluso descubrí
que copiaba mi estilo, simple, informal y especialmente narrado en primera
persona, con un final inesperado, como siempre deben de ser los cuentos.
Pero había un gran detalle,
ineludible detalle que iba más allá de la técnica de escribir y de la ficción
literaria. Y este era que la trama del cuento realmente era el recuento, escrito
con mucha destreza, de lo que habíamos estado haciendo estos últimos meses de
retiro obligado, aderezados con pensamientos y ensueños eróticos, contado muy
románticamente, en insinuaciones e ilusiones, de lo que yo podía reconocer como
lo vivido y compartido durante estos meses de cuarentena. Y que terminaba
brillantemente con la inesperada muerte del escritor en la ficción, pero que, en
la realidad, era yo.
Como es lógico, yo lo tomé como
lo que realmente era: un cuento y nada más.
En la noche, a la hora habitual,
nos conectamos en el chat de Messenger. Y le di mi impresión de su cuento, y no
escatimé en los halagos que realmente merecía. Traté de mantenerme neutral y no
darme por aludido en el tema y desenlace del cuento.
Pero ella me preguntó si yo
reconocía algo más allá de las palabras escritas en cuento.
Y, moviendo la cabeza
negativamente, le dije fríamente: “¡No!”.
Entonces ella rompió en llantos,
un incontenible y sentido llanto.
“Profesor!”, dijo calmándose, y
añadió “este en realidad no es un cuento, sino una declaración de amor, el amor
que siento por Ud. desde ante de que aceptara mi solicitud de amistad”.
“Pero lo nuestro no puede ser,
existe una barrera infranqueable entre tú y yo, y es nuestra edad. Te llevo 50
años de diferencia, ¿comprendes? Realmente me siento halagado, feliz de
compartir esos sentimientos que creí que jamás volvería a sentir y que tú has
provocado en mí” le dije con la mayor ternura, mirándola a los ojos.
Mientras que en un pequeño
recuadro de la pantalla virtual del chat podía ver mi rostro arrugado y
ojeroso, semicalvo.
“¿Qué crees que pensarán tus
padres, familiares y amigos, de solo vernos caminar juntos por las calles o
sentados en un restaurante compartiendo lo que sea?”
Ella ya había enjugado sus
lágrimas, y su juvenil rostro se iluminó cuando me dijo: “No me importa, para
el amor no existen edades. Amémonos mientras podamos sin importarnos nada,
porque nadie sabe quién se ira primero, porque nada está escrito. Hazme feliz
aceptando mi amor, sin condiciones”.
Y tan pronto terminó la
cuarentena empezaron nuestros encuentros sexuales, en donde la vitalidad que
imponía la diferencia de edades se compensaba con mi destreza adquirida en
años. Así pasaron meses de exquisito gozo, en la cama y de largas caminatas,
los que no estaban en mis planes a estas alturas de mi vida.
Así llegamos a diciembre, cuando sucedió
lo impensable.
Una tarde, al ir a un
supermercado de herramientas y ferretería, en el Jockey Plaza de Lima, conocí a
una bella y voluptuosa mujer, de unos 50 años, de manera casual y enmascarados,
cumpliendo el protocolo pro salud, en la línea de espera para pagar lo comprado.
Con quien congenié de inmediato luego de una charla y café de por medio, donde
pudimos ver los detalles de nuestros rostros y enterarme de que era divorciada y
con muchas ganas de vivir la vida loca. El extremado coqueteo de la bella y
sensual mujer dio resultado, y olvidándome del peligro del acercamiento físico
por la pandemia, como no éramos unos chiquillos, me atreví a decirle: “si te
pido un beso ven dámelo, yo sé que estás pensándolo, desde que te vi estoy intentándolo”.
Y ella como un resorte me ofreció sus labios. Y nos besamos ardientemente por
solo un instante por estar en un lugar público y con restricciones. Pero el
beso francés que nos dimos fue un mensaje mutuo de que queríamos más y mirándola
a los ojos cantaba para mis adentros “esta beba está buscando de mi bambam,
quiero ver cuánto amor a ti te cabe…” mientras ella sostenía mi mirada, como
sabiendo lo que pensaba. Y así me vino a la mente otro verso más “esta belleza
es un rompecabezas, pero pa' montarlo aquí tengo la pieza”. Y nos fuimos a la
cama… en su mismísima casa.
Cuando desperté no pude evitar el
pensar, “¿Qué me está sucediendo, acaso soy un pinche puto?”, porque lo que no
me había ocurrido desde mi adolescencia, lo estaba ahora, de viejo y viudo.
Entonces moví a un lado el
voluptuoso cuerpo de la mujer que me había saciado a plenitud, cuando
súbitamente me vino un fugaz pensamiento que no pude reprimir, comparando la
satisfacción que había experimentado con esta experimentada mujer y la de mi
joven aventura; movimiento que hizo que la despertara.
“Deseo ir al baño” le dije como
excusa por haberla despertado y me levanté.
“Es la segunda puerta del
corredor” me dijo con ternura, y salí.
Cuando llegué allí, empujé la
puerta… pero ese no era el baño, sino el dormitorio de… mi alumna, con quien,
desnudo, me encontré cara a cara con ella, ambos con los ojos desorbitados por
la sorpresa.
Entonces escuché a mis espaldas
la voz de la mujer que me había dado un tremendo placer, diciéndome: “¡Y ahora
lárgate de la casa!”, Y comprendí de inmediato la trampa tendida por ella para
separarnos, ya que resultó ser la madre de mi joven alumna, quién había sido
advertida de los amoríos de su joven hija con un vejete.
Y así, regresé a mi insípida
vida.
domingo, 13 de diciembre de 2020
¿SERÁ POSIBLE?
sábado, 18 de abril de 2020
A THOUNDSAND KISSES DEEP
lunes, 2 de diciembre de 2019
POR SIEMPRE JAMÁS
Al día siguiente desperté lentamente sobre mi cama, con el costado derecho de mi rostro aun hundido en la suave almohada, disfrutando del dulce sueño que había tenido hasta que mi conciencia fue empujándolo al olvido, de pronto reaccioné y desperté completamente.
viernes, 1 de noviembre de 2019
JELOU, DAMAS AN MADRE FOCAS
Autor... MICHAELANGELO BARNEZ
Cuando me enteré de que había sido nominado para el Osca-2010, di un brinco de alegría que casi golpeo el cielo raso de mi Studio. Mi excitación y la bulla que hice fue tanta que mi secretaria entró y se unió a la celebración con un abrazo, así, totalmente alterados y brincando, llegué a tener un buen, pero vergonzoso, orgasmo… y recién me calmé.
“Bueno, es solo una nominación” me dije evaluando lo logrado, para luego soñar en la posibilidad de ganarlo el día de la entrega. Hasta aquí, pensando fríamente, hoy dejaba de ser un escritor del montón, excelentes todos ellos, pero desconocidos e ignorados por el mercantilismo de los libreros; aunque si ganaba, uuuh… entonces equivaldría a alcanzar mi imposible Nobel en Literatura.
He escrito cuentos y novelas y no he ganado ningún premio en mi vida. ¿Por qué? ¿Malo yo? No. No soy malo ni mediocre escribiendo, sino que nunca participo en las convocatorias para los concursos literarios. ¿Por qué? Porque no creo en ellos y, además, no me da la real gana, ja, ja, ja.
Entonces, ¿Cómo fue que conseguí la nominación? Muy simple. Un director de pacotilla, como yo, en términos de fama y fortuna, leyó mi novela y le gustó tanto que quiso llevarla al cine. Y por la suerte de la “casualidad” yo ya había escrito el guion de la misma. Así como él ya tenía el dinero, procedente de una fundación española, para financiarla. Sería una producción de bajo presupuesto. El resto es historia conocida. El director, los actores y yo no cobramos un dólar de todo esto; los únicos que recibieron algo fueron los trabajadores técnicos, ya que ellos no “viven” por amor al arte; y la otra mitad del dinero sirvió para pagar por los equipos, utilería, transporte, y el alquiler de las diversas instalaciones en donde fue rodado. ¿Faltó dinero? Claro que faltó. ¿Quién lo puso? El padre, el hijo y el espíritu santo, arriba mencionados.
La nominación era para la Mejor Película Extranjera 2010, y todos los que participamos en ella, desde el director hasta el perro guardián, nos dimos por aludidos. ¿No me creen? Entonces, ¿explíquenme cómo fue posible que el guardián, hijo de perra, nos recibiera moviendo la cola, en vez de ladrarnos como todos los días, cuando fuimos a celebrar la noticia en uno de los sets de filmación?
Lamentablemente, no podíamos ir todos, así ladrásemos más que nuestra mascota; solo había cuatro invitaciones para asistir a la Ceremonia de Entrega en Hollywood, California.
Felizmente, yo vivo muy cerca, en la ciudad de Long Beach, lo que permitió hacer unos ahorros en pasajes y alojamiento, y así el director llevar a su adorada esposa, quien lamentablemente no pudo entrar a la sala de entrega por no estar en la lista de invitados.
Debo confesar muy avergonzado que después de estar viviendo treinta años en gringolandia no he aprendido ni jota del idioma inglés. Por bruto, no. Lo que pasa es soy tan antisistema que se me ha trabado en el coco el proceso de su aprendizaje. Así que, por si las moscas, le pedí a mi hijo menor que me preparara unas palabras para el momento.
Él me aconsejó que lo más importante era estar “culo”, no sé si lo escribí bien, pero significaba que debo estar sereno, tranquilo, suave. Y que cuando hable, debería sonreír en todo momento y hacerlo en voz muy alta, como cuando el promotor de espectáculos de Box anuncia la pelea estelar de la noche en los canales por cable “eichbio” o “shoutaim”.
Cuando entramos caminando por la alfombra roja, el director de la película, don Juan José Campanella, sería el encargado de hablar con los periodistas en español, y si era en inglés me encargaba yo… ja, ja, ja. Así que según lo que aprendí de mi párvulo, repartí verbalmente decenas de “quissass, quissass…” creyendo decir “tal vez, tal vez…” y los periodistas no me molestaron más, porque en realidad era una grosería.
Así, al borde de mi asiento, esperé hasta casi el final de la ceremonia para oír las palabritas mágicas: “an de güiner is…”
“El Secreto de sus Ojos!!!!” escuché decir y el mundo se nubló para los míos por solo un segundo, porque no había tiempo para más. Así, pude ver varias tetas asustadas celebrando con nosotros cuando caminábamos a recibir la tan famosa estatuilla, mientras que mentalmente me repetía a mí mismo “debo estar culo, debo estar culo…”, e iba buscando en el bolsillo el papelito con el discurso que me había dado mi hijo.
No puedo contar todos los detalles de lo que pasó en el camino desde mi asiento al pódium, porque simplemente no era consciente de lo que ocurría alrededor. Veía luces, rostros, sonrisas, oía aplausos y el tan usado “congratulaishion” y ya la estatuilla dorada estaba en mis manos. Me vi en el pódium con la gente al frente de mí, esperándome a que diga algo. Entonces, me acordé de mi hijo, y de su última corrección a mi inglés mal hablado, “papá no se dice madre, sino mada!”; entonces levanté los brazos y grité con toda mi alma:
“jelouuu damasesss an madafocasss!!!”
Y la magia de las palabras dio resultado. Como un abracadabra, todos los allí presentes, desde la diminuta y hermosísima Magali Solier hasta el gran Jeff Bridges, se pararon a ovacionarnos. Sí, nos habían reconocido como a uno de los suyos.
¿Y mi hijo? Él se revolcaba de la risa con sus amigos en la “livinrrum” de mi casa viendo la ceremonia por la TV.
Cuando llegué muy de madrugada a casa, encontré a mi hijo y su pandilla de escolares de la secundaria durmiendo en la alfombra. Entré despacio y con cuidado para no pisar a nadie. Entonces vi una nota sobre el “cofitaibol” que me llamó la atención. La tomé, fui a la “refri”, saqué una cerveza y salí al patio de atrás para entrar a la “yacusi”. Allí leí la nota. Era una lista de palabras en inglés, su pronunciación y el significado, que yo no vi al irme a la ceremonia. Al leerla casi me ahogo de la risa en la maldita “yacusi”. La nota decía:
“Papá cuida tu pronunciación, no se dice “culo” sino “cuul”, se escribe “cool” y quiere decir “tranquilo, sereno, frio”. Por favor, no vayas a decir lo que te enseñé porque todo es una broma con palabras muy feas, ¿no me crees? Te explico: si dices “quissass” se escribe “kiss ass” y significa “besa el c…” es muy feo para escribirlo, dad. Si dices “damassess”, se escribe “damn ass” y significa “burro estúpido” ¿esta no es tan malo, no? Pero por nada en el mundo digas: “madafakers” porque es tan malo que ni sé cómo se escribe, pero su significado es como para salir corriendo antes que te maten porque estás insultando a sus madres… aunque los jóvenes, roqueros y raperos lo usan todo el tiempo para saludarse entre ellos, yo no, papi. Papá, mejor habla en español, lo haces muy bien y toda la raza te lo agradecerá.”
Dejé la nota a un lado con una sonrisa en el alma. Y medité: “Felizmente, salió “okei” y les caí bien a todos… Ahora, tengo un Oscar… pero este cabrón de mi hijo va a ser mejor que yo”
LOS VIAJES ASTRALES… ¿FICCIÓN O REALIDAD?
Autor... Michaelangelo Barnez Para empezar diré que los Viajes Astrales son experiencias extraordinarias en donde el espíritu, alma, ánima...
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WILLIAM FAULKNER De MICHAELANGELO BARNEZ ME FUI A LAS VEGAS, SOLO,... Parte 2 de 3. Como les contaba, estaba completamente anonadado con lo...
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Estoy en la suite de un hotel de cinco estrellas, porque esta noche será especial, recostado en la cama, desnudo, pero...
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